amor porque sí

 

alma adentro

 

a veces cae una gota entre las plantas

y uno no puede explicarse tanto llanto…

el hueso de la pasión que se hace polvo

quiere levantarle viento a la impotencia,

pero no puede saltar la tumba, el manto

de una solitaria brújula invertida,

peor que cruz palo abajo, sur dentro,

masticando la tersura con el barro

en una misma razón, en un boleo de adiós,

en una cuna de lágrima y catarro

que sobrevivió a sus muertos…

 

y cuanto más se hace larga la esperanza?!...

tengo un cascabel que marca tus pisadas

y un trébol de cuatro hojas malditas

cubriendo a un grillo que canta, y canta,

y canta…

 

y cuánto más se hace pobre la plegaria?!...

tengo un sinfín de despechos rezagados

atrás del milagro inútil de la espera…

y sólo brilla la luna en Puente Alsina

como la estrella de un rey negro y hambriento…

 

a veces cae una gota entre las plantas

y uno no puede explicarse tanto llanto

que resiste alma adentro…


montoneros

 

curte el paño del amor

un beso amargo de noches indecentes

que lagrimearon su ron de alcantarilla

junto a las babas dormidas de la gente

en una vieja camilla,

en un recreo del miedo… esas pobrezas

que son del pobre y se tragan en silencio

como la hiel del olvido en una estación sin trenes,

como la miel de la luna en una noche de fiebre…

 

ya no hay colirios para dejar de llorarte,

ni bravura que sostenga la tristeza

de ver morir una flor negreada en el hospital,

de ver aturdirse un grito en el ahogo

mientras el ahogo mata porque puede…

 

el paso es lento, aunque te apure la urgencia…

en el dolor de saber que estás perdiendo

crece el amor de saber que estás viviendo

sobre las viejas ofensas de esa lacra

que siempre comió carroña de los otros,

como si los otros fueran tan hermosos

para cagar manzanilla y dulces muertos…

 

mis muertos son tan amargos como lucen,

como las cruces clavadas en las tierras de Malvinas,

como la ausencia que abraza la mañana,

como los ojos malditos del milico

que se robó la noción de un nombre, un rasgo…

 

y al fin mis muertos son dulces como amargos,

no cifras como los de ellos,

no olvido como los de ellos…

son guerra

porque conocen la paz que le negaron,

igual que la libertad que nos robaron,

este mal, aquella guerra,

que no puede detenerse, ni calmarse…

 

la sangre brota,

no esperes que se derrame

inútilmente…

 


al viento que te nombra

 

la copa se secó a mitad del trago

y el alma se murió con la belleza…

¿cómo romper el tul de la tristeza

para explicar que mancha la solapa?…

 

pero en verdad no sé, se me hace vida

como amar un olor, una palabra…

ya ves, lo explica el tiempo en la mañana…:

la copa se secó a mitad del beso,

el alma se murió por tu belleza…

¿cómo romperle el ruido a la distancia?…

 

a tientas voy de ciego entre los pasos

y nada me devuelve las pisadas…

¿dónde nació este amor sino en las venas?...

¿cómo entender que el tiempo sólo pasa?...

 

si de verdad no sé… se me hace vida

como tocar a dios en cada llaga…

ya ves, lo entiende el cuerpo y no lo calla…
a tientas voy de ciego por la sombra,

y nada me devuelve la sonrisa…

¿cómo callar al viento que te nombra?...

 

la copa se secó a mitad del beso

y el alma se mojó con la mirada…


volver a verte

 

delirios de ángel,

pechera azul

y hojas secas en la lluvia…

 

luz de humo en la mirada

y lágrimas como estrellas…

 

luna larga,

el pasillo de las putas

y el destino de las hadas

igual de ciertos,

igual de humanos,

entre las calles y el cielo…

 

volver a verte,

tristeza dulce,

Pompeya…

volver a verte…

 

vestigios de algo

de cara al sol,

y olor a otoño en la plaza…

 

seda y vino en la resaca

y páginas como el diario…

 

luna vaga,

desperdicio de zonceras

y aparejo de distancias

igual de quietas,

igual de humanas,

entre el amor y sus piernas…

 

volver a verte,

dulzura triste,

mi barrio…

volver a verte…

 

después de tanta niñez

y tanto barro en las venas…

seda y vino en la resaca,

entre el amor y sus piernas,

como un tango

que se durmió entre hojas secas,

con la lluvia,

igual de solo…


kupelwe (canción de amor)

 

hola… y adiós,

o tal vez de nuevo un beso,

aunque no alcance…

 

todas las ropas mojadas en la lluvia

pesan menos que la desnudez que tiembla

en el frío interminable de las manos

bajo la luz de la luna…

 

entre la urgencia y la paz, voy por la guerra,

porque es urgente…

no necesita el milagro de un sol nuevo

para servirse a su germen…

 

hola… y perdón,

o quizá de nuevo un rezo,

aunque no sirva…

 

las viejas ropas ajadas de mi gente

pesan tanto como el barro en la pisada

de un destino que no enfrenta sus fronteras

porque se entrega a la usura…

 

entre el amor y el dolor, voy por la tierra,

que no es misterio,

ni le recrimina al tiempo la tristeza

para servirse decente…

 

hola… y adiós…

nunca será más que un beso,

ni una plegaria…

 

todas las flores quemadas por el viento

purgan sueños en el olor de tu blusa

junto al frío interminable de los huesos

bajo la cruz de la luna

que enciende un faro

sobre la piel de los viejos…


mamita villera

 

tus manos,

viejas amigas de mi alma,

tus manos buenas,

amigas viejas del viento y de la lluvia,

tus manos lindas y mansas,

dulces colmenas de abrigo en el invierno…

tus manos,

apenas huellas,

saben dormir un milagro…

 

tus ojos,

dulces estrellas del alba,

tus ojos buenos,

mojones largos del tiempo y la distancia,

tus ojos lindos y mansos,

ogros gruñones del hambre en la mañana…

tus ojos,

apenas fuego,

pueden romper la ignorancia…

 

tus piernas,

vigas armadas de un puente,

tus piernas fuertes,

melaza hirviente del tiempo y la nostalgia,

tus piernas lindas y siempre

cantón soñado de música en el puerto…

tus piernas,

apenas trazos,

saben parir un misterio…

 

tus manos,

tus ojos buenos,

tus piernas fuertes…

pueden sostener el alma de un ciruja

y pelearle la verdad a la indecencia

que tiró hiel en la cuna…

 

 

 

un solo beso

 

por qué es tan breve el alivio de la lluvia

o el calor de una fogata al caer la noche?...

por qué el bramido de un trueno

o el grito agudo de un niño

rompiendo la madrugada?...

 

silencio…

las calles llevan el alma de una historia

que apenas supo de vos, de mí,

y el tiempo guardó tus ojos en la sombra…

 

la rebeldía primera, la de siempre…:

la libertad en las manos y en los huesos…

llevo tu nombre en el prisma de mis sueños,

las calles cantan el rezo de una historia

que apenas supo de dios,

y un dios a penas creyó asomar al vientre

con el bramido de un trueno,

con el suspiro del viento,

o el crujido de una rama en la tormenta…

así de breve y eterno,

un solo beso…


manzanilla

 

donde se dibuja el barro,

donde todo duele y siembra,

donde la siembra nos duele

y huele a barro la huella

como el latido profundo

que hizo hijos e hizo padres,

como hizo viudas y cielo,

y viejos contando historias

de cuando había un amor

donde el barro se dibuja,

donde se hamacan las madres

para dormir a sus hijos,

como brisa, como lluvia,

como aullido de titanes

o susurros al oído…

 

shhh… mi niño,

mi niño duerme denudo

como las flores del valle…

así perdí las tormentas,

así volví a ser arrullo

donde se dibuja el barro,

donde se duermen los males,

en una canción de cuna,

en tus manos…


polvo y viento

 

triste…

la ropa vieja,

la fe vencida,

el alma en huesos…

 

pero todavía llama el día,

hay una historia que canta

y una boca, como aljibe,

que no calla,

que no muere…

 

y triste es la humillación,

el mal querido,

la rebeldía apagada con el llanto…

alguna vez yo creí

y quiero volver a hacerlo…

 

(…)

simple…

la mano abierta,

la piel querida,

el alma al fuego…

 

porque todavía llama el día

y hay una historia que espera

y una ropa pobre, vieja,

que me alcanza,

que me viste…

 

y simple es la rebelión,

el dios del pecho,

la empatía enamorada del abrazo…

alguna vez lo sentí

y puedo volver a hacerlo…

 

