la luna al Ducó

 
 

la luna al Ducó

 

tus manos viejas,

y negras, y gastadas

de aquello que no tuviste

y aún me diste…

la calma

de una palabra sin muerte…

 

igual que el tiempo

te habla después y al oído

como un murmullo lejano,

como un borracho dormido

entre los pasos…

 

te quiero,

ya estoy viejo como vos,

pero sin cuentos

para contarle a un enano…

 

ahí vamos, viejo,

salta la luna al Ducó,

la Quema canta

y ahí seguimos jugando…

 

 

.....

 

paredón y después

 

un barniz atrás del sol

negreando apenas tu alma

como si fuera una estrella

mal parada entre durmientes,

esperando a que amanezca...

 

(atrás del alba te espero,

bajo la luna)…

 

me incendia el cuerpo un deseo

y la locura me cuenta mil historias

de otras estrellas

encendidas en la niebla,

como un ciruja perdido

sin tu sombra,

con el brillo del hollín en las ojeras…

 

quiero

lo poco que anda de vos en los milagros

y todo lo que te sepulta en un pecado

que apenas tu hambre conserva…

 

otro amanecer es nudo en mi garganta

y canta el gallo…

si es ahora, pues que sea…

allá se vuelan mis pájaros…

 

y quiero

lo mucho que anda pidiendo otra mañana,

la necesidad terrible de las manos

que se durmieron temblando y sin remedio…

 

y otro sueño

viene a sacudir las chapas de estos techos

como si fuera un amor,

como si fuera un invento amar la tierra

donde cantaron los nuestros…

 

mirando robar la vida

 

para el que murió sin cruz y sin bandera

en una villa mugrienta…

para el que besó tu frente en el misterio

del amor que no se entrega…

para el viejo que perdió la fe y los pelos

mirando robar la vida,

para el que sangró un limón, porque era todo

lo que endulzaba sus venas…

 

para vos, y los que nunca volvieron,

para mis manos quemadas…

para el que rompió la hambruna sobre un catre

naciendo hijos al mundo…

para el que negó el dolor por darle dulce

a un par de manos chiquitas,

para quien parió sin sol y amó su lecho

porque es más de lo que tuvo…

 

no habrá más piel que la piel

sobre sus llagas,

ni más ternura que el nombre de sus hijos…

 

para el que murió sin luz y sin abrigo,

para el que dejó la carne en la entripada,

no habrá más piel que esa piel,

pero sus ganas

van a levantar más flores en los nichos

y más tormentas rugiendo otra mañana…

 

cenicienta

 

me abriga el viento y me miente…

la calle baja hasta el puerto

y el amanecer se hunde en la neblina

como una sirena echando barro al cuerpo…

 

me araña el pecho y llovizna…

el lado bajo del pueblo

va a denunciar esa huella en las arrugas

como una puta mirándose al espejo…

 

habla en la almohada,

el beso que se durmió sin amor,

el perfume que te cerró la nariz,

el labial desbarrancado en la camisa…

 

y siempre duele

como tus ojos volviendo desde el cuento

donde murieron las hadas…

 

me engrupe el viento y me quiere…

la noche cae hasta el fondo

y la soledad inunda las veredas

como ese olor a jazmín de piel y barro…

 

me enrama el pecho y me prueba…

el labio baja hasta el morbo,

quiere recordar las huellas en la arruga

pero se anuda las ganas a un pañuelo…

 

habla en la almohada,

el beso que se durmió sin dormir,

el perfume que te quebró la razón,

el amor desorientado en la distancia…

 

y siempre duele

como tus ojos llorando en el silencio

donde soñaron las hadas…

 

 

más atrás de los poemas

 

el esqueleto de un sueño,

animal viejo que fue elefante blanco,

atril que aguanta otro arpegio…

…ya me dolía en la piel la melodía,

ya me mordía la fe la lechiguana

mientras picaba en la arritmia…

 

y un brujo rompió el color de la tristeza

sobre las hojas que tiemblan en la calle,

mientras los pasos se pierden del silencio

más atrás de los poemas…

 

del pentagrama del alma,

soledad turbia que sale a dar batalla,

perfil cuarteando otro engendro…

 

…yo te sentía en la luz, yo te quería,

yo te contaba las pecas en la espalda

mientras la noche se abría…

 

de un salto quemé el candil que me cegaba

entre esas sombras que ayudan a cegarme,

mientras las hojas decían con el viento

tan dulces, tu voz, tan cerca…

 

como agua de la orilla,

como ternura del cuerpo,

sin más razón que la vida…

 

dulzor amargo

 

un poema es una carta que se pierde,

barniz ajado en las uñas de una vieja,

perdón sentido en las manos de un extraño,

dulzor amargo del viento… huele a flores…

 

nunca supe describir la piel del alma…

un poema es una historia que se escapa

en el ahogo infinito de un secreto

que te cruza la garganta… se oye lluvia…

 

desde todas las ausencias de mi vida

viene rodando un poema como piedra,

la quemadura del pecho, o la luna de Ferrer,

esa angustia que te embarra… duele adentro…

 

una carta es un poema que se dice

como quien dice los ojos a la muerte…

nunca te podrán robar esa mirada

que te sabe hasta el amor… habla del tiempo

y de las cosas que guarda la sonrisa,

y de las balas que tiene tu camisa,

y de tus ojos volviendo…

 

amor de abajo

 

laberinto de incoherencias,

otra noche…

y espiar por las rendijas del recuerdo

tu vestidito de luna

atado al talle

como el adiós que se ata a los gorriones…:

todo un sueño,

la realidad, el amor,

la imperfección de una gota en la solapa,

la desesperación de amar de nuevo

y de nuevo espiar la aguja de tu broche,

la inmediatez de mi alma…

 

por mucho puedo morir,

por tantos gritos calientes en la plaza…

laberinto de incoherencias,

puedo vivir por tus ojos

una vez más…

y me alcanza

para volver a los ojos de un extraño,

para besarte la panza, madrecita,

para querer hasta el miedo tu arañazo,

para desnudar la vida…

 

y por más que quiera ser,

soy lo que he sido…

atrás del mal trasnochado del silencio,

se escucha cantar el día…

 

y tengo un paso,

una certeza sin más que la palabra,

una herramienta mellada y sin codicia,

un erotismo de perro en la llovizna

una emoción de puchero,

pueblerino, populacho,

mugre de la sociedad,

amor de abajo

que viene sabiendo el vuelo…

 

así te llevo…

y por más que quiera ser,

soy lo que tengo

y no quiero otra ventaja más que un grito

nacido desde las venas…

 

casi sobra la razón…

pa’ qué negarlo!...

me falta un cacho de sol

pa’ abrazarme en tus caderas…

 

esa parada de sombra

 

I

aprieta el frío,

tu boca roja, tu boca,

el puerto, el río,

y esa mirada de loca…

 

en mi camisa,

en las cornisas de mi alma,

el manto, el viento,

y ese arañazo en la piel…

 

desanda el rengo,

tu huella dulce, tu paso,

el puesto abierto

y esa parada de sombra…

 

en mi desvelo,

en los andrajos que dan

el rastro, el credo,

y ese descuido en la piel…

 

II

si hasta en los dedos

vuelve a doler el saber

que estamos vivos

como los cuentos de hadas

que creímos

cuando los niños durmieron…

 

y durmieron

en el abrazo caliente

de otro invierno

que vino a hacerse querer…

 

III

desloma el fuego,

tu boca roja, tu boca,

el fuego, el leño

y esa caricia de rosa…

 

en mi incultura,

en las ranuras del hambre,

el verbo ajado

y esa patriada a la luz…

 

desanda el verso

tu paso tibio, tu rastro,

el puerto, el río,

y esa mirada de loca…

 

en tu pañuelo,

en los harapos del pan,

el rastro, el cielo,

y ese acertijo en la luz…

 

