Canción de la perrera
los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando, la hermosa vida
(Jaime Sabines)
rica la miel de tu boca,
perra buena,
la hiel del tiempo también
besa la idea de amar
entre los labios,
y espera
que endulce el alma después
todas las cartas…
que si te dije mi amor,
que si dormiste la fe
sobre mis manos…
que si dormiste la fe
sobre mis manos
o si te dije mi amor
tragando piedras…
y el alma
que apenas puede cantar
una plegaria,
se acostumbra a la razón
y pide vena
después
para endulzar estas cartas…
honda la luz de tus ojos,
perla oscura,
la piel quemada de sol
sabe el arado de amar
hasta los huesos,
y espera
que sepa el cuerpo también
todas las trampas…
que si te dije mi amor,
que si dormiste la fe
sobre la historia…
que si dormiste la fe
sobre la historia
o si te dije mi amor
ahogando mañas…
y el alma
que apenas puede cantar
una plegaria,
se acostumbra a la razón
y pide vena
después
para escapar de las trampas…
como un trueno en el silencio
remiendo el mismo cartón que hundió una lágrima,
el viento, la lluvia, el tiempo,
un verso largo y tu voz
quebrando el alma
contra la misma razón que alzó tinglados
sobre mi espalda desnuda,
como si fueran a darnos un abrigo,
como si la vida fuera resguardarnos
bajo las chapas…
te quiero
y apenas puedo entender otra mañana,
mientras remiendo la risa de los otros
en la piel de una camisa apolillada
que prefiere desgarrarse hasta los cueros
para volver a empezar desde las llagas…
mi pueblo, tu pueblo, el pulso,
late en la consagración de una mirada
que atraviesa los destinos de la sombra…
algunos mueren,
algunos muchos murieron…
ya no hay sobras en la mesa,
todo lo que queda es sangre que despierta
como la luna en la zanja
o el grito en el paredón…:
Perón o mierda…
mierda mejor que un olvido,
fuerza mejor que un milagro…
algunos mueren,
algunos muchos murieron, compañera…
y ahora qué?...
vuelve el perro a la perrera,
queda la rabia en el hambre del destino,
como la luna en la zanja
y el suspiro en el dolor…
te quiero y quema
como el amor de los nuestros…
mi pueblo, tu pueblo, el pulso,
late en la consumación de una mirada
que atraviesa los deseos de ser tierra
como un trueno en el silencio…
del tiempo
los que somos, los que fuimos…
un palo en el cardinal
marcando el centro del alma
y un farol quemando el miedo…
busco adentro de mis manos la llovizna
(años de tocar las plantas en el patio)…
busco adentro de las manos la llovizna,
en la yema de los dedos,
en la seda del recuerdo, en la neblina,
esas cosas que nos duelen en el llanto…
y en la misma cicatriz
me abrazo al sueño de un pájaro infinito
que no precisa escaparse…
sólo vuela, sólo canta, solo vuela…
como ese viento en tu boca,
sin dormirse…
la historia me trae atrás de una bisagra
que chilla como maldita,
como los fierros podridos que sostienen
la luna del Riachuelo en Puente Alsina…
un poema
que escucho al caer la noche y la nostalgia
como la luna en tu vientre…
al fin me entrego
a no poder perdonar los malos pasos,
ni resignar un suspiro…
todo lo que tengo está en pocas cartas
que son del tiempo…
algo menos de poesía y más bandera
quién viene a quebrarme el brazo?...