(…)

triste es la suerte,

simple es el barro…

y alrededor solamente hay una vida

que quiere entender su paso

y no va a vender milagros por poemas…

 

una migaja de pan es una siembra

sobre el desgarro…


al fin del cuento

 

y al fin del día,

el sueño de un amor desesperado,

igual que la ropa usada,

queda arrugado

a un costado de la cama…

pero no olvido,

ni quiero que un dolor enajenado,

atrás de una vieja marca,

duerma aferrado

al desprecio de tu espalda…

 

y al fin del cuento,

de nuevo un empellón enamorado,

tal vez que me parte el alma,

sigue quemando

y no importa la mañana…

pero es un sueño,

el sueño de un amor desesperado,

igual que la ropa usada…

sólo una arruga

al costado de la cama…


volar de lluvia

 

será que es negro y es lindo el paño,

la tela que cubre el cuero de mi calle

sobre los morros abiertos del rocío

y las bocas de tormenta…

 

será que es labio y es lindo el poema,

potrero de luna inquieta con tu talle

donde redoblo el aliento y el destino

por llegar a los desagües…

 

volar de lluvia… jazmines,

pensar que nací en la Quema

esperándome en tus ojos, fuego,

como almita guerrillera…

 

pensar que siempre fue triste

volar de lluvia en Pompeya

levantándome en tu blusa, viento,

como pájaro que espera…

 

será que es negro y es lindo el paño,

la tela que curte el cielo de la historia

donde remoja el deseo cada hijo

por desearle piel al hambre…

 

será que es labio y es nuestro el poema,

potrero de amores vueltos con locura

bajo los ojos inciertos del misterio

y la piel de esta belleza…

 

volar de lluvia… jazmines,

pensar que nací en la Quema

esperándome en tus ojos, fuego,

como almita guerrillera…

 

pensar que siempre fue triste

volar de lluvia en Pompeya

levantándome en tu blusa, viento,

como pájaro que espera…

flores brujas

 

cuántos tangos muertos,

cuánta sombra seca,

cuántos libros viejos

perdidos al viento…

como flores nuevas,

como oler tu pelo…

 

cuántos pasos ciertos,

cuánta mierda oculta,

cuántos lazos rotos

mordidos del fuego…

como flores brujas,

como oler veneno…

 

con la piel del alma

cubro hachazos quietos

que cortaron sueños

sin matar la rabia…

todos fueron nuestros,

los hijos, los libros,

los más dulces besos

y hasta las arañas

del remordimiento…

algunos cantaron,

otros fueron viento…

…con la piel del alma

me abrazo al invierno

y beso las llagas

de vivos y muertos…

 

cuántos tragos fieros,

cuánta historia alerta,

cuantos libros viejos

robados al tiempo…

como flores quietas

en el cementerio…

 

cuántos tangos nuevos,

cuánta miel de lunas,

cuántos labios gruesos

hinchados de besos,

como flores rojas

sangrando ternuras…

 

con la piel del alma

sobro engaños tristes

que cortaron hilos

sin cortar la brisa…

todos fueron nuestros,

los libros, los pibes,

los más dulces besos

y hasta las marañas

del remordimiento…

algunos gritaron,

otros fueron vuelo…

 

con la piel del alma

me abrazo al invierno

y grito patria

de vivos y muertos…

 


farol de la terminal

 

en la ranura celeste de la noche,

una brújula, una loca, un diablo tuerto,

un tiro apenas guardado en la guantera

con la pólvora feroz de un trago amargo

para endulzar la zoncera de mirarte…

 

luna gruesa… tranco al fondo de la calle,

olor a ruda en la puerta de mi casa…

todas las flores se queman en las zanjas,

y a veces florecen yuyos en la frente

como la dulce promesa de tocarte…

 

al miedo le falta un dios pa’ hacerse amigo,

y a la muerte un par de vueltas pa’ alcanzarme…

me llama más el perfume de tu enagua

que la llovizna rompiéndose en las nubes…

 

pero si vienen por mí, que sea mañana…

hoy soy tu vino…

 

(…)

es tu mismísima herencia de fulana,

te hace señora y poesía al sur del cuerpo…

un tiro apenas, un paso entre lo cierto

viene peleándole el hambre a la cuchilla,

y por amor duele más, pero es más bello…

 

luna hermosa… lazo vivo hasta mis ojos,

farol de la terminal, roda de estrellas…

todas las luces se apagan en la tierra,

pero en los charcos guerrean las sirenas

como la luna y la piel, besando el puerto…

 

al tiempo le falta amor pa’ hacerse ombligo

y a la muerte un par de tientos pa’ enlazarme…

me tiene más el perfume de tu enagua

que la llovizna rompiéndose en las nubes…

 

pero si vienen por mí, que sea mañana…

hoy soy un niño…


a media espalda

 

pequeña daga,

margarita de los postes,

media espalda

para caer en la tierra…

 

el beso es nuestro,

la sortija de la muerte es una rana

que salta ingenua en los charcos…

 

…y alguien cree…

 

pequeña maga,

mujercita de Cortázar,

sucia plebe

para enamorar la espera…

 

el beso es viejo,

la alegría de la suerte es pura fragua

que va comiendo los techos…

 

…siempre llueve…

 

dormime tu soledad en una carta,

partime el labio de amor,

de un solo beso…

 

el hueso es polvo al final

y el alma puede

dormir su llanto…

 

pequeña llaga,

margarita de los postes…

media espalda

vuelve a apoyarse en la tierra

a hueso o mierda,

para sentirte en mi suerte…


agüita dulce

 

la bella tumba florida

o el tibio rezo del alma…

aquella vida

que a poco de amanecer

cantó la noche

como alimaña maldita…

 

a veces quiero

lo que no puedo tener…

mal de los huesos

que esperan dormir al alba…

y un cencerro

viene a cantarme una nana…

 

agüita dulce de río,

agüita dulce…

 

la lluvia te pega atrás,

sobre la espalda…

pero es tan tierna su llaga

que enamora

como la luna bailando en una zanja…

 

nadie nació para huir,

y muchos corren…

no sé por qué

tantos temen a la lluvia…

 

es una gota nomás,

la bella lágrima hundida,

una entripada que quema…

aquella vida…

 

a veces quiero y…

ya ves,

me tira el cuero

por donde quiere ser vida la mirada,

por donde duele entender la otra ceguera…

 

agüita dulce de río,

agüita dulce…

 

la lluvia te pega atrás,

sobre la espalda…

y nadie espera

cuando te parten el alma…


sereno del corralón

 

luna, perra, diosa, llama…

alcanza un ángel tu beso?...

después del hambre, de amar,

después del miedo,

apenas queda una llaga en la ternura

como una flor arañando su veneno…

 

la misma luna

que se durmió en el Riachuelo,

ansiosa, urgente,

como la necesidad de la locura

pidiendo un faro a los trenes…

 

una luna,

la misma que se durmió en un mal silencio

anudando la corbata…

 

y hay más… te quiero,

aunque ya no queden lágrimas tan limpias

ni ramos sobre las lápidas…

 

el tiempo…

eso es todo lo que sobra en la solapa…

 

quisiera olvidar que siempre hay otra carta,

quisiera negar la magia de la ausencia,

pero me duerme el dolor

y me desnuda la herencia sin milagro…

 

alcanza un perro

para espantar a los gatos…


solos

 

dos hojas,

una verde, la otra rota…

dos ramas viejas,

una negra, la otra verde,

dos fantasmas…

uno le canta a la lluvia,

el otro miente

mientras se come las hojas…

 

dos historias,

una cree, la otra grita,

dos memorias,

una es negra, la otra olvida,

dos fantasmas…

uno se traga la lluvia,

el otro miente

mientras escupe la historia…

 

y una carta

que se escribió sin saber,

y una ignorancia

que se vendió sin querer,

y una mañana

que apenas llueve…

 

dos hojas,

una verde, la otra rota…

ramas secas…

una que espera la flor,

otra que espera caer

sobre la tierra…


con callos y besos

 

dormíamos nuestros,

dormíamos niños,

dormíamos cerca…

 

besábamos flores,

mordíamos lluvia,

soñábamos hijos…

 

contábamos libros,

rezábamos tierra,

alzábamos suelo…

 

dormíamos nuestros,

dormíamos dulces,

dormíamos bellos…

 

y había una escalera

de palos y huesos

de manos inquietas

trepando hasta el viento…

 

cantando en la siembra,

con callos y besos

en manos inquietas

y en labios con fuego…

 