IV

si hasta en las manos

vuelve a doler el saber

que estamos vivos

como los cuentos de hadas

que creímos

cuando los niños soñaron…

 

y durmieron

en el abrazo caliente

de otro invierno

que vino a hacerse calor…

 

de un negro inmundo

 

tembló la piel del rosal,

sufrió la hoja ese invierno,

y se hizo un Borges

negreándole el alma al verso

como un rengo

corriendo atrás de la lluvia…

 

puro invento…

igual no mata,

pero me duele el plumazo…

 

escribió un negro cualquiera

“yo te quiero”…

y ahí nació la poesía…:

en una cama de pulgas,

en el riñón del deseo,

en un colegio de Luppi,

en la ventana…

 

el poema

de un negro inmundo…

 

y apenas debo a mi amor

el paso inculto

que tumba la borrachera…

 

igual se muere…

pero me jode el desprecio…

 

lo dijo un negro peroncho…:

“yo te quiero”…

y fue un poema sin luna,

que no necesita luz

para ser bello…

 

la lluvia en el lagrimal

y el verso bueno de Homero

en tu pañuelo

me siembra hambrunas…

 

te quiero

y no hace falta negar…

si igual se siente

todo lo que lleva el pecho…

 

no me corras con los borges,

soy poeta, no erudito…

 

te quiero y duele en la carne…

lo otro es viento

que se regala finito en la vereda

sin nombre propio y sin luz…

 

miro a la luna

y te quiero…

lo dijo un negro cualquiera,

lo escribió Homero…

 

los trapos del Borda

 

a un par de pasos del sol,

queriendo apenas dormir

sobre tu pecho,

llorando apenas

y atragantado de luna…

el pulso quiere

lo que me queda tan lejos,

y aunque nada es imposible

igual no puedo

sostener algunas frases…

 

serás lo que debas ser,

por vos me muero,

ni un paso atrás,

no habrá ninguna…

o como dijo mi viejo:

“acá te aguanto”…

 

a un par de pasos del sol

ya no hay milagros…

todo es un cuento de víboras y sapos

queriendo llegar al día…

 

y un cencerro,

uno al menos que me suena a campanita,

me devuelve el sentimiento de costado,

con una flor en la cama

y un puñal entre las manos…

 

otro invierno

viene a probar el budismo y la resaca

sobre una cama animal que duele a cachos

como lo que pudre el pecho…

 

adiós se canta,

a Dios se espera…

pero en el Borda se cosen otros trapos…

 

decime que lo entendiste, compañera...

que nada mata un amor,

que el flanco urgente

es urgente ser batalla y ser bandera

a un par de pasos del sol,

donde se muere…

 

perro de obra

 

el precio de un descuido,

el mal consuelo de un paria,

el perro herido

ladrando sobre una obra…

 

a veces pierdo,

pero por lo peral protesto

el mal olvido,

el poco sueldo en la mano,

el guiso de hambre

en la aventura del alma…

 

y huele a heno,

igual que a sangre o jazmín,

igual que a llovizna o mierda…

 

y huele a eso,

que no sabemos decir,

pero se siente

como el dolor de estar vivos

en las venas,

como el amor de vivir

sobre la obra,

ladrando pa’ los ladrones

que se llevan

la inocencia del sereno…

 

a veces vuelo,

pero casi siempre me desato…

y vuelo

sobre la tierra,

arrastrando

cada paso

como una sola idea…

 

y huele a eso,

a lo que supe pedir

casi llorando

cuando dijiste “te quiero”,

y sin embargo

se llevó todas mis ruinas…

 

y no quiero,

pero si puedo elegir

me quedo muerto

con la poesía…

 

 

sueños de alcantarilla

 

chanel en una boca de luna,

como una lágrima sucia en mi solapa

o un sueño de alcantarilla,

en una zanja de barrio,

en una música vieja

que tararearon las sombras

y un profeta

acostumbrado a comer olor del patio

en tu vestido de novia,

en una noche de barro,

en una resaca larga,

que se quema

junto a los sueños…

 

y no son flores, ni reinas,

avemaríapurísima, ni besos,

ni francias bordando el cuello…

son sudores del infierno

que se hace hada…

 

y me lleva…

 

sigo el perfume del cuento

como un viejo

mendigando sangre nueva…

 

y no me gusta…

prefiero el olor a río,

el cuero roto

en las barandas del docke,

en un reposo del viento

que llora en el Riachuelo

su mal de amores…

 

te quiero

y estoy volviendo a la niebla

como el barco que no fue,

sólo se perdió viajando y…

 

tanto tiempo,

un parpadeo es un mundo de ilusiones

y un instante de silencio…

 

sé que tus manos tocaron otras lluvias,

quizá distintas del barro en que nacimos…

la huella de una oración mal presumida

viene marcando la piel con dioses viejos

que apenas pude entender en tu mirada,

aún queriendo, o negociándole el paño

a esa belleza que camina por tus ojos…

 

y el paso cuesta otra vez, lo sé, me quedo,

tanto ácido en la piel, me voy quedando

como el que clava la ausencia en la ventana

y deja pasar las horas por la calle

mirado nada, esperando, mirando un sueño

que apenas pudo entender en tu mirada

aún queriendo, o descosiéndose el alma

mientras se queda la vida en el pellejo…

 

y sé que es dulce el cansancio de la noche,

más aún que tu perfume en la mañana,

porque la luna levanta los rocíos

que se hundieron en tu ropa, hasta tocarte

y nada huele lo mismo, nada,

ni las flores…

 

no quiero simplemente recordar la madrugada

con la luna en la ventana sin arrugar tu vestido…

sé que es más dulce el aliento que el suspiro

y que se enciende en el aire hasta la asfixia

y nada huele lo mismo, nada,

ni el olvido…

 

entre el ángel y el infierno

 

carril de espejos,

la ropa de la llovizna

a medio paso del ángel

y a media cruz del infierno…

 

apura el alma,

y manda por las cornisas

en carne viva un rosario

y a puro salto el desvelo…

 

si te pudiera contar

la poca luna…

si te pudiera escribir

las viejas calles

atragantadas de hojas

en la lluvia…

y tratar de acariciarte…

 

si te pudiera mostrar

la ropa sucia…

si te pudiera escribir

los mismos versos

enamorados del ángel

y el infierno

y bailar hasta encontrarte…

 

el gris y el cielo,

la copa de la resaca

a medio trago de amarte

y a media piel de ser cieno…

 

apura el alma

y escupe por el apuro

un poco mucho su labia

y un poco más su secreto…

 

si te pudiera explicar

por qué te quiero…

si te pudiera decir

las mismas calles

atragantadas de pasos

sin regreso

y tratar de acompañarte…

 

si me pudiera explicar

la luna sucia,

si me pudiera decir

por qué te quiero

en las barandas sin dios

del Riachuelo

y gritar hasta callarte

sin adiós…

 

 

