(todos los textos publicados pertenecen a Horacio De Stefano)
la luz llegaba de un patio desvelado,
en una casa callada que olía a mimbre y a flores,
sobre una calle empedrada que atravesaba las vías
donde crujían las costillas de Pompeya
como tirantes de huesos oxidados…
y esa luna
mojándole las campanas a la iglesia,
que parecía dormirse sin regreso
en el temblor de tus manos humedecidas de sueños,
jugando a tocarme el alma con el viento
y esa melaza tristona que flota de madrugada
allá en mi barrio…