(…)

mojábamos vino,

pedíamos alma,

mascábamos versos…

 

pescábamos roces,

tocábamos trinos,

armábamos vuelo…

 

y andaba una idea

de amores y juicios

quebrando sentencias,

llamando a los nuestros…

 

cantando en la siembra,

con callos y besos

en manos inquietas

y en labios con fuego…

 

(…)

dormíamos lento,

dormíamos lindos,

teníamos sueños,

teníamos hijos

con dioses y cuentos…

 


oficio de llovizna

 

el rugido Interminable de la noche en tu sonrisa…

un dios de luna y oficio de llovizna,

olor a flores…

te quiero y no hay más que un mundo,

apenas puedo buscar otras palabras

para seguir escribiendo el mismo arrullo

que desvanece en silencio…

y hasta el silencio…

 

en vano duermen los ojos en las barandas del puerto…

faros de niebla y desnudez de caricia

le hablan al río…

te quiero y atrás no hay cielo,

apenas puedo palpar vida en mi espalda

para seguir escribiendo en el silencio

que te canta con urgencia

y hasta sueña

 

como se sueñan las manos en el viento…


promesa

 

huelo canciones de amor,

sueño en tu blusa,

pero me vuelvo en las huellas

de un soldado

en las canciones de Silvio,

en las palabras de un sueño enamorado,

en el olor del silencio por las calles,

en la idiotez de lo hablado…

 

huelo raciones de luz,

beso tus manos,

pero regreso al destino

de una chuza,

en las canciones del pueblo,

en la garganta de un sueño desgajado

que por amor sirve el cuero a las curtiembres

contra el furor del invento de una vida,

contra la piel sin misterio…

 

y vuela, y sigue…

tu mirada en la tristeza de los libres,

vuela, sigue,

como una flecha empiojada…

 

aquellos fines

que prometieron los miedos y los buitres

sobre la carne caliente de mi patria…

aquellos fines

apenas pueden saber lo que les viene

atrás de una huella dulce,

levantando polvaredas

con el olor de tu blusa

y unas canciones de amor

que eran pasquines

y hoy son la rabia que queda…


amor olvido

 

si una vez,

si alguna vez pensás en mí,

dejaré de ser nadie…

 

yuyo seco,

luna paria en un desagüe,

flor de junio,

piel de Mahoma,

otro descarne…

 

y la lluvia…

 

a un brazo de la piedad

duerme el olvido,

y el amor se abraza al tiempo…

 

así te miro,

sin pronunciar tu palabra,

sólo viento…

 

si una vez pensás en mí,

alguna vez

habré sido más que algo,

un aroma de tu aire,

un recuerdo de tu olvido,

un mar de sangre,

un suspiro

que alguna vez no fue lacre en la retina

ni bálsamo en el ardor de la poesía…

 

tan solo un sastre de tules invisibles,

apenas un lagrimal en la llovizna,

la flor de invierno,

el susurro de una viuda,

el alivio del averno,

una lechuza

parada en un palo viejo,

o una carta

que no es absurda…


pido tus manos

 

el viejo espejo,

la calle azul remendando las pisadas…

el sueño, lejos…

 

puedo nombrarte,

pero no puedo decirte,

pero no puedo olvidarte…

…porque no quiero rendirme…

 

un paso y… lento

el tremendísimo oficio de la lluvia…

y el pueblo, un sueño…

 

puedo callarme,

pero no puedo mentirme,

pero no puedo negarte…

…porque no quiero morirme…

 

y el tiempo vuelve a escuchar los mismos rezos

como aleteo mojado…

 

atrás te quiero,

y atrás se me nace el hambre

porque desde atrás corremos a la vida

como pájaros que nunca se detienen,

como el suspiro detrás a la mirada…

 

y de nuevo

pido tus manos

al viento…


en la resaca de un sueño

 

el poncho roto,

la cruz al pecho,

la piel sin armas

y un lado muerto…

 

en el deseo,

como en la fragua,

se quema el fierro con alma…

 

inmensa vida,

breve lágrima en las manos…

a veces siento un dolor

como de perros

oliendo zanjas…

y a veces

sólo te siento…

 

esa la idiotez de dormirme…

y un costado de la cama

llueve…

 

y el silencio,

como venido del cuerpo,

llueve

a un costado de la nada,

en la resaca de un sueño…


esos pájaros sin techo

 

palos flacos,

puente mudo sobre el río

peleándole al docke un fato

para acariciar la noche…

 

bajo lluvia tu pollera,

bajo viento este poema,

sobre la uña encarnada,

bajo la siesta de un lánguido piolín

que arrastra estrellas

por creerse barrilete…

 

(igual te vi en la neblina,

luna vaga)…

 

apenas vuela el amor sobre otra carta…

se arrastra olvido en la letra,

anuda el alma al papel…

…como un disparo en la sien

se aferra al manso suspiro de ser patria…

 

(entonces canta,

con la rosa proletaria,

con la patria peronista

y así te vi en la neblina,

en la belleza)…

 

y quedan huellas,

como gotas en las sábanas,

tu boquita de labial en la solapa…

o la lluvia en las baldosas

como zarpazo del viento en los verdines…

 

(te vi

como al mar volviendo

hasta la tierra)…

 

sólo viento,

sólo lluvia…

atrás del tiempo,

que empuja al cuore maldito

como un bendito animal,

o salvajismo del alma…

…o puro sueño…

 

y apenas vuela el amor sobre una carta,

puente mudo en la hediondez del Riachuelo,

peleándole al puerto un llanto

para dormir a la luna

donde duermen

esos pájaros sin techo…

…en la arruga de tu enagua…


al señor don Marcelo Saraceni

 

salud,

compadre hermano,

amigo loco…

tus gestos mansos

llevan la chuza del viento

y la herencia del jazmín

entrando al barro…

 

a poca piel del dolor

se nace un rastro…

ya sabemos, vos y yo,

que los naranjos nos duermen

y la llovizna nos clava de costado…

 

y aquella hermosa mujer

nos hizo largos

para dormir sin saber a dónde vamos…

 

y a poca miel del ardor

florece el canto…

 

salud,

compadre hermano,

amigo loco…

 

a tanta luna la flor

florece el llanto…

ya sabemos, vos y yo,

que la llovizna nos duerme

y una mujer nos delata cada paso…


nanita india

 

patitas frías, mi niña,

no corra al viento…

si atrás de la noche canta

y sólo es viento

que atrás de la noche pasa…

 

manitas dulces, mi niña,

no arañe al miedo…

si en él se nos va la raza

y sólo es miedo

que atrás de la historia pasa…

 

destrabe el juego, mi niña,

ensarte el alma a la luna…

me roba el sueño su almita

atrás del alba…

 

manitas dulces, mi niña,

amor del cielo…

te arrulla el vuelo tu nana,

y sólo es viento…


el trueno en tus pestañas

 

…y te podría negar que está lloviendo,

pero debería tapiarte las ventanas

y gritar peor que un trueno…

 

igual no importa, si igual se llueve,

a pesar de la sordera…

y muy dentro a pesar mío,

el labio huele gorriones embarrados,

con ese olor de tus besos más lejanos,

dulces y tristes,

pesados como una gota en la hoja…

 

igual no importa, si igual se vive,

a pesar de la más gris melancolía…

muy dentro mío, querida,

tu boca duele sabores impensados

que todavía sostienen el milagro

dulce y triste

ahogado como un suspiro en los labios…

 

…y te podría contar que está lloviendo

como en los sueños del alma,

pero debería besarte las pestañas

con la ternura de un trueno…

 

igual se vive, si igual se muere,

a pesar de la belleza…

y muy dentro a pesar mío,

el alma sueña, querida, su misterio

con esa fe de saber lo más lejano,

dulce y triste,

igual que un trueno…:

el amor entre las manos…


flores quemadas

 

ronquidos lerdos sobre un tinglado vacío…

la poca luz del otoño se desarma

sosteniendo a los fantasmas en un hilo…

y el dibujo del amor en las paredes,

y el silencio de una voz

sobre el aullido lejano de otros perros…

 

canciones de herraje duro,

duro y simple, como el hierro,

mimoso, como la brisa de otoño…

razones más que zonceras,

nostalgias más que amargura…

y esa imperfecta emoción,

flores de junio,

esa pasión desprendida de las manos,

flores mojadas…

 

te quiero…

 

el sueño duele bajo los pasos queridos…

la dulce piel del otoño se desnuda

destrabándote las alas en un brinco…

inocencia del amor en las veredas,

la caricia de una luz,

pobre y chiquita,

demorándose en el techo…

 

raciones de alambre grueso,

puño y roce hasta la carne,

cuestiones raras y serias,

desgracia más que locura,,

locura más que desvelo…

y esa imperfecta noción,

flores del fuego,

esa pasión incendiándose en el pecho,

flores quemadas…

 

te quiero…

 

y de quién es el perdón?,

y de quién la inmediatez de la venganza?...