 

de cinta y jazmín al pelo

 

un hombrecito marrón,

de vida y traje discretos,

apurado en la estación,

corriendo al tiempo…

 

y se va… se van las horas,

se va el temblor

que desborda la mirada

en el último vagón,

como los pobres,

como la zurda,

como la nada…

 

una pibita de azul,

divina y… ropa de viento,

complicada en el trasluz,

corriendo al tiempo…

 

y se va… se van los trenes,

se va el sabor

que demora la llegada

en el mágico escalón,

donde se duerme,

donde se nubla,

donde se ama…

 

y el remiendo de la piel

dice un rosario de luz,

cuenta un sol maravilloso

y una luna sin palabras,

que se olvidó de llorar

mientras la lluvia la baja

hasta las calles,

donde se acuna,

donde se calla…

 

donde se duerme,

acostada en un cordón

que es una almohada

de estrellas

en la zanja…

 

hay un poema de amor,

de labia y lustre sin miedo,

atajando la idiotez,

debiendo un sueño…

 

y se va… se van los versos,

se va el dolor

que trastoca la esperanza

en un trágico raspón

donde te duele,

donde te tumba,

donde te tiene…

 

una pibita de azul

de cinta y jazmín al pelo,

enredada en el olor

de un viento bueno…

 

y se va… se van las manos,

se va el pudor

que desgarra la mañana

en el látigo del sol

donde se muere,

donde se oculta,

donde se siente…

 

y el remiendo de la piel

dice un rosario de luz,

cuenta un sol maravilloso

y una luna sin palabras,

que se olvidó de llorar

mientras la lluvia la baja

hasta las calles,

donde se acuna,

donde se calla…

 

donde se duerme,

acostada en un cordón

que es una almohada

de estrellas

en la zanja…

 

 

 

empieza a llover y nace otro tango…

en el secreto del pecho que no escucha

más el punteo liviano de la lluvia

que llama herencias…

 

el paso viejo del alma sobre los toldos,

amores niños, quizá, de pasos largos y viejos,

picando el cuero,

clavando uñas al techo de los ojos

que no se olvidan del cielo…

 

destino absurdo, melancolía absoluta,

amores viejos, quizá, con rostros niños y rosas

en el manojo,

queriendo lunas que apenas son bichitos

en un farol encendido…

 

y cae la noche…

empieza a llover y nace un tango

como el perfume en las flores…

 

madera mojada

 

arrima lejos los ojos la mañana…

un perro arrastra el hocico por las flores

y el dulzor de la llovizna es mayor que el desengaño…

 

si apenas paga el perfume de estar vivo

como besarte la frente entre los cardos,

arrastrando el beso manso en las espinas

que apenas pagan un grito

y se arrepienten del santo,

y no nos tienen…

 

el frío, amiga mía, el invierno,

viene meditando el resto de la noche

para sorprender de cuajo, entre reproches,

a los más pobres, a los más buenos,

a los que enlozan la luna en la mirada

sólo pa’ verla un poquito…

un poco nido,

otro poco resistencia…

 

todo lo demás es grito,

paloma del cardinal que abraza el viento

mientras rechina la leña

y se hace fuego

en una carta tramposa,

que se juega como historia,

pero se paga con hambre…

 

y un puchero es una rosa…

 

el frío amigo, querida, el otro invierno,

el que calienta las patas de la cama

con la ternura del hijo…

 

entre cenizas

rescato el cuerpo dormido de mis sueños

que eran madera mojada…

un poco nido,

un poco alma…

y qué importa?...

si igual me quemo…

 

Pompeya adentro

 

volver!... a dónde?...

de dónde volver?...

no hay regreso del infierno

ni inmigrantes que regresen…

 

el raso de tu vestido es cosa seria,

es un amor, una estrella en la frontera,

una bandera en la escuela de mi barrio,

el oficio de mis sueños…

cal y tiempo,

sangre asida a los ladrillos,

una casa con olor,

Pompeya adentro…

y la luna en la estación,

fumando trenes sin dios

que nunca pasan…

 

adiós!... por qué?...

de dónde adiós?...

no hay olvido entre los huesos

ni recuerdos que se incendien…

 

el filo de tu pollera es viento crudo,

es un amor que me corta la garganta,

una bandera en el fondo del silencio,

más que una flor en mi tumba…

cal y sueños,

barro prendido a la orilla,

y todo el río…

Pompeya adentro…

y la piel sin más perdón,

ni siquiera el de otro dios,

ni un pan bendito…

 

volver!... a dónde?...

de dónde volver…

si somos aquellos niños

que jugaron a ser viejos…

 

para el final

 

…que sea un día sin viento,

para no perderme

entre los huesos del puente y el olvido

que lleva años adentro…

 

allá dirán mis cenizas cuánto quiero,

cuánto quise…

los desvelos

y la bellísima urgencia de las manos

estirando el pan al fleco de la luna,

como si fuera tu pelo…

 

tu vestido,

entre Pompeya y la Quema,

como un sueño,

mojando la realidad de la belleza

acorralada en un gris viejo del pueblo,

que apenas canta,

que apenas vuela…

queriendo

esa herrería de amor que ensucia el patio

oxidada de después en un susurro

con flores secas y más…

con una lluvia

desprendida de tus ojos, compañera…

mirando dormir los hijos,

como estrellas

iluminando el espacio de un arrullo…

 

que en la muerte,

me hagan fuego…

cenizas del árbol viejo,

caliente…

que me dejen desbordar en el Riachuelo,

cayendo por Puente Alsina…

 

…que sea un día sin viento,

para no perderme

entre los huesos podridos de la suerte

que lleva años sin cielo…

 

algún pájaro traerá el sudor del celo,

esa criatura loca entre las venas…

como la sangre en tus piernas,

tan de siempre,

tan del alma,

tan mi cuerpo…

 

que sea un día sin viento,

y que me lleve a la Quema la ceniza,

flotando como el adiós

en las cornisas de un sueño…

 

fosforitos

 

princesita,

brasa inquieta del farol,

leñita hambrienta de luz,

punzón del fuego…

 

cada noche,

para el dueño del dolor

recito un verso de amor,

canción del viento…

 

te quiero

como el rastro quiere al pecho,

como se duerme la luna en las orillas…

te quiero

como lo que no se pierde…

 

es sólo un juego,

la vida, digo, seguir,

es todo un juego

creer o quedar desnudo,

es sólo un juego

que se hace carne un segundo,

y luego vuelve

a desatarse en su nudo…

 

madrecita,

grasa linda de la flor,

mechita hermosa de luz,

razón del cuerpo…

 

cada noche,

para el duende del dulzor,

escribo un verso de amor,

punción del sueño…

 

te siento

como el llanto siente al paño

que lo sostiene mojado en las orillas…

te siento

como lo que no se pierde…

 

es sólo un juego,

la vida, digo, seguir,

es todo un juego

creer o quedar desnudo,

es sólo un juego

que se hace carne un segundo,

y luego vuelve

a desatarse en su nudo…

 

flores de sombra

 

y si callaran los truenos en tu boca,

y si en tu boca durmieran los aullidos

de tantos perros corriendo por las obras

como gendarmes de un cielo sin permiso…

 

y se estallaran las horas en mis manos,

y si en mis manos se hundieran los motivos

de tanta luna espiando los andamios

como la novia de un viento sin olvido…

 

algunas matas de sol secan su ropa

para volver a gritar bajo la lluvia…

como si fuera el vestido de una loca

flameando en el pobrerío…

 

flores de sombra… y alguna canción de amor

que arropa un rezo

en la triste decepción de una paloma

que se perdió en su secreto…

 

y si me hablaran los muertos de una idea,

y si esa idea tuviera esta nostalgia

de tantos ritos hermosos que se mezclan

como se mezcla la sangre en la palabra…

 

y si estallaran las horas en tus labios

y si en tus labios durmiera la ternura

de tanta raza maldita en sus pedazos

como la rabia de un viejo ante la usura…

 

algunas babas de luz mojan la estopa

pero la piel no entregó la parafina,

como si fuera el martirio de una bruja

flameando en la sepultura…

 

flores, banderas… y aquella canción de amor

que arropa un rezo

en la dulce imperfección de una paloma

que se perdió en su secreto…

 

vos

 

desando el sur,

pero tu sombra se desanda

en la llovizna

de un cuerpo en cruz

que me levanta de las horas

mal tenidas…

 

y espío a dios

como el mendigo que no duerme

y no despierta,

y escupo al sol

que no calienta por los fondos

de la vida…

 

y siempre vos,

última luna de mirar

despacio el tiempo…

y un lindo adiós

para decirle a la ilusión

que no es invento…

 

de nuevo vos,

única excusa para hablar

de un trago inmenso…

y un crudo amor

para entender al corazón

en su silencio…

 