me sobran tallos añosos y cicatrices de leña,
amor delante y perdón de amante, me sobran
para pedirte perdón y para amar con la guerra
lo que se defiende al filo de la sangre…:
la belleza de un pueblo libre…
te quiero…
y quién quiera oír que aprenda a oír las voces…
no hay vida donde se matan los sueños,
ni hay sueños donde se vende la vida…
me enseñaron a contar,
eso me alcanza para numerar traidores…
me enseñaron a leer,
eso me sobra para entender a Cortazar…
me enseñaron a creer,
eso me ilustra una cruz en las ojeras
y una estrella entre las cejas
como la gorra del Che,
como la luna en la niebla…
me enseñaron a escribir y escribo…
entonces estoy igual que mis viejos,
solo y pobre,
gritando el canto del alma a pura gola
como escribiendo una carta a la ternura
en medio de la tormenta…
el mundo sigue
y a veces ya no me importa…
hay un muerto en el espejo
que me pide
un poco más de razón y menos flores,
algo menos de poesía y más bandera…
el paso quema
cuando se camina al viento, recordando…
hay un muerto en el espejo que me pide
que no olvide a mis hermanos…
la tristeza
es un beso en el ajuar de una viuda parturienta
que no recuerda a sus hijos,
pero arrulla lo que le queda…
los que nunca se encontraron
callitos viejos,
la dureza y la vejez de una caricia,
callitos tiernos,
mojón de la calle oscura al fin del barrio,
amor de perros que sueñan…
el insomnio
ayuda a perder despacio la tristeza…
despacio se va el cansancio
y nada queda,
sólo el olor del deseo en un brasero de leña
que quema flores y cáscaras de naranja
para ahuyentar los olores del tabaco
y la humedad…
y una estrella
se me clava sobre el techo como faro,
una monja sin piedad que escribe al verre
ese amor de los que nunca se encontraron,
ese amor que se hace niebla…
más me quiebra de costado la tristeza,
como la lanza del Cristo,
y no soy mago,
ni rabino, ni canción…
soy sólo un verso en tus manos…
los cobardes y los vendidos
me quema el alma tu amor,
me rompe el pecho, poeta, compañero…
ese destino de flor abierta al fuego,
ese río por las venas que cantaron
como en el libro de Eduardo,
como las llagas, abiertas…
quién se acuerda de lo blanco del mantel
antes que se vuelque el vino de la copa?...
tanta ropa nos hizo más animales
sin querer… me pesa el tiempo,
pero tendría que hablarme sin histeria,
despojando la fonética del hambre
y los calambres también…
me quema el alma tu amor,
me rompe el pecho…
peor me rompen la calma los cobardes
y los vendidos…
quién se acuerda de volver descamisado
como volvieron los negros del exilio
con un tatuaje en la espalda…:
patria o muerte!…
quién se acuerda de los hijos que robaron
estos que hoy venden brillos y sentencias
que no podrían pagar ni con sus hijos…
dios me salve del perdón..
no soy buen padre,
pero tampoco asesino…
la tierra de la piedad
corrimos atrás del sol
igual que atrás de una hoja…
y era el viento…
viento en las manos,
lluvia en los morros,
deseos, mejor que piernas
para correr como sangre por la siembra
atrás de una mariposa,
atrás del cuerpo
que espera
dormirse quieto en la tierra de los sueños,
la tierra de la piedad,
la que no llega a las alas…
y éramos compañeros,
y éramos montoneros,
y éramos vida…
negritos
que se sabían las llagas…
a un par de pasos de acá perdí el destino…
era un juego entre mirarte y perseguirte
igual que atrás de una hoja…
y era el viento
como el perfume que escapa por los techos
cuando la lluvia levanta las veredas
hasta el olfato del alma…
y éramos libres,
aunque quisieran matarnos…
ni los besos
sostienen esta mortaja de pasiones
que se comieron sus miedos…
nos debemos treinta mil necesidades,
nos debemos una estrella en la bandera
y esas ganas de ser patria…
rezo un verso
que hablaba de ser mejores que la nada
y todavía lo creo…
así de simple,
la mano muere en el rastro que la mide
como aquella medianera sin fantasmas
pelando vidrios de punta pa’ la luna
que se ensartó en la mirada de la lluvia,
cerca del pueblo,
en la zanja de la ternura,
en el charco de la desgracia…
todos los que van al sol pidiendo ayuda
son más flojos que carneros,
son arrugas
que se pagan con dinero,
son como remediar lo irremediable…
agua bendita,
perdón del miedo,
milicos quemando gente…
como un dulce avemaría pa’ los pobres,
mientras los muertos se queman en sus huesos
como loquitos sin dios
que no resignan sus sueños…
temblando
dejame llorar,
dejame morir de luna
en cualquier noche sin dios,
en cualquier barro de lluvia,
porque es mi barro…
dejame llorar,
dejame arrugar tu blusa
si después queda el sabor
de morder agua de lluvia
porque es un beso…
de parco nomás me voy
hasta la esquina,
callado…
ni sé qué espero,
quizá que llore la noche
entre mis manos…
y vuelvo,
de parco nomás,
callado…
midiendo el suelo
pa’ no caerme
donde se cae la luz,
como hojas viejas
temblando…
dejame llorar,
dejame volver borracho
de no ser príncipe azul,
de no ser palo engrasado,
de no ser cuento...