 

ronquidos lerdos sobre un tinglado vacío…

la poca luz del otoño se hace madre

entre hojas secas y olvido…

 


de espaldas al viento

 

sortija del hospital,

puro manotazo al techo del loquero,

pifiando en el lagrimal tu dulce tango,

ese que me hace marear cuando enloquezco…

 

a veces salgo a creer…

a veces salgo…

se me hace espina la piel cuando te veo,

me clava el alma a los huesos

como el viento en el corset del viejo puente

clavando la inmensidad de otro suspiro,

uno más… y duele…

 

ni hablar del pobre refrán,

perro que ladra no vuela…

ni decirte de esas noches imposibles

en las que vuelve tu aliento desde el fondo,

desde la continuidad de una distancia

que apenas tiene un farol para los locos…

 

a veces salgo a creer…

y a veces salgo…

se me hace luna la espalda contra el río,

me pega tu alma en el lomo

como el viento se le pega a los fantasmas

mordiendo la incomprensión de otro sollozo

uno más… y nada…


 

 

todas las flores del tiempo

 

el color sucio del cielo,

palomas negras calando el viento

como plegarias sin alma,

flores sin rama

cayendo…

 

de rumor dulce tu pelo,

anchuras mansas poblando el alba

desde zaguanes del sueño,

luces o estrellas

durmiendo…

 

por mucho que quiero amar

me tiembla el cuerpo…

no es tanto la soledad,

sino la seda que cae

despacio

sobre el vacío del pecho…

 

la noche me quiere igual,

e igual me enlaza…

no es tanto la realidad

sino las ramas que sueltan,

mojadas,

todas las flores del tiempo…

 

el candor tibio del vientre,

hechuras nuevas contando un cuento

como poemas del alma,

flores que encarnan

abriendo…

 

y ese olor de la tristeza,

canción de pobres volviendo al barrio

desde murmullos sin dueño,

viejos poemas

durmiendo…

 

la muerte me sigue igual,

y no me entrego…

no es sólo la terquedad,

sino las flores que encarnan

mojadas,

toda la savia del tiempo…

 

por mucho que quiero amar

me tiembla el cuerpo…

no es sólo la tempestad,

sino la sangre que quema

despacio

todas las muertes del pecho…


Eva: un jazmín y un poema

 

a pocas calles de acá,

con una muda de estrellas

y dos pesos para el alma,

duermen los versos más dulces que recuerdo…

entre unos cuántos carteles

y paredes oxidadas,

una pintada,

temblorosa, enamorada…:

“te quiero Eva!”...

 

yo no sé si fue verdad ese amor largo,

ése que quedó en los muros aferrado

y ningún viento borró,

ni la estupidez volteó como algunas ramas viejas…

pero me golpeó la frente el poema,

sangró en mi frente…

 

yo no sé cuánta verdad es lo posible de dar,

ni cuántos labios quebraron la sonrisa

de una niña en el zanjón

juntando piedras

para vestir muñequitas…

 

a pocas calles de acá,

en cualquier esquina,

sólo un “te quiero”…

 

y eso que nunca se muere,

es la verdad que se da al pasar el tiempo,

el beso de la pasión quemando el pecho,

la rústica inmolación de otras plegarias

que no llegaron al cielo…

 

amor que es guerra

tanto como suavidad en la mirada

o locura en cada urgencia…

y…

…misterio…

 

te quiero Eva,

aunque no importe que sepas cuánto!...

 

a pocas calles de acá,

en un jardín sin olvido,

con una muda de estrellas

y dos pesos para alimentar el alma

hay un jazmín

y un poema…


para las noches sin dios

 

para las noches de frío tengo arrugas

que ya conocen al frío…

para las noches de miedo tengo monstruos

que ya enviciaron al miedo,

para las noches sin luz tengo un fantasma

que se hizo cuerpo en mi sombra,

para las noches de ardor tengo ginebra

que quema más que el olvido…

 

para las noches de angustia tengo cartas

que me regalan ternura…

para las noches de muerte tengo sueños

que esperan llevarme muerto…

para las noches de insomnio tengo libros

que releí en cada insomnio…

para las noches de lluvia tengo versos

que lloraron y vivieron…

 

para las noches sin dios tengo otros rezos

que ya conocen al diablo…

y sin embargo no tengo ni un veneno

para las noches de ausencia…

ni frío, ni vicios largos, ni quimeras,

ni el muerto que me llevó,

ni el sueño que me soñó meciendo cunas…

 

para las noches de frío tengo arrugas

que queman más que el olvido…


desde el poema hasta el callo

 

mareado,

entre mendrugos de oficio

y pulsos raros,

clavé tu luna a mi espalda…

 

muerte linda,

la de seguir respirando

aunque no alcance,

porque siempre queda un sueño…

 

y más borracho,

desde la piel a los huesos,

desandado,

tal vez locura, o… quién sabe,

pura grasa

para seguir ensuciándote los parpados…

 

te quiero,

ternura apenas,

ternura,

azul de noche,

y marrón

como las borras hundidas en el vaso…

sangre en las venas…

 

…y esas cosas de borracho,

mareado al pie de una tumba

como un cardo

que no conoce el olvido…

 

así de pobre y errado,

así de cardo y de incierto…

 

y aún parado,

con un hachazo de viga en las costillas

sosteniendo algo…

algo que no sé,

el deseo,

no sé, el amor de querer,

quizá el engaño de amar

mientras no estamos a salvo…

 

así de nadie

y mojado…

pura grasa de zaguán,

rocío en la puerta,

el aliento de tus labios

o… mis sueños,

entre mendrugos de oficio

y mendigos que se comen el silencio

en una carta de amor

perdida

desde el poema hasta el callo …


pensando el 76

 

lo nuevo es volver a verte…

rozar el beso robado por el viento

y con los labios resecos, desnudarlo,

como cuando la razón era un secreto…

y creerte…

 

lo nuevo es guardar la suerte…

jugarse por patria o mierda hasta el aliento

y con el alma en las manos, hasta el llanto,

enredarme una verdad con un veneno,

y quererte…

 

lo nuevo es volver a ser esos que fuimos,

porque lo viejo es morirnos en el tiempo…

 

algunas veces soñé con el infierno,

y otras nada más dormí junto a tu cuerpo…

 

lo nuevo es no perdonar viejas heridas

para no desperdiciar nuevas palabras…

 

algunas veces creí todos los sueños,

y otras apenas dormí con los fantasmas…

 

lo nuevo es volver a verte…

besar al hijo robado por el fuego

y con los labios quemados, desnudarlo,

como cuando el corazón era un guerrero…

 


cuentos de vida

 

duermo en tus manos

como una hoja sin viento…

el tiempo llama a sus cuervos…

sólo lluvia, compañera,

y unos cuentos de la vida,

y unos muertos del destino…

 

las mañanas picotean en el barro

arrimándose a la urgencia del desvelo,

viejo borracho, perdido atrás de un sueño,

borracho viejo, perdido…

y sólo llueve…

 

tu pecho,

tu pecho, el mío,

la luz de un farol sucio entre las vías,

la luz de un fuego,

mi pecho, el tuyo,

tu pecho, compañera,

agarrándose del hambre en la neblina,

ladrándole al frío un surco de la sangre,

mimoseándose en la luz de tu pollera

que juega a levantar polvo… y…

lo levanta…

 

y me hace dueño de un mundo que no tengo…

 

sólo las manos,

me duermo en ellas

como una hoja sin viento,

recostada en el espacio del misterio

donde se me acuesta el alma pa’ dormirse…

 

y otro intento

viene a soplar las pelusas de la cama…

viejo borracho, perdido atrás de un sueño,

borracho viejo, perdido…

 

y sólo llueve en tu pecho

como en el mío…


embrujo

 

manzanilla en el bolsillo

y una carta…

unas palabras mal puestas y queridas

para decirte el amor…

yuyos para tu corpiño

y miel del alma…

 

poquitas cosas me quedan en los ojos

que ya vieron demasiado…

apenas esto:

te quiero,

y en vos me quiero de nuevo,

como de nuevo estar vivo…

 

pero muero…

igual no alcanza,

respiro…

 

mañana empieza otro infierno

y de nuevo una ilusión

será sombrero

del entrecejo clavado en la tristeza…

 