 

desando el sur,

pero mi paso se detiene

en una esquina…

tu cuerpo en cruz,

que suelta el clavo de las broncas

más benditas…

 

un lento ardor,

un mal de ojos que no lavan

las estrellas…

y miro al sol,

que no me tienta con las luces

de la vida…

 

y siempre vos,

última luna de mirar

despacio el tiempo…

y un lindo adiós

para decirle a la ilusión

que no es invento…

 

de nuevo vos,

única excusa para hablar

de un trago inmenso…

y un crudo amor

para entender al corazón

en su silencio…

 

paradoja

 

en una parada vieja,

los olores de la urgencia…

y el destino

que corre para otro lado…

 

…y uno espera

que desboque la pasión,

que parta el tiempo,

que doble el alma en un sueño

como pidiendo razones por los muertos

o excusas para estar vivo…

 

una idea...

apenas una emoción

que estruja el pecho

en una idea maldita…:

tanto cielo…

 

las medianeras de mi alma son bajitas

y tienen vidrios de punta…

y una estrella

puede llamar a los perros…

 

en una canción de cuna,

los temblores de la carne…

y el destino

que corre para otro lado…

 

…y uno escucha

el desplome del adiós,

el desconcierto

que dobla el cuerpo en un sueño

como buscándole el miedo en los orillos

que nunca sangraron lejos…

 

una idea…

me raspa aquella emoción

que apura el trago

en un embrujo de amor:…

y tanto cielo…

 

las medianeras de mi alma son bajitas

y tienen vidrios de punta…

y una estrella

pone a ladrar a mis perros…

 

 

 

 

llovizna atrás,

algunos pasos que vuelven a taconearme en la oreja,

como el murmullo liviano del pobrerío jugando

con los charcos y las ranas…

 

ropa húmeda que nunca seca el viento

y se perfuma de nuevo,

y sin pereza

vuelve al cuerpo del viajero…

 

algunos olores vienen a recibirme hasta el tiempo,

como la arruga en las manos de una vieja

que acariciaba a las flores…

(los pucheros, los trajines, los dolores,

endurecen la ternura,

pero no borran caricias)…

 

calle arriba,

el mismo precio de amar y dar la vida

en un suspiro profundo…

 

algunos pasos que vuelven a recordarme el camino

y dónde estaba la ausencia

que se hizo arruga en mis manos…

 

pulso adentro,

llovizna atrás,

calle arriba,

alguna piel me renueva los misterios

y me desata los nudos de la historia

con tu secreto simplísimo en el alma

que siempre sigue jugando

a recibirme en el tiempo…

 

cuando era invierno y volabas

 

rompiste el diario…

una tras otra las hojas fueron agua;

lloraste el libro,

como ladrillos de historias

que al mirarte se levantan

en una carta doblada sin sentido,

y sin remedio…

 

rompiste el beso en la niebla

hasta hacer agua los labios en la noche

con un secreto imposible de perderse

en una noche tan larga y tan oscura,

en una cama tan alta y tan de nunca,

en una lechuza blanca que desnuda

con sus alas, las estrellas…

 

solamente

agradecer este invierno en la ventana

puede sostener el miedo a la locura

cuando se escapan las horas por un gesto

que nada sabe del tiempo…

 

simplemente

atravesar el vacío del silencio

puede traer las palabras y el murmullo

que sostenían la piel de la locura

cuando era invierno

y volabas…

 

el amor de los pobres

 

…Buenos Aires, mon amour…

no entiendo el verbo…

algunas coplas me queman la mirada

y otras me plantan un juicio…

 

allá te vi, flor del seibo,

luna chica…

allá te vi cascoteando la distancia

con una mueca de fe sobre los barcos

y una palabra bendita…

 

los polacos, los gallegos,

los borrachos,

los franceses y los cuervos,

los perdidos y los ñatos de Soldati,

y los muertos de la Plaza,

y los hijos del misterio…

 

a medio tranco del sol

lloran mis hijos,

a media curda del alma…

 

my love… el tiempo es nuevo…

mierda que sabe a nostalgia…

pobre tierra…

el muerto es nuevo

siempre que vuelve a ser de otros,

como el billete que vale lo que vende

en su lento leprosario de riqueza

que no vale ni un poema…

 

pobre vientre,

el de la madre maldita por sus hijos,

el de la hija vendida por su madre,

el de los padres del miedo…

 

mi amor, mi tierra,

tu vientre…

 

a medio tranco del mal

cantan los santos,

pidiendo quién sabe qué?...

 

y el pueblo vibra

en las canciones de siempre,

en las cenizas de un cura,

en el amor de la gente

que se arrima hasta el asombro

con una flor en la vena…

 

Eva y Juan…

qué lindo amor!…

lo otro es mentira…

lo otro es el pan pa’ los pobres,

pura lija

carcomiendo la belleza…

 

…Buenos Aires …

quién parió tanta indolencia?...

 

a medio tranco del mal

cantan tus sueños

de nena tonta,

de monja vieja…

 

a pocas casas de acá

 

el desprecio en un zanjón,

los ojos altos, violentos,

y la tristeza lejana de los sueños

pitando un faso mojado

atrás del saco, atrás del fleco,

en la solapa gastada,

gritando Viva Perón

en una pared callada

que se hace mapa del cielo…

como el amor de los santos

sin remedio,

como el sermón de los días,

sin descargo,

en el dolor de los huesos

que se queman

como los libros quemados,

se queman…

 

y huele a tierra el rosario

y hasta dios huele a ginebra…

 

te quiero

y esa es mi herencia…

me parte un trino…

te quiero

y vale un rezo,

aunque rezar sea en vano…

 

si voy a morir peleando,

que sea un sueño,

no una mentira…

si voy a vivir soñando,

que sea un hombre,

no un mercenario…

 

a pocas casas de acá,

se llora el río…

en una calle cualquiera,

Erezcano al fin del mundo,

donde corta el Riachuelo,

entre Pompeya y Soldati,

entre la luna y el barro,

al fin del nombre…

 

te quiero

y esa es mi ciencia…

 

me parte el trino,

soy sabio

y soy anciano

de un par de besos…

 

si voy morir queriendo,

que sea un gesto,

no una letrina…

si voy a vivir soñando,

que sea todo,

todo lo que haya perdido

entre las manos…

apenas la realidad

de una vida…

 

de seda en cruz

 

corrí las calles que vi

corriendo al lomo de un sol

desperdigado…

mordí las manos que di

mordiendo un beso sin voz,

desesperado…

 

y a la vuelta, un serafín,

cachetes de trueno en flor,

sopló un olvido

sobre mi frente…

y apenas barrió una flor…

 