dejame llorar,
dejame adorar tus ojos
en cualquier noche sin dios,
en cualquier resto de asombro,
porque es mi sueño…
de parco nomás me voy
hasta la esquina,
callado…
ni sé qué espero,
quizá que llore la noche
entre mis manos…
y vuelvo,
de parco nomás,
callado…
midiendo el suelo
pa’ no caerme
donde se cae la luz,
como hojas viejas
temblando…
bonita Eva de los villeros
(los villeros son esos que aman su villa,
los argentinos somos esos que amamos nuestra Argentina…
sí, Mauricio… somos negros…
un honor que nunca será tuyo)
Eva,
bonita…
ramita en flor
y la noche en puro vuelo,
mientras soñamos,
mientras queremos…
luna,
llamita,
la leña chilla
y se rompen los secretos
mientras cantamos,
mientras creemos…
del palo al cielo
hay descuidos…
los hay más que descuidados…
el enterrador le dio la cuenta al viento…
y el cura dejó de orar,
pero ya están los milagros…
somos negros
como el frío,
como el agua del Riachuelo,
como el olor de los muertos
y el encaje que se borda
en tus enaguas…
paloma, vida…
memoria…
se me mojaron los ojos al nombrarte
y se me hundieron las ganas
en cada parte
del cuerpo…
otra lluvia
puede mojar sin piedad
el villerío…
somos negros
como el filo de una daga,
como la noche en el puerto,
como una canción de cuna
en la garganta de un negro…
Eva, linda…
te quiero y muerdo mis manos
porque no saben dormirse con la brisa,
porque quieren ser destino en la sonrisa
de los villeros…
y no importa
si pesa más que el dolor…
el cuerpo pesa y me lleva
a rastras por el amor
que no se entrega
a los cuervos…
la última luna
perplejo, azul de ahogo, imposible,
el desparpajo de un sueño en tus enaguas
era como ver un duende entre las plantas,
picando grillos con vidriecitos de punta,
sólo para darles fuego…
el especiero maltrecho de las brujas
vino a remendarme el alma…
y esa luna
me tragó la soledad hasta el desvelo
imaginando tus ojos en la almohada,
casi riendo,
con vidriecitos de punta en los tapiales,
sólo para dar más gracia…
no hay un deseo, mi amor, que aguante el mundo…
tus manos rompen la jaula de mi historia
apenas palpando el pulso de mis venas
en la ilusión de una calle desmentida…
y somos fierro oxidado en las veletas,
y somos pan de maíz en las neblinas
que muerden su única siembra…
bajo, roto…
perplejo, morado de ego, insoportable,
el desparpajo de un duende por tu pelo
enciende la última luna
hasta ser libres
lanita seca en el viento,
piedras de agua,
gotas de vidrio…
rocío como espinas del silencio… y…
tango!...
(padrenuestro que soñás en otros techos,
no me robes esta luna de las chapas,
que apenas entibia el cuerpo…
somos pobres, somos hueso,
somos el pueblo que sigue)…
tus ojos buenos queman la noche cantando,
tus ojos lindos, querida…
y mi sordera te entiende en lo sublime
de morder la voz del barro
hasta el cansancio,
hasta ser libres…
otra mañana regresa con la feria
a perdonar el dolor de la pobreza
en una esquina del barrio…
fruta fresca,
fruta podrida, mi amor,
ya no hay engaño
en la piedad del deseo…
y la resaca adormece la tristeza
de hacerse hambre en la piel…
agüita seca en el viento,
vidrios de punta,
gotas de miel y aserrín
punguiando una pena rota
en los bolsillos del llanto…
hay más amor que ilusión entre los puestos,
y más novias sin vestido que milagros…
hay un mercado de flores
y hay un muerto en el potrero
recordando su nostalgia…
por eso vuelvo
aunque no sé bien a qué
ni cuándo vuelvo…
apenas vuelvo a tus manos…
la lluvia moja el papel, querida,
y tantos,
tantos versos borroneados nos detienen
entre lágrimas y tiempo,
destrabando
ese poema ilegible,
que es un tango,
mal escrito pa’l inglés
y mal vendido pa’l trago
que se cayó en su doblés de puta cara,
rompiendo el pecho
por no patearle la puerta a lo que amamos…
ese bultito de estrellas en la cama
temblando como el amor de los nacidos
mientras se cae la historia en las veredas,
marcando el cuero…
te quiero
y no hay desgracias en este verso,
al menos ninguna ensucia ese misterio
que trae la madrugada…
tus ojos buenos queman la noche cantando,
tus ojos lindos, querida…
y mi sordera te entiende en lo sublime
de morder la voz del llanto hasta el cansancio,
hasta ser libre
en una canción de amor
que abraza al pueblo
sobre sus muertos…
como una canción cualquiera
de los monto, de los nuestros,
gritando Viva Perón!...,
pelando agallas
donde el cuore se hizo fuego…
versos de tierra
moja la luna
y canta,
cunita rota en la luz
que apenas chilla,
mimosa,
mientras la Pacha recita
versos de tierra…
ladra un cachorro
y nada…
madrugada de querer
tu tos a tiros de amar,
flechas de plata
y cincel
que escriben dentro del alma
surcos de miel…
ni el frío puede matar
ese destino,
tu flor a tiros de piel
tosiendo el vino...