apenas eso,

un secreto

que rompe el alba

y no espera…


canción sin calma

 

atrás del vuelo de tu pollera

se escapa el paño de una quimera,

liviana en flores,,

desnuda en llanto,

dormida en penas…

 

y apenas sueño…

 

y atrás del velo de la tristeza

levanta ausencias la luna buena,

querida en ojos,

maldita en vientre,

llorada en tierra…

 

y entierro un sueño…

 

y cada hijo en el terciopelo

de tu mirada (canción sin calma),

sangra en silencio,

grita en el tiempo,

como susurros de viento tibio

que arde en las flores

mojando el alba…

 

y cada beso de mal olvido

entre tus labios (canción que sangra),

calma en el fuego,

pide en el beso,

como el aliento de vino dulce

que arde en la boca

soñando el alma…

 

y entierro el miedo,

y apenas sueño

atrás del vuelo de una palabra

que atrás de velo de la tristeza

levanta ausencias

liviana en flores,

bendita en vientre,

perdida en alma…


florcita

 

bollitos secos de pan,

risita quieta en la luz,

una tardecita mansa y sin espera,

sin desesperar siquiera,

sin espera…

sólo tu risa silvestre de florcita

que se descuida del tiempo

y vuela con el aroma que vuela…

 

almita dulce,

quieta en la sonoridad de mil tormentas

que no ahogaron la ternura en un mal pozo

ni desperdiciaron ganas de tenerla…

sólo tu risa,

sin desesperar la siembra,

sin desesperar siquiera…

apenas limpia

en el barrial de querer

toda la tierra…

sólo tu pecho sin muerte,

que se descuida del tiempo

y vuela como los pájaros vuelan

desperdiciando la suerte

en las ganas de ser huella…


curando flores

 

por qué me duelen las manos cuando llueve?...

un acertijo de piel,

un laberinto de amores sin espejos,

un revoltijo de llamas en la cama…

 

a medio paso de ser, se enciende el alma,

y… te quiero…

 

…no hay precio para el amor

ni bendición para el flojo que traiciona,

ni paz que pueda sostener la calma

de un amanecer vendido a la flaqueza

de remediar las tristezas con un beso sin regreso…

 

el labio es tierno

y se mella con la fragua…

el alma es guerra

y se amansa con un beso…

 

quisiera entender al sueño que reclama

cuando se le esconde el miedo…

si igual no hay precio

para las llagas…

 

por qué me duelen las manos cuando llueve?...

a veces quiero morir, a veces quiero cantar,

y a veces quiero,

pero siempre quiero todo cuando quiero

al menos una batalla…

 

y a poco de desmentir mi propio nombre,

y a esto de renegar de mi tristeza,

recuerdo un cuento de amor,

y sé de dónde nací…:

de un pan de besos,

de una naranja jugosa,

de dos estrellas

que no olvidan la distancia entre dos bocas

ni la inmunda bendición de los que pagan

para sostener un sueño mal querido…

 

la vida es guerra

y a veces te apuntan flores…

quién más las tenga

dará sus huesos

como un profeta

curando amores

sobre la espera…


azul y azul

 

rompiste el surco en un paso

y el segundo fue quimera

para nacer a vivir,

para salir a creer,

para ser libre…

 

y después…

 

después la vida,

el seminario del don,

el relicario del ser,

la dura herencia,

la dulce cuna tallada en años viejos,

la estrella buena y la luz…

 

después la vida

y querer tener la vida

en una flor

o en la última ginebra…

 

las balaceras y los poemas de Lorca,

en una idea de amor,

en una sombra que asoma por la calle,

pitando lento un guijarro de aguaceros

que se hace fuego

sobre las mismas cenizas

que tuvieron primavera

abriendo el surco

que te negaron los pasos

cuando no eran

sino la estopa de un cuello mal quebrado

en una horca cualquiera…


piel y huesos

 

dormido atrás de la historia,

el viejo aquel que contaba mil historias

en el burdel de un amor mal conseguido

y apenas hijo del alma de costado,

donde entró la puñalada…

a ella dijo…:

…igual te sigo,

babeando el sueño hasta el borde de la llaga

como la rabia que esconde el corazón

porque es un juego

entre dioses y demonios de la cuadra…

 

apenas vago y perdido por las vías

como una luna de hollín que no se entrega,

ando en la mugre del tiempo, atrás de un faro

que no ilumina, ni clava la jugada…

igual te sigo,

perdiendo el rezo en la voz de la tristeza,

gritando el barro en la fe de la belleza…

 

igual de te veo…

 

la espera marca el boleto,

y estamos solos en la puerta de la nada,

pitando un palo de yerba que se quema

mientras se nos quema el alma en la entretela

buscando calma y… no sé…

aún huele a lluvia

la dulce rama empiojada de otro invierno

donde lloraste la fe,

donde quisiste querer…

 

y aún te quiero,

enredado en la piojera de tu vuelo

que lleva amor y fantasmas,

piel y huesos,

bichos, labia,

como mis pelos…

 

y el viento

sacude el karma imposible de la suerte

que no conoce de karmas, ni de lentes,

solo vientre, sólo urgencias, sólo pestes,

que se me suben al cuerpo como arañas,

y como hadas me mienten la partida

atrás del fleco de tu vestido de novia,

que es como un faro

para el ciruja… 


donde se parte

 

tu mano,

mi mano,

el viento…

 

el rocío deslozando un padrenuestro

donde se dice el amor desde las llagas…

 

tu paso,

mi paso,

el tiempo…

 

el misterio de un abrazo a contrapelo

donde la urgencia te quema las pisadas…

 

y toda la necesidad del alma ungiendo

un sueño,

un dulce sueño,

un pobre sueño,

que no precisa vivir para ser carne,

pero no quiere morir para ser fuego…

donde se dice el amor,

donde se arde…

 

tu mano,

mi mano,

el viento…

 

el revuelo de una página de versos

donde no alcanza la piel para decirte…

 

tu paso,

mi paso,

el tiempo…

 

el misterio de la luna sobre el río

donde las piedras se ahogan sin un llanto…

 

y toda la perversidad del alma abriendo

un sueño,

un pobre sueño,

un dulce sueño,

que no precisa morir para ser sangre,

pero no quiere vivir para ser menos…

donde se dice el amor,

donde se parte…


tantas cartas y este tango

 

las noches y las cartas,

y otro tango

apurándose a escupir viejas palabras

sobre la turbia resaca del cansancio…

 

en una mano la fe,

en la otra la necedad,

urgida siempre y siempre inquieta,

pesada

sobre el silbido del viento

que pasa como pasa un pájaro en las calles,

chillando un verso,

puliendo el alma,

con esa lija de amores indefensos

que todavía nos cantan…

 

se abre el cielo y… esa luna en la ventana,

esa razón para amar tus ojos buenos,

ese dulzor en la cama...

 

todo se renueva atrás del mismo rastro,

tantas noches, tantas cartas,

y este tango,

que todavía es tan nuestro,

enredándose en la tela, como un beso,

en la tela de esta larga madrugada

que se sostiene del nombre y de los huesos

y se duerme antes de secar tu cara

de un amanecer sin ángel en las manos,

acurrucando el dolor en el pellejo

para no dormir en vano

ni dejar que muera algo en vano

por más que no quede nada…


la vieja Jotapé

 

cuántas imágenes iguales a la vida,

cuánto destino caliente en la mortaja,

cuándo dolor en el vientre que se estira

sobre la tierra desierta del destino,

marcando un alma entre tantos indefensos

que no podrían volver a ver el día,

ni su camino entre piernas…

 

sólo espero

la indecencia de un amor sin desperdicio,

la locura de una fe sin contratiempos,

la licencia de los pájaros del puerto

para volver a volar como alma encinta,

entre tantos indefensos y malditos,

para animarme a la muerte de los viejos

con la mirada sensible hasta la nada…

 

igual se espera,

aunque no llegue el rocío hasta la tierra,

porque igual siempre habrá lluvia

y algo crece,

un capullo de animal,

o la rabia de un capullo que estremece

hasta las tumbas más tristes,

y a los perros de la obra,

y a los dientes de la parca…

 

sólo espero

la belleza de la luna en mi sombrero,

como tu aliento en mi boca

y las canciones del pueblo…


hasta el final de los días

 

por tus párpados corrieron viejas lluvias

que la calle había olvidado…

como se secó el amor en la flaqueza del tiempo,

como se pudrió la luna en el naranjo…

…por tus párpados corrieron dulces lluvias

que la calle había olvidado…

 

donde  retumban los pasos de la urgencia

vuelve a silenciarse el alma…

como se calló la muerte en el dolor de los nuestros,

como todavía grita amor tu vientre…

…dónde retumban los pasos de la urgencia

vuelve a sostenerme el alma…

 

y huele a tierra

donde retumban los pasos

y tus párpados se lloran,

mansos, lejos…

…huele a tierra…

 

y ruge el barro

como un animal herido

en la costilla de Eva,

como un sueño

ruge el llanto…

 

donde aún retumban los pasos

y tus párpados se mojan,

sigo hambriento,

como un soldado en las manos de los dioses,

perdido y muerto de hambre…

 

pero…

me quema la sangre

y voy de nuevo a la guerra

como un animal que ama sus costillas

y ante el dolor va rugiendo,

sólo para regalarte una patriada

con una bala en el pecho…

y…

 

huele a tierra

donde retumba el silencio

mimoseándose en tus manos,

dulces, mansas…

 