…sigo corriendo en la calle,

y, hasta los ojos, mugriento

como el que mira al dolor

desde las manos

que tocaron tanta tierra

y tanto cielo

en un manojo de barro…

 

rompí las trampas que abrí

rompiendo un grito de amor

desde la sangre…

sentí la piel que encendí

sintiendo quemar un dios

inquebrantable…

 

y a la vuelta, esta pasión,

zarpazo de seda en cruz

marcó el destino

sobre mi espalda…

…y apenas clavó una cruz…

 

sigo corriendo en la calle,

y, hasta los ojos, mugriento

como el que mira al dolor

desde las manos

que tocaron tanta tierra

y tanto cielo

en un manojo de barro…

 

con la bandera y el fuego

 

apenas puedo empezar este poema,

tiene los pozos de un sueño mal dormido

y las caricias del alma desbocada…

 

de nuevo ese olor a tren quemando aceite

y esa ranura del mal tirando cuerpos al río

como cuando éramos fuegos o cenizas,

cuando aprendimos que el hambre está en la tierra

y hay que cuidar a los hijos…

 

pero… cielo… cómo se volvió sortija del destino

la maldición del viajero?,

la dulzura de un olvido que no abraza a la belleza?…

quién escupió en el ombligo de esta carne

vendida como carroña al falso brillo del cuervo?…

 

de nuevo esa sensación a cuna rota,

y ese grito en el dolor de los amantes,

y este desgarro en la boca

que se partió contra un muro de mentiras…

 

duele cielo…

duele saber que donde unos dieron vida

otros destrozan su cuerpo…

 

lo que nos queda por dar ya no es un sueño,

sino su urgencia, su rabia y su hermosa pertenencia

a los misterios de un hombre simple,

de un pueblo entero…

 

apenas puedo empezar este poema

sin lagrimear en las tumbas

de treinta mil de los nuestros

y prometerles que estoy

donde sus huesos me hicieron un soldado

para comenzar de nuevo,

paso a paso,

sobre las calles de un sueño mal dormido

que pide volver a hacerlo

y a pelearlo

con la bandera y el fuego…

 

carbón y llovizna

 

Amanda guardó el ajuar,

Manuel enfundó la faca

y se hizo viento

entre la lluvia y el día…

 

linda luna, musiquita,

linda piel para dormirse

en unos brazos de luz,

que nunca quisieron sol

más que sentirse

como se siente el carbón

entre las chispas…

 

así de simple, mi amor,

así de dulce el renglón

donde se nace y se muere

el viejo poeta,

el mismo trago marrón

que atragantó la canción

con una estrella

al filo de la estación,

al borde de la emoción,

a cuero en lágrima…

 

bella…

bella amiga,

amada mía…

 

en una carta, este amor

deja la historia

contada en pocas palabras

que aún alcanzan

para ser vida…

 

si Amanda guardó el ajuar

y Manuel nunca volvió…

y fueron viento

entre la ausencia y el día…

 

 

en una noche sin luna

 

dejo una luz encendida

por miedo al fiero…

como el farol de la esquina,

o la luna en el Riachuelo,

alzando el alma

sobre un fuego tan hermano,

una inocencia tan cruda

que sabe a hiel, como un sueño,

y a poema en un papel,

como el olvido…

 

un recuerdo, sí, una trampa

en una muda de ropa tan lavada,

que, no por necesidad, sino por vieja,

se quema en la soledad de la mirada

que arde como una chispa…

 

estoy viejo,

como tus manos…

el terciopelo liviano de la historia

conoce la suavidad

y las arrugas,

y escribe el verso…:

te quiero…

la ceremonia es pa’l cuore,

yo estoy viejo,

sobrándole el tajo al tango,

como un perro

que le ladra a las estrellas…

 

paso y quiero,

la segunda es pa’ morir

atrás de un beso empiojado de ternura…

 

embrujo de poca fe…

quema la lluvia

igual que un beso…

como el farol de la esquina

o un tiro en el Riachuelo,

cuidando el alma

pa’ que muera de dulzura

y no de miedo

en una noche sin luna…

 

 

 

a veces canta…

no sé quién, ni qué,

un gorrión o la resaca,

o el mismo orgullo

que no me deja dormir

hasta que sangre

la llaga…

 

a veces canta…

porque sí, y también

porque se entrega…

 

es un infierno en la piel,

como una perla

que desconoce su brillo

y su belleza…

sólo se entrega,

y también

desguaza el alma

porque es de palo

y plebeya

como las ganas…

 

y a veces canta…

y a veces llora después,

porque es tristeza

en una fiesta de luces

sin mañana…

 

si te pudiera explicar

lo que me dijo el dolor

junto a la almohada…

si te pudiera querer

como te dije quién soy,

tragando babas,

bailando a solas…

 

es un infierno en la piel,

quema los huesos

y escribe cartas de amor

tan sin disculpas…

 

y de nuevo

a veces canta,

como un gorrión en la sangre,

como un beso

que no calla…

 

fantasmas de la calle Crespo

 

(había en Pompeya un taller y una casa con piano…

jugábamos a ser libres en la siesta…

lo otro es olvido)

 

la fina luz de una estrella entrando sola a la calle,

pobre y vieja,

va arrastrando un resbalón de jabón blanco…

 

(imposible negociar con la nostalgia)…

 

la piel recuerda el sabor de la ternura

y prefiere resecarse sin belleza

antes que morir de excusas

en una cama sin dios ni borracheras que intenten

hablar de frente a esos dioses que se escapan…

 

la frescura

de un fantasma sin renglón para otro verso

quema otra canción de cuna…

 

y el labio tierno

muere de amor

relamiendo su silencio

en una noche sin luna…

 

la esquina aquella de adioses

que se hizo amante del hambre

viene a levantarle el tango a tu pollera…

 

(imposible negociar con la tristeza)…

 

la piel insiste en saber cuándo coagula

y se desnuda hasta el alma entre dos gotas

que prometen ser la lluvia

en una calle sin dios ni lagrimeos que intenten

mojar la frente al amor que arde en la tumba…

 

la locura

de un fantasma sin renglón para otro sueño

quema esta canción de cuna…

 

y llora un niño

donde ya no escucha nadie,

en un traspié de la luna…

 

el fondo del vaso

 

porque me duele tu olor,

porque me duele,

beso este verso sin luna

en la arruga de tu blusa,

en la bandera del tiempo,

en el misterio del alma

que camina

como un ciruja…

 

pierdo los pasos de nuevo…

atrás se duerme mi barrio

igual que morir de amor,

atrás se duerme mi fe,

sin más excusas…

 

y el frío

parece en dulce puñal

de amaneceres…

te quiero

aunque parezca mentira

estar despierto

atrás del cuerpo que llama

a su verdugo

pa’ que le queme los huesos…

 

porque me duele morir,

porque me duele,

marco este lado en la cama,

en la angustia de la trampa,

en la blandura del ángel,

en el secreto del alma

que camina

como embobada…

 

busco mis pasos de nuevo…

y no se duerme mi barrio…

Igual que morir de amor,

jamás se duerme mi fe...

sólo se calla…

 

y el tiempo

parece en duro pincel

de atardeceres…

te quiero

aunque parezca mentira

estar despierto

atrás del cuerpo que llama

a su verdugo

pa’ que le queme los huesos…

 

 

 

para seguir a la luna

 

destilo tu ultima carta,

quizá la única,

ahora que me hace falta

como el agua, leerte…

 

trato de no merodear las mismas calles…

ni cada sombra conserva su misterio,

ni cada luna se seca en tu vestido

como lo recuerda mi alma…

 

igual me muero…

canta un grillo y…

pobre amor, duele en las chapas,

mientras la lluvia golpea

y la necedad recuerda

esa entripada…

 

y el tiempo gasta la lija

de los ojos, de las manos,

de las manos que se atreven,

de los ojos que persiguen la sortija

como un borracho que trepa a los tapiales

para seguir a la luna…:

nada lo tiene

porque nada lo detiene…

y el calesitero,

ése es un hijo de puta!...

 

sólo la excusa de hundir la piel al barro

como un puñal sin reveses…

 

igual me muero…

pobre amor, y…

canta un grillo entre las chapas

mientras la lluvia golpea

y la soledad rescata

esa tristeza…

 

otro ingenuo

viene a lamerme la rama...

 

el viento es viejo

y habla de historias hermosas

que lloraron

en la mañana...