…huele a barro…

y se me ensucia la piel con la llovizna,

dulce, mía…

 

y huele a brisa

que levantó los secretos

del camino…

y anda abriendo la camisa,

y va queriendo ser rastro

hasta el final de los días…

 


otras lluvias ya no cantan

 

algunas tachuelas sueltas en el suelo,

quizá de suelas gastadas, quizá…

y unas mariposas lentas en el patio

rodeando un farol dormido…

 

ternuras calladas, sueños sin remedio,

será que gasta la suela, será…

u otras soledades dueñas de su andamio

trepando al amor sentido…

 

y si me miente la vida, si me llama,

que sea el delicado arrullo de un cencerro

montándose en la inconciencia del deseo

para levantar palabras que cayeron

con la urgencia de la sangre…

 

y si me llama la muerte, y si me miente,

que sea el desquiciante grito de tu cuerpo

cubriéndome en la locura de la suerte

para descubrir tus ojos en el viento

como un canto de sirenas…

 

otras penas ya no tengo,

otras lluvias ya no cantan…

 

y si me miente la vida, si me mata,

que sea el desprolijo vuelo de tu enagua

sacándome hasta la usura de las venas

para desandar despacio los silencios

que tuvieron hueso y carne…

 

y si me besa la muerte, y si me ama,

que sea el deslumbrante beso de tu aliento

rozándome en la ternura del desvelo

para descubrir tus labios en el viento

como un rastro que me llama…

 


como si fuera a faltarme un viento

 

sólo un par de pensamientos

y después… las vías…

carro viejo traqueteando la avenida,

desprendiendo el empedrado su dureza

como si fuera a faltarme un viento

pa’ que me duelan los pasos en Pompeya

como me duelen los años en las manos…

 

y acarician,

estas manos todavía arman caricias,

todavía se deshacen en gorriones

que desperdician temblores

antes de llegar el día…

 

y hay ramas secas

que con la luna se ablandan y me cantan

como si fueran poemas de Girondo,

como si en verdad tuvieran poesía…

y ya ves, apenas vos y tu sonrisa,

llaman a la legendaria lluvia de los barrios

para mojar cada rama de mi cuerpo,

para ponerme en los brazos puro ungüento

que me ablanda hasta el origen de la suerte

como me ablanda la urgencia de las manos…

 

y acarician,

estas manos hacen fuego todavía,

se deshacen todavía en el silencio,

como rozando las flores de un bañado

muy cerca del Riachuelo,

donde las flores,

donde las manos,

donde también el olvido y la tristeza,

donde me duelen los pasos…

 

y otro sueño

(apenas vos… tu sonrisa),

suelta el viento…


hasta los huesos

 

hay una luna sin dios que vende flores

pero se oxida en el techo…

 

por esa esquina del sur que ataja roces,

por esa carta de amor que sangra adentro,

corre una piba descalza hasta mis brazos,

y hay una luna sin dios que vende flores

y se desclava del cielo…

 

cuando me duelen los ojos de mirarla

aún tan linda, en tu espalda,

un repecho de la sangre,

un desprecio del deseo,

le zanjo el olor caliente a la mentira

como el que le pierde el miedo a andar sin cuerpo…

 

alguna perra ladró del barro al fondo

como se llora en el viento…

 

por esas calles de atrás, quemando ruda,

por esa arruga en la voz de los desagües,

corre una piba mojada hasta mis brazos,

y alguna perra ladró del barro al fondo

como se grita en el viento…

 

cuando me cruje en los cueros ese aullido,

aún tan triste, en tu enagua,

un revuelo de la noche,

un asombro por lo bello,

le robo el temblor callado a la llovizna

como el que se gana el hambre un par de huesos…

 

hay una luna sin dios del barro al fondo

que se nos duerme en el pecho…

 

por esas cosas de amar si otra excusa,

por esa carta de amor que escribió Homero,

corre una piba desnuda hasta mis brazos,

y hay una luna sin dios del barro al fondo

que se nos clava en el pecho…

 

 

 

 


el sur después de Manzi

 

si un fueye te parte el alma,

si la llovizna o las barandas del viento,

si un poema de amor te parte el alma,

pero hay que seguir viviendo…

 

si apenas te duerme un sueño,

si la tristeza o la belleza se encarnan,

si nunca duerme el dolor atrás de un sueño,

pero hay que llegar al alba…

 

quizá no queden respuestas sin preguntas,

quizá, no sé por qué, sólo haya un cuento

donde se cuentan las cartas y se marcan los deseos

con una cruz en la piel y una lágrima en los ojos…

 

quizá nos sobren sentencias y disculpas,

quizá, andá a saber, nos parta un rayo,

donde se enseña nostalgia y se sabe apenas esto,

tu boca dejando miel, y un beso largo…

 

si un fuego te quema el alma,

si la neblina o la esquina del herrero,

si un poema de amor te quema el alma,

pero hay que seguir queriendo…

 

si a ciegas un gesto inquieta,

si la ternura y la amargura se abrazan,

si nunca muere el amor y ruge el miedo,

pero hay que llegar al alba…

 

quizá nos sobren respuestas sin preguntas,

quizá, no sé por qué, todo es un tango

donde se sueltan los tajos y se abrazan los puñales

con una hostia de sed y una sed de perro viejo…

 

quizá nos sobren sentencias y disculpas,

quizá, andá a saber, nos parta un rayo,

donde se enseña nostalgia y se sabe apenas esto,

tu boca dejando miel, y un beso…


el embrujo del silencio

 

linda patada

la del invierno en la puerta,

hablando nada,

buscando menos que un rezo,

sólo moviendo las ramas…

 

y ni una bala

para romper los espejos…

ni un consuelo

para mentir la mirada…

 

lindo zarpazo

el de la lluvia en la cara

hurgando gestos,

dejando rastros de un trazo,

sólo rozando la cara…

 

y ni una trampa

para entender el embrujo…

ni un capullo

para dormir la mirada…

 

lindo milagro

el de la luna en tu pelo

hilando mi alma,

para tener el orujo

del desvelo…

 

linda palabra

la de la brisa en tu pelo…

y ni una trampa

para robar el embrujo,

del silencio…

 
 

luz

 

vi deshojarse una flor sobre mis manos,

y el silencio…

vi a un cencerro desahuciarse en pleno viento

y a un pueblo entero cantando en plena lluvia…

 

(viva Perón… luz… te quiero)…

todo lo demás es verso…

 

tu labial pinta un “te quiero” en el espejo

como las gotas pegadas en los vidrios…

 

(y la luz que se hace baba de tu aliento)…

todo lo demás lo invento…

 

yo vi a un infeliz pateando mil umbrales

sin animarse a romper una ventana…

lo demás no importa ahora…

es pura puja de psiquis y veneno…

 

pero a mí me tira un hilo de tu blusa

más que dos bueyes plantados y cabrones…

 

de repente esta ciudad es humo bueno…

huele al cuero de los cumpas laburando

y a las flores de tu pecho…

 

de repente es una purga de indecencias,

huele a cuero picoteado por los cuervos…

 

y nada más hay un sol para quemarnos…

 

…alguna noche será, mi amor,

mañana…

y el fuego tendrá su luna

para alumbrar a los ciegos…

aunque más no sea un dios de alcantarilla

o una mirada de amor y de locura…

 

ya ves qué poco me abriga la bravura

si la ternura no enciende su milagro

en un te quiero…

 

 

 
 

amor porque sí

 

la poca paz de un poema,

la dulce voz de la Negra en la ventana,

la lluvia…

 

la dulce paz de un poema,

la poca voz del otoño entre las plantas,

malvones…

 

tal vez no importe morir

si bien se vive,

pero quisiera temblar de nuevo

en cueros…

la misma plaza,

el mismo amor,

el mismo miedo a morir,

aunque no importe,

aunque no alcance…

 

la tibia luz de una vela,

la poca piel de la luna en la ventana,

la angustia…

 

de poca paz de una vela,

la tibia voz de la lluvia en la ventana…

te quiero…

 

todo lo demás no alcanza…

 

.............

 

 

la viuda del corazón

 

se ajusta el velo negro

como una paloma el blanco…

duerme en sus ojos el tiempo

y entre las manos lo suelta…

 

dulce oración de la siesta,

alguna canción beberá el llanto

hasta devolverle agua a la tierra

como si fuera a llover, como si fuera…

 

quizá enroque el corazón otra plegaria,

quizá perdone sus males

y calle antes de estar muerto,

como las flores…

 

la primavera…

 

quizá sepa el corazón su muerte hermosa,

quizá hasta le ponga un hijo a esa tristeza…

las ganas de acariciar, de ser paloma…

 

de blanco el pecho

y negro el velo que ensucia la mirada

porque te quiero,

porque me importa morir,

pero no puedo soltar el alma

así nomás sobre una cama desierta

que espera el alba…

 

si me quedara dormir, sería un sueño…

si me quedara esperar, sería el mundo…

 

a pocas calles del sol,

junto al rosal y la tumba,

duerme un retazo de amor

que todavía te canta…

 

al rozar el aire

 

en algún recodo de mis manos duerme tu ángel…

quizá en la arruga del tiempo al aferrarlo,

o en la sonora nostalgia de los dedos al tocar la lluvia…

 

igual corre como el agua el tiempo, la brisa, todo,

y la piel es una página sedienta de otro verso que la escriba

como las hojas que el viento mece lento, sin tocarlas…

 

en algún secreto de mis manos duerme tu ángel…

 

me parece acariciar el rastro azul de tu cuerpo en los pasillos…

quizá tu sombra escondida entre mis manos

o el ángel de tu silueta arrancándole los bueyes a un demonio…

 

igual tira como cuero seco el alma, tu olor, mi bueyes,

y la noche es una jaula de quimeras que se chocan con la vida,

lastimando una verdad irremediable mientras las manos se duermen…

 

en algún recodo de mis manos duerme tu ángel…

quizá en la arruga del tiempo al aferrarlo,

o en la ternura tristona de los dedos al rozar el aire…

 

Alsina y el Riachuelo

 

cuando las notas se mezclan entre el viento y los cables de alumbrado,

pero siguen siendo un tango desvanecido en los techos y en los patios,

mordisqueando la intuición de tu perfume en una calle vacía,

besando estrellas de un charco y putas de un padrenuestro,

como el beso que se cae de los sueños saliendo del Bacará,

queriendo vida,

corriendo perros perdidos y ladrándole a la luna

para ganarle una gota a la ternura,

para mojarme la boca con la lluvia…

 

quería mía…

aunque sea solamente otro poema llorado,

mientras las notas se enredan con el viento y la canción de la noche,

pero siguen siendo un trago dulce y manso, bello y triste,

entre las manos

que buscan en su capullo un dios de tierras y olvidos

que nunca puede olvidar, que sólo tiene su tierra

para ser nido…

 

querida mía…

otro verso puede desnudarme el alma en las canteras del miedo,

rozando la poca luz de la mañana en tus ojitos de nena,

en los dominios del sueño que viene a quemar mis velas

junto al puerto…

 

y otro verso,

como otro grito, amor mío,

viene a destrozarme el alma a sudestadas

mirando el río…

 

cayendo al mundo

 

unas pisadas gangosas por la calle…

pasa el diablo o se me escapa la vida?...

es más o menos lo mismo,

pedirle a dios un descanso en medio de la batalla…

 

algunos mueren, otros esconden las ganas…

todo lo demás es purga, viernes santo,

piel de oveja…

 

el amanecer me lleva hasta tus ojos

como los barcos podridos van a morirse en el Docke…

 

el amanecer me lleva hasta tus ojos

teniendo apenas la luna…

 

pero esto no es por caer, ni por rendirse,

esto por la necedad de hablar del alma

con palabras chiquitas,

con un suspiro de amor,

con una chispa de calma…

 

unas pisadas inmundas por la calle

quieren robarme la cruz de este desvelo…

te quiero y falta un mojón para ser pueblo,

mis manos sueltan sus horas a la rabia

y de repente son viento… algo que transcurre solo…

 

pero esto no es por pasar, ni por quedarse…

esto es por la necedad de hablar del alma

con lo que queda de tripa,

con un suspiro de amor,

con la sentencia en la llaga…

 

algunas noches irás midiendo el sueño,

otras despidiendo al ángel de tu blusa

para que vuele… paloma, miedito, lluvia…

 

algunas noches irás perdiendo el cielo

en una rama sin flor de cualquier árbol,

en una esquina cualquiera de Pompeya

o en un espejo de barro…

 

pero esto no es por caer, ni por rendirse,

esto por la necedad de hablar del alma

con palabras chiquitas,

con un suspiro de amor,

con una chispa que salva a los fantasmas

y a los grillos

al pie de la misma cama…

 

yunque

 

tanto va el martillo al yunque

que al final se rompe…

nada más humano y cierto que el empeño,

igual las penas,

igual el olor a barro de la noche

que trae sueños lejanos, como muertos…

 

es ese olor de la tierra que no duerme,

es la locura del alma que no espera…

 

en el deseo soy pardo, gris, plebeyo,

grasa de una realidad que engrasa el huelgo…

y en el odio soy soldado…

nada más humano y cierto que las manos

para matar a la bestia…

igual las venas,

igual que el hilo feroz de un barrilete

crujiendo de sequedad, como una hiena…

 

y es ese olor de la tierra que no duerme,

es la locura del alma que se agrieta…

 

algunas veces me olvido de los miedos

y creo en la dignidad de la palabra…

algunas veces fallé

y estoy muriendo

donde mueren las plegarias sin respuesta,

pues no hay dios ni peregrino que sostenga

la rebelión de los nuestros…

 

tanto va el martillo al yunque

que se rompe

como una flor en las manos de una madre,

como una bandera blanca en las fronteras…

 

es ese olor de la tierra que me llama,

que no me deja dormir sin pensamientos…

es la locura del alma que no miente,

ni se aguanta la tristeza

en la cama de los pobres…

 

seremos uno y millones,

los que fuimos…

los que somos en el fuego de una idea

que todavía sostiene

la tristona y bella, al fin, canción del viento

en una cama que espera…

 

otra batalla

 

algunas vírgenes duermen en el suelo

y algunos tipos morimos en la calle

pidiendo luna…

 

la necesidad se embarra en la llovizna

como si fuera una loca sudestada…

y apenas moja al malvón,

y apenas golpea las chapas,

pero grita mil demonios

y huele como cocina de brujas…

 

algunas mujeres pagan su osadía

y algunos tipos pensamos el deseo

queriendo lluvia…

 

la inmediatez se descuaja en la sonrisa

como si fuera una lanza despiadada…

y apenas roza el dolor,

y apenas pega en el alma,

pero escupe mil derrotas

y huele como perdón de tristeza…

 

algunas vidas regalan su buen día

y otras mueren en la calle, susurrando…

pidiendo luna…

 

la estupidez hace ver barreras vagas

como si fuera negar por la desdicha

esas cosas del amor,

esos temblores del pecho

que no se da a la derrota

y grita pidiéndole al pueblo

otra batalla…

 

vestida de miel y enaguas

 

a veces duele el rebenque del silencio…

pega como el alma mula da en el lomo,

pidiendo tiempo…

y acaba sobre el barniz de la mirada

que se congeló en la fe…

 

cieguitos viejos,

padres hermosos de mi alma…

 

a veces duele la fragua

que quiere enfriar al hierro que se quema

en una chispa de calma…

 

mil amoríos me traen a esta cama

llena de pájaros…

 

quiero…

 

y ya ni sé por qué quiero

si me mata la nostalgia…

 

unos tras otros, los pasos, los segundos,

los latidos,

unos tras otros se queman en la hoguera

que encendió el cuero estirado en la distancia

como un moco del amor,

como morirse sin gracia

en una zanja cualquiera…

 

pero me sobra amargura pa’ cantarte,

y dulzura pa’ sentir que aún quedan llagas

en el mismo remendón de la distancia,

y en tu silencio…

 

acuna y pega el peón su tibia fragua

que quiere enlozar al miedo en una estrella

vestida de miel y enaguas en la entrega

del último amor guardado en el garguero…

 

y es como un grito de guerra…

 