 

destilo tu ultima carta,

quizá la única,

ahora que me hace falta

como el agua, leerte…

 

mirar tus manos,

como mariposas yéndose,

aleteando,

viejas de viento,

bellas de tocar la miel

cuando hace falta,

como ahora

que me hace falta leerte

en la ceguera del sueño…

 

sin olvido

 

pacatería de lluvias,

mucho grillo en el zanjón

y alguna lechuza vieja…

 

cruje el alma en las bisagras de la puerta,

en una puerta cualquiera,

al sur del mundo,

recordando la llovizna en las veredas

como si fuera canción

o embrujo bueno…

(santamaría… tu voz…

y atrás el viento

despistando a los poetas)…

 

en esa misma estación nació mi madre,

la misma donde cantaron mis hijos

y creyeron mis hermanos,

y mataron compañeros…

o en otra parte tal vez,

en mis ojeras,

pintarrajeadas de hollín

en primaveras del barrio de la quema,

donde cantaron mis hijos,

donde se amaron mis padres…

y unos pájaros se fueron…

 

y a pocas calles de acá

descubro el hambre,

un poco por necedad,

otro poco por poesía,

pero casi todo hambre,

de la linda y de la otra,

de la que duele en la panza

de la que te marca el talle…

 

platería de la noche,

ajuar de brujas…

tu beso…

una libélula loca de remate

entre Manzi y la partera de las nubes

que traen agua a las calles…

(pan de vicios, tu pollera,

dulce animal de mi viaje

que va lamiendo la tierra)…

 

a pocos nichos de acá

descubro mi hambre,

donde volaron mis hijos,

pintarrajeados de yuyo y humedad,

donde mataron a tantos,

donde quisimos…

 

y esa sonrisa

que descarnó los durmientes de las vías

en esa misma estación

que sólo existe

en la quietud de mirarte

sin engaño

y sin olvido…

 

la plebe maldita

 

palo atado al corazón,

pilar del vuelo…

un gorrión quemó sus alas en el puerto

y una veleta oxidada ancló en el puente,

marcando el sur en el ruedo de tu blusa

como si fuera un lucero para mi alma…

 

faro turbio, luna tuerta,

piel de negro…

 

otro amanecer desprecia este rosario…:

traer despacio el renglón desde la noche

pa’ que canten los extraños…

cuero urgente…

 

sólo un perro ladra en la cuadra desierta

y el mismo embrujo es mirar de cara un charco

y encontrarte

donde no hay más que ilusiones sin recetas…

 

otro sueño

quiere robarme la fe de estar parado,

esperando el mismo tren

que nunca llega…

 

y estoy viejo…

las manos saben a cal

y el cuerpo tiembla

como la necesidad de hacerse blando

en una cama que espera…

 

y estoy loco

como la necesidad que se envejece

pidiendo el mismo milagro…:

aquel embrujo,

mirar un charco y besar a las estrellas…

 

te quiero,

y aunque lo sepas lo digo,

y aunque esperes un anuncio en las vidrieras,

sólo te quiero

en la herencia, en el ombligo,

en todo lo que me queda…

 

el tiempo aprieta la voz,

y el mundo cree en un dios

que vende un sol a dos pesos

pa’ matarte

por una muda de ropa…

 

igual se muere…

Perón nos contó una historia

y todo vuelve a pasar…

 

por eso importa…

si hay que morir por amor,

que sea de fiebre,

no de ignorancia,

ni por una excusa idiota

que arme flores

donde la rabia ya es peste…

 

en esta historia de cuervos

 

recuerdos largos…

una estrella entre las sienes

y el cuero descamisado…

 

amor de perros,

mata la rabia

y el viento

regala historias…

 

tu cuerpo

huele a bandera,

a morirme,

a lluvia dulce,

a bandera

en una escuela de barrio,

en un aljibe

que seca el alma

y recuerda

que a veces llueve

sin miedo…

 

y saca agua,

de donde no queda nada,

ni el desprecio

de estar viejo…

 

igual se aguanta,

como las ramas se aguantan la tormenta,

como el puente aguanta al río,

como el amor a la histeria…

 

igual se aguanta la suerte

en el desierto,

mientras te quema la fiebre

y una víbora te besa los instintos

con el calor de la nieve…

 

llueve y mata,

la soledad,

el insomnio

y la terrible conciencia de estar vivo

en esta historia de cuervos…

 

y tu cuerpo

huele a perdón

aunque sólo dios perdone

la inocencia

de ser tan pobres…

 

entre las nubes y el barro

 

la estrella del almacén…

picaba lejos la luna

y se empacaba

como una mula maldita,

atrás del alba,

antes de caer del cielo…

 

no he visto tal poesía

en otro sueño…

un especiero de angustias

en la frente

y un despilfarro de luces

en el viento…

 

como cuando te creí

tan de mis manos,

y de mis pasos las calles

y los charcos,

a medio aroma de abril

a media vida del vientre,

a media historia,

entre el deseo y la piel,

entre las nubes y el barro,

a medio vuelo…

 

después la vida,

como cuando te creí

tan de mi pecho

igual que el aire y la sangre,

tironeando…

igual la vida,

pidiendo,

que en la luz del almacén

vuelva el poeta

y en una esquina de Luppi

cante el gallo

para clavar tu sentencia…
mi amigo zurdo

 

hoy,

luz de sal,

piel de monja…

hoy recuerdo otro martirio

entre treinta mil dulzuras

que hicieron callos

en los treinta mil destinos

de mis manos

hechas de viento…

 

y entonces quiero

lo que jamás decidí,

la vida misma,

quiero que duerma

en tus manos

como un sueño

que explica el alma…

 

otro cuero

en otra luz de la fe

del mismo hueso…

eso decía Yupanqui…

el labio grueso

de hablarle al viento

a los tumbos,

como un cuento

que besa el lecho…

 

otro arrullo

duerme a las bestias

que recalan en la sangre…

igual no quiero,

prefiero la necedad

de una promesa,

el salvajismo feroz

de la mirada…

 

mi amigo

anda indiando como yo

los viejos libros

que nunca esperan un día…

 

 

igual te digo

 

la greda de la soledad…

y bueh… los días,

las nostalgias que vivimos

apoltronando las rachas

en una pocilga tibia…

 

el corazón…

 

al filo de la rebelión,

un buey… sangría…

rediciendo lo que digo,

acostumbrado a las malas

igual me animo a la vida…

 

(el corazón raspa y grita)…

 

sabe el cuerpo

que las basuras son sueños

mal dormidos…

y el pecho manda

porque sabe andar en cueros

bajo la lluvia,

en la trampa de estar vivos…

 

igual te digo, querida,

que este sueño

no se resigna ante nada,

que todavía te quiero,

que me duele el zurdo,

y sí…

a veces canta dormido

aquella canción de amor

que ya olvidaste y…

 

no importa, igual te digo

que la vida no se olvida…

 

un fleco de la pasión

derrumba un muro de inviernos…

 

todavía oigo tu voz

en esa plaza

donde cantaba este pueblo

mal vestido

como una murga descalza

por la niebla,

buscando el río…

 

desde abajo

 

la humedad frunce el papel…

es una lágrima, un charco,

es ese juego de luces en los ojos

que anda negreando los párpados dormidos,

y cuelgan como unas bolsas de agua

que caen sin entender

por qué una lágrima puede

lo que no pudo la rabia…

 

si el pueblo tiene

lo que ganaron sus muertos…

 

a veces lloro en silencio

y me desdigo,

y hasta temo odiar mi nombre

por un vuelto… y…

es tan humano llorar hasta los huesos

como comerse los mocos en la calle

viendo cómo se nos va la vida

riendo,

casi vendiendo el dolor,

casi olvidando la fe…

 

el tiempo corre

y yo escucho

a los viejos de la feria,

a los pibes de la villa,

a la llovizna en el techo,

y el gemido de una niña

en la ventana…

 

vos…

te quiero…

 

la humedad es puro verso, compañera,

es una lágrima envuelta en tul de calma

que se arrastra por los pasos del silencio,

sin explicar el dolor de la mirada

en una cama sin dios

o en una calle sin eco…

 

pasa… es bueno

mirar cómo pasa el día…

 

pasa el viento por el filo de la espina,

como el aliento que pasa entre los labios,

o en el hocico de un perro…

 

y escucho un “viva Perón” de madrugada…

quizá mi viejo gritando desde el viento

que no me entregue…

quizá mi alma esperando que la siga

hasta los barros…

 

la humedad frunce el papel…

es la poesía

que se llora desde abajo…

 

balas y flores (el amor sin camisa)