por nombrarte

 

me cansa el castigo triste de los santos,

no me importan sus protestas…

si lo que se dio por suerte o por ternura

se quita por rebeldía,

entonces nada se dio,

sólo fue un precio de usura,

otro mal día para levantarlo a pala,

como el tiempo…

 

compañera, tu sonrisa,

un cuchillazo en el pecho,

una caricia…

valen lo que vale el hambre de la vida…

todo lo demás es cuento…

 

trabajamos,

olvidamos,

nos dormimos…

(sueño tu olor, compañera)…

 

atrás del perdón de dios, te quiero,

por delante de mis ojos,

antes de vender las cruces por la calma

de obedecer a los cielos o al infierno…

allí te quiero,

perdido de mala piel,

hermano de un simple sueño

que se enredó en tu corpiño

y se voló por el pueblo…

 

tu amor me enseña a quererme

y no hay verdugo que decapite ese cuerpo,

ni bendición que me cubra las espaldas

después de un día sin dios, bien trabajado,

bien tenido entre los huesos

y agradecido a los muertos de este lado,

el lado del sentimiento…

 

trabajamos,

palos, sueldos,

y dormimos…

 

atrás de cada ilusión, te quiero,

por delante de mi historia,

antes que allanar los pozos de la cama,

antes que entregar la sangre por el miedo…

 

tu voz me enseña a llamarte

y el silencio ama a la noche…

 

…estoy callado,

solamente por nombrarte…

 

bestia y ángel

 

huele a río tu alma…

agüita dulce que embarra,

labios… rocío…

 

me huele a río tu alma,

poquita luna que quema,

manos y cartas…

 

temblando en el viejo umbral

el tiempo muerto

no se va a ninguna parte…

pero se duerme y está

soñando, quieto,

su prisa de caminante…

 

habla un grillo y canta,

carita larga que espera…

años… suspiros…

 

me habla un grillo y canta…

poquita luna que quema

tantos instintos…

 

abierto en un mal sin dios

el pulso inquieto

no se va a olvidar la sangre…

pero se duerme y está

soñando, nuevo,

tu seda de bestia y ángel…

 

huele a río tu alma…

agüita dulce que embarra,

labios… rocío…

 

me huele a río tu alma,

poquita luna que quema,

manos y cartas…

 

 

hojas

 

y si me duelen los ojos de mirar la luna

a quién le importa!...

tus manos llevan la seda de mi ojera

y queman hojas

donde el invierno remoja las promesas…

 

dulce hechura de tu cuerpo entre palomas

que se llevan el adiós a lo sublime,

como la seda en la ojera

o la bala entre las tripas,

madrugando a un corazón enamorado

que quiso dormir la piel en la ternura

como la brisa…

 

y si me duelen los ojos de mirar la luna

a quién le importa!...

la noche roba una pierna entre mis pasos

y anuncia rengos

donde el camino renueva la tristeza…

 

suave holgura del deseo en un abrazo

que se cierra en el amor como el silencio,

como la pierna en los pasos

o la rabia en la saliva ,

esperando otro perdón interminable

que puede calmar la sed de la locura

como la risa…

 

y si me duelen los ojos de mirar la luna

a quién le importa!...

ni a mí

que camino ciego con la lluvia

dejando morir la historia

en una rosa

que se deshojó en tu blusa…

 

 

 

cuando el otoño gastó su histeria,

cuando las veredas fueron sólo líneas

trazadas por la ilusión de un dios linyera…

y se caían las ramas con el viento,

y el viento era nada más que viento…

 

cuando el remiendo ganó la guerra,

cuando  los misterios dieron sólo arritmia

trabada por la emoción de un pobre invento…

y se quemaban las ramas en el viento,

y el viento era pura piel volviendo…

 

cuando el otoño gastó

y el remiendo hambreó promesas,

aún me sobraba pasión para escribirte

y un par de balas de plata en la guantera

para esperar lo peor

sin más tristeza que el cuerpo…

 

por eso vuelvo a rezar lo que no entiendo,

por eso vuelvo tener lo que no puedo

y a caminar por Pompeya,

viejo, rengo, solo, dulce de lloviznas

y enamorado del mismo amor sin dueño

que me mató en un zaguán de pura suerte,

porque me pegó en las sienes como un trueno

cuando el otoño me dio tristeza,

cuando el remiendo cubrió mis sienes…

 

 

palo y fuego

 

labios secos, cardos dulces…

soñamos la rebelión,

morimos lejos, soñando…

 

morimos viejos, queriendo…

 

palo y fuego, manos secas…

queremos morir de pie,

y el cardo es agrio, y el beso…

 

…el beso escupe su honor

sobre las tumbas del alma…

suelta el dolor de la sangre,

escribe un poema de hijos inmolados,

trasluce la piel del único fantasma,

le pega al miedo,

se revuelca en la pasión de la ignorancia…

 

el beso quema la histeria de los sabios…

 

apenas puedo mentir mi propia urgencia…

estoy volviendo,

y un beso me corta el cuero de tristeza

mientras me endulza…

 

…y las venas

son apenas una calle sin milagro…

 

el beso revuelve olores en el viento

pone flores como puestos de un mercado…

escribe cartas,

se revuelca de ilusión sobre la cama...

 

el beso siembra en la tierra de los pobres…

 

apenas puedo ignorar mi propia muerte…

estoy volviendo

y huele a mierda el camino sin tu aliento,

y más me falta…

 

mi propia muerte

no tiene olor ni lugar más que en tu pecho…

 

estoy volviendo…

y a penas puedo entender mi última calle

entre besos y palabras…

 

 

 

los pobres

 

una cunita en la sombra de una estrella…

…cómo que no!...

todo fuego tiene sombra y toda cuna una pena,

o una cancioncita vaga de recuerdo

que en la villa se renueva…

 

padre bueno, yerba santa…

 

entierro el alma en la lluvia…

aún te espero…

sabés que eso duele adentro

y que la felicidad es una carta

que a veces llega…

y si no, es dulce espera

que va comiéndote el nombre en cada gesto

como las olas se comen a las piedras…

 

hambre… sueños… la verdad…

los pobres queremos lindo

y también morimos lindo…

como durmiendo en la siesta

 

flaco dios, manso jardín, lunita tierna…

te quiero…

el amor es una historia que me viene despreciando

pero aún te espero…

y sabés que es un milagro

que apenas entiende a dios…

es un desgarro,

que a largas sostiene el cuerpo…

 

avemaríapurísima, soy negro,

dame una lluvia en la cama…

dame un cuero pa’ la rabia

que, te juro, voy queriendo…

 

una cunita en la sombra de una estrella…

…cómo que no!...

si las almas son de tierra

y cada flor huele a lluvia,

y cada lluvia se abraza a su secreto,

que a veces guarda una flor

erguida en el cementerio…

 

entierro el alma en la lluvia

como mi boca en tu beso

y vuelo…

 

poco nos queda de luna, compañera…

y aún te espero…

 

oro y maíz

 

(“las venas abiertas, querido hermano, van a florecer el mundo…

no sin llanto, no sin guerra… pero van a florecer el mundo”)…

 

de un palo seco y crudo,

de un invierno mal pagado,

de un viejo grito…

sale el resto de la savia,

la flor mojando un poema,

el labio que le habla al río

como si fuera querer,

pero es el tiempo…

 

cada arruga de tus ojos…

cada gota de llovizna,

cada lágrima del vino,

trae un ensueño mayor sobre las venas,

calma al invierno y modula el grito largo

como un suspiro de amor,

como un susurro en los huesos,

levantando polvaredas contra el miedo

y soñando a la libélula en la llama

como el canto del silencio…

 

por mucho menos se entregan falsos zurdos…

…por tu mirada me muero,

pero sigo

hasta la victoria y más,

hasta quedarme sin fuego

esperando al que me robe la sonrisa

para gritarle en la cara que estoy ciego,

que siempre fue mi enemigo,

que tengo amor, mas no olvido

al que me robó a mis muertos …

 

otro poeta durmió mirando al cielo

desde tumbas bolivianas, tan preciosas

como la cruz de tus piernas…

otro poeta, un guerrero, un guerrillero…

se le inventaron mil glosas,

pero era un hermano nuestro…

 

madre buena,

Sudamérica callada

que siempre vas a la iglesia

sin saber por qué te matan…

 

ahora ya lo sabemos,

y ahora somos la rabia

igual que la flor que canta,

dulce, simple,

jurando por patria o mierda

en la paz del cementerio…

 

y una estrella en la mirada,

clavada a mitad de frente

enciende mi alma…

 

 

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