 

después te cuento otro cuento,

ahora te miro a los ojos

y me guardo las palabras…

si vos sabés que me llora la garganta,

que tus hijos ya sembraron mis secretos,

que te miro por la piel y con el alma…

 

después te cuento el infierno,

ahora me pierdo en tu sombra

y me sobran las distancias…

si vos sabés que me da lo mismo un rezo

y un descuido maldiciéndome los besos,

o un conjuro de papel en una carta…

                                

después te cuento otros miedos, compañera…

ahora te miro los pasos

y me quedo

recordando la belleza de los niños

jugando a contarse sueños…

 

hay un tiempo marginal

que no se encuentra

ni en las fotos, ni en el diario…

queda adentro,

queda en las manos latiendo…

es una idea que nunca se desdice,

ni se aprende, ni se enseña…

apenitas se recuerda a penas

y duele lindo al salirse, compañera,

como las flores que se abren

en el viento…

 

después te cuento otro cuento,

si es que puedo…

ahora te miro a los ojos

como un niño

que se lanza de la hamaca

para alcanzar a la luna,

y en la tierra

pierde el alma por un juego

entre la tierra y el cielo,

pasto, grillo…

o sólo piel y suspiros…

 

ya tenemos

demasiado para ver y hablar del tiempo…

después te cuento otro cuento, compañera,

ahora te miro a los ojos

y te quiero

como se quiere mirando

y en silencio…

 

el ángel y la vizcacha

 

sigo queriendo remendar la tierra,

refrendar la urgencia,

remediar la herencia…

 

y somos pobres, mi amor,

y somos negros,

como el que perdió el anillo

y se mordió los nudillos

por quererte…

 

y voy en patas

por tu desnudez hermosa

de libélula entrampada

en una vela quemada…

 

y siempre vuelvo a creer,

aunque no pueda,

en que se puede creer

que hambrunas buenas

merecen la realidad de una resaca…

 

ando en cueros,

amando un sueño

que se me escapa…

estoy viejo

como mis hijos…

 

no hay más,

y el coito a ciegas

de un ángel y una vizcacha

me acerca al mundo y…

no sé, me vale un poema,

y hasta una lágrima vale,

aunque no valga

ni dos pesos la coherencia

cuando se cuelga del hambre…

 

pura vena

sangrando en el lagrimal de los desagües

como una monja que reza

al pie del apocalipsis…

 

nada queda

pagando el vuelo feroz de tus enaguas

cuando se duerme Pompeya

y caen lavas

como lloviznas bizarras del deseo…

 

pero es la noche nomás…

nanitas buenas

mecen la cuna infinita de los niños

que esperan otra mañana…

 

pero es la noche nomás,

mañana empieza

otra estupidez de feria en los harapos,

negociándole virtud a la tristeza

de ver cómo nos matamos…

 

sigo viejo,

sigo queriendo remendar la tierra

y sigo viejo

como mis hijos morados y arrugados

en la piedad de la iglesia…

 

el viento llama…

nobleza obliga al poeta,

el viento canta…

te quiero…

 

alguna vez callarán las dulces quejas

del animal resentido?…

no lo creo…

la carne duele peor que la mirada

porque en la carne se muere,

no se sueña…

 

entonces, reina,

serás un árbol reseco

sin la savia

de lo que se quiso vida...

 

un perro, un cuervo,

o la mismísima cara de la virgen

en el lagrimal feroz del Riachuelo

pidiendo nada…

 

y te quiero

hasta no saber mi nombre…

 

este infierno

es el regreso a la vida de los muertos

que quisieron otra suerte…

entonces vivo

por esos que me quisieron…

vivo, vuelo,

por treinta mil que volaron,

sólo vuelo

o me arrastro por las calles

recordando

que cada paso es la guerra,

como un beso

o una flor sangrando barro…

 

iskra

 

palito seco…

un tiento pa’ atar la cruz

y un diente flojo pa’l tiempo…

de leche, sí, una ilusión,

botija lleno de luz,

no hay más que eso en la piel,

la misma herencia…

un clavel…

 

florcita pobre…

no entiendo todo ese amor

pendiente apenas del tiempo…

de grasa, sí, una emoción,

barrito inmundo de fe,

no hay más que eso en querer

la propia sangre…

y volver…

 

a andar despacio

las mismas trampas

porque, a contra piel se ve,

que siguen vivas,

como las ganas de ser

apenas eso…

 

un yuyo tierno

que se le para al infierno

como un árbol

que nunca aprendió a caer…

 

palito seco…

una rama que recuerda

que la leña era verde

y el carbón desprende chispas

pa’ que el fuego

no se doblegue…

 

Paula

 

niña…

penita vieja en las manos,

leñita ardiendo,

mañana…

 

niña…

carita linda en mi pecho,

lunita abierta,

distancia…

 

duele

lo mismo la soledad

que un mal de ojos

que duele

mordiendo ruda

con caña…

 

y no te calma

ni se persigna en los santos

de una noche…

pero espera…

ay, que nazca,

de la pasión y la fe

un sueño apenas,

o una mirada,

o dios…

 

(…)

 

niña…

lanita gruesa en los ojos,

rocío dulce,

bandada…

 

niña…

balada urgente en el cielo,

herida ardiendo

en la cama…

 

y duele

lo mismo la realidad

que el lindo sueño,

que duele

gritando lluvia

en la cuna…

 

que no recuerda

ni se resigna al ahogo

de una noche,

pero te espera…

ay, que nazca,

de la pasión y la fe

un sueño apenas,

o una mirada,

de paz,

de amor…


y nada,

nada se entrega,

nada se empaña,

nada se queda sin voz

cuando se canta…

 

mi niña,

lunita dulce,

palabra de la llovizna,

apenas luna,

apenas agua…

 

donde termina la piel

empieza el cielo…

eso que sueñan algunos

y a mi me mata…

 

desde Videla hasta el Che

 

suelo rondar la iglesia

y tirar flores al lado del cordón,

pidiendo tierra

para que nazcan lombrices…

 

suelo penar la siesta

y tirar flores al sol

como hundiendo cicatrices

para que sangre el amor,

para que nazca otra vida

entre los yunques,

purgando fraguas de honor

con un silencio…

 

de Ulises a Pinochet hay una franja

que mide apenas milenios de desgracias

y toda la vida queda igual de flaca

en un poema…

 

la urgencia es ancha,

y no mide ni una llaga…

desde Videla hasta el Che

hay un insulto

que se come mil mañanas

y unas migajas de pan

entre las manos más buenas…

 

tanta tierra

y una absurda destripada

ensucia el alma

en una canción de cuna…

 

arriba viejo!...

el cuerpo llama

como la sangre en las venas,

y un poema

tira la vida de flaca

con sus bueyes

hasta que sea mañana,

hasta que sea

hoy

lo mismo que la mañana…:

una migaja de pan

en manos buenas…

 

suelo rondar la iglesia

y tirar flores al lado del cordón,

pidiendo tierra

para que nazca otra vida

para que sangre el amor

en la tristeza

de recoger una flor

al costado de la iglesia…

 

ventanita en la Sardá

 

lluvia en las manos

y un herraje mal dormido en la mirada

queriendo cerrar un sueño a medianoche,

donde se oxida el olor de los malvones,

donde se enluta el deseo…

 

en tus enaguas

baila la viuda de un sueño sin entrega

que ensartó el velo brillante de la luna

a esa partera nublada…

 

y llueve,

y hasta me da por morirme

en esta arruga del alma

que tiembla apenas,

que calla,

temblando apenas,

creyendo

toda esa calle despierta

que va hasta el sueño y…

 

despierta…

 

empieza el día…

la calle gris,

el amor que se desanda,

la distancia…

 

y llueve apenas

pensando

aquella lluvia en las manos

y un herraje mal dormido en la mirada

queriendo cerrar un sueño a piel del alma,

donde se endulza el candor de los malvones,

donde se levanta un muerto

y no hay más flores calladas…

 

de nuevo

que el niño llora y la piel…

la piel que es leche del viento

y llora el tiempo…

vuelve a mojarte la cara

y es hermoso

como mirarte en el río

o un charco

que huele a río…

 

de nuevo

y llueve afuera…

un desgarro

como abriéndose un jazmín

entre los sapos,

huele a partera en la niebla…

 

migas de rouge y pan

 

lejos del río aquel,

quizá soñando,

quizá, no sé…

cómo era el brillo

de tu mirada…

 

un espejismo gris

y tu cintura,

y más no vi…

desde el quejido

de mi guitarra…

 

claros que confundió

la ciega espera del corazón,

abierto en ríos,

quizá soñando el abrigo…

 

manos que fueron luz

de lluvia dulce con la pasión

sombreando abismos

por tu cintura de nido…

 

flores de polvo y sal,

quizá perdiendo,

quizá no más…

todo está escrito

en un poema…

 

migas de rouge y pan,

detrás del beso,

y más de atrás,

desde el suspiro

de la belleza…

 

labios que la inrazón

durmió en la tela del corazón,

desnudo a gritos,

quizá soñando tu alivio…

 

manos que fueron paz

y guerra limpia de la verdad

rompiendo abismos

por tu cintura de nido…

 

lejos del río aquel,

quizá soñando,

quizá también

volviendo al río

después…

 

antes de volver a casa

 

nostalgias, decía mi viejo,

y eran palomas corriendo en la cornisa,

como verdines de estrellas levantadas por el viento…

 

el paso firme

y los ojos relamiendo otra mirada

prendida de lagrimar de apuro al fondo del barrio…

 

barro grueso esta ginebra, compañera…

mil años, che, que no miro aquellas sombras

desde un terraplén de incienso hasta tus manos

que destiñen el hollín de mis ojeras

como un beso de agua pura…

 

calles perras,

perros buenos… y la luna

suspendida en la resaca y el silencio…

(o son palomas corriendo en la locura)…

 

nostalgias, decía mi viejo,

y se cagaba de risa mirado triste al espejo,

como queriéndole entrar a los bañados del alma…

 

un rezo a veces,

poco dios para acicalar zonceras del destino,

demasiado corazón para las trampas del hambre…

 

barro dulce esta ginebra, compañera,

el grito de la ilusión va por Tabaré y las vías

pitando un verso de Manzi,

medio inclinando el sombrero…

(…que no me mate la lluvia esa brasita

antes de doblar la esquina,

antes de volver a casa)…

 

 

la ternura y la rabia

 

hay una tumba de agua para tantos…

por eso amo la lluvia,

porque me engrasa los ojos con los años…

también porque suena adentro

y huele como tu pelo…

 

muchas veces te dormís y escucho al viento

arrullando las nostalgias…

una gota es un disparo,

una rama en la ventana es un suspiro,

sólo una gota rompiéndose en las chapas

sólo una rama golpeándome los vidrios,

o tu respiración,

o tus temblores,

o el pulso de treinta mil rompiendo un charco

con una sola canción, aquella,

entonces… te acordás?...

 

entonces vuelvo a querer que la lluvia sea agua

y fuego el fuego,

que no se olvide tu piel de la caricias,

ni el corazón se resigne a los olvidos…

 

muchas veces te dormís y escucho al pueblo

susurrando las distancias…

y un poema es una gubia que me clava

todas las cosas queridas

en la ternura y la rabia…

 

 

 

parecida al diablo

 

del puerto en luz

rompió la fragua una historia

quemada a carbón y grapa,

casi novia del silencio,

pero no,

cardón del alma,

grito escapado en el viento,

entre las manos,

en las yemas de los dedos…

 

dios, tu grito,

adiós sin trampas

que quiere morirse adentro

de una guitarra

muriendo

como el eco de la lluvia…

 

pura leña

y una ramita de sol

pa’ no que falten los sueños

en una canción de cuna…

 

bruja linda,

dios, tu enagua

enredándome el olor de la llovizna

en un suspiro sin calma…

 

desde la imaginación

hasta los ruegos del cuerpo,

leña en llamas,

y una raja de la luna

llorando sobre las chapas

pa’ que no muera de nuevo

esta canción

de amores largos

y misas pobres de pan,

perdón que el vino no da,

pero recuerda, y…

 

tu beso…

 

del puerto en luz

rompió la fragua una historia

quemada a yute y cigarro

en una cama bendita

que se parece al diablo,

pero es cielo…

 

mientras te nombraba el tango

 

recién atrás del adiós nombré al destino…

era el ombligo del viento entre mis manos

como un jazmín en las manos de un ciruja…

 

de paño o yuyo… ya ves, era de barro,

la misma luna que vi sobre los techos

perdonándome la suerte por la Quema

mientras te nombraba el tango…

 

amor, las vías,

vos y un poema de Homero,

y una parada de lágrimas perdidas

en el final del dolor,

en el principio del cuento…

 

y huele a plazas,

ese perfume a dormir sin pensamientos,

esa sensación de ir por las barandas del viento

en la cicatriz del alma,

en el obligo de un sueño…

 

apenas nace otro día…

recién atrás de morir sentí la vida

y era el temblor de tu cuerpo…

 

la luna, Eva, Juan y vos

 

luna,

garita en la puerta de casa…

pa’ que me sobre el milico en el velorio,

pa’ que me mate tu alma…

 

luna,

mujer que se arrima descalza

pa’ que se quemen los bichos en el fuego,

pa’ que me quede un mañana…

 

luna,

pintadas en la pared,

sombras de marcas

que quedan

rompiendo el tul de una piel

de miel y espinas…

 

la vida,

que a veces duele

y promete una esperanza

como gritando volver

sobre la plaza

cantando…

 

luna,

de hierro y flores que ven

posar el pecho

en la luna

donde los nuestros cantaron

la mañana…

 

luna…

Eva y Juan en la mirada

de la luna

entre hierros y entre flores

que se clavan

en esta noche de lluvia…

 

28… memorias del hospital

 

no sé cómo fue llorar aquella noche…

te fuiste hombreando la arena del cansancio

sin escupir a los dioses,

ni explicar lo que hizo falta…

 

mala tierra la que lava los recuerdos

con una pobre llovizna…

 

de tus ojos

guardo lo negro de ver lejos la historia

y el amor de andar buscando los caminos

en una calle cualquiera de Pompeya,

cerca del río y la Quema…

 

nada más eso hizo falta…

que sea el bario,

que sea un sueño…

 

no sé por qué se me embolsa la memoria

entre los párpados viejos ya, marrones,

igual de oscuros que el sol de tus ojeras…

 

compañero, amigo mío, dios, mi viejo,

negrito que hurgó la miel de la perrera

bajo la cuna del hijo…

 

te quiero llamar papá

y me duele el pecho,

y se me rompe la voz en la belleza

de gritar las cosas tristes…

 

el mal nos duele a los dos,

y al fin descreo del brillo de la luna

que no se llora en el río…

 

sólo eso me dejaste, viejo lindo,

este destino

de amar sin más que un abismo

entre el suspiro y el aire…

 

y otras cosas

que aún no entiendo,

y quizá nunca comprenda…

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