y duele querer morir,
y manda el pecho soñar
donde murieron los males
amamantando a sus hijos...
y nada puede cubrir
la noche inmensa…
tu voz
levanta sedas
y polvaredas del rastro,
como el cardo
que ensarta estrellas…
moja la luna
y canta…
canta llorando y riendo,
canta
como la lluvia,
cayendo
hasta ser agua…
una canción sin destino
poquita luz en la pieza,
un libro muerto de amor en los estantes,
los fantasmas del dolor rozando el alma
y la risa del enemigo en la frente…
apenas puedo soñar aquellos sueños
de las madres con los pañuelos atados…
en la plaza,
Santo Pilatos, y el odio…
en la plaza
todos somos pecadores
y todos somos humanos…
por eso duele la ronda de los jueves,
porque bailamos desnudos
contra las balas…
y el miedo,
poquita luz de la mente,
apenas ladra
una canción sin destino
que no alcanza
para endulzar a los muertos
luego de tanto delirio,
luego de amar,
y atrás de este absurdo olvido
que cautivó a los esclavos
de una suerte
tan inmunda
como morirse de pobre en la tristeza
de ver la vida hecha mierda en la sonrisa
de los que venden la magia de este pueblo
por dos jirones de nada,
por dos monedas de nieve…
agua
que en las manos se derrite
y es más agua
que escapa libre…
todos tus muertos
palabras…
viejas, cansadas, olvidadas,
como las madres del pueblo,
palabras
que se oyen buenas
pero pesan en el alma…
el último padrenuestro abrió las llagas
de nuevo,
como calentando el pan de ayer,
la yerba usada,
el amor empobrecido…
te quiero
y me andan sobrando versos
para poner en palabras el silencio
de una mirada sin dios,
de un cuerpo hundido en la lluvia
y en la espera
de una mañana mejor…
pobres palabras,
o simples,
que se hacen pobres
en la idiotez sin perdón de la sordera…
el pueblo te da un flor
y vos pisoteas, bailando, esos jardines…
lo que me queda de voz
es pa’ gritarte
todos tus muertos…
nomás de pobre
si hay que morir
que sea lindo, mi niña…
una callecita dulce de jazmines
y una canción de la luna…
si hay que vivir,
que sea noble, chiquita…
una travesía dulce entre preguntas
y un par de faros calientes…
vi los ojos de tu madre entre la niebla
y volví al mundo…
si hay que vivir,
que sea ciego…
si hay que morir,
que sea larga la tumba,
como la calle del pueblo
y la esperanza del pobre…
en una canción de amor doblé mi espalda,
y en una calle que amé besé a la luna…
si hay que reír,
que sea del alma, mi niña…
todo lo demás no sirve,
ni una promesa de dios,
ni una tristeza vendida a la sonrisa,
ni una mañana…
todas las flores se mueren en su tiempo,
pero el perfume regresa con el viento,
limpiando el alma
nomás de pobre…
treinta mil hijos
me ato al puente…
igual me caigo,
precisamente,
porque soy hijo del barro…
vos,
los pájaros…
y la locura de amar
como se puede,
con lo que queda de amor
en esta tierra…
la luna en medio del río,
el bote al pie de la suerte,
la absurda ausencia
y la fe…
la luna abriendo la zanja,
la madre abriendo la plaza,
y tantos gritos…
yo sé que todo es mentira,
porque sé que no están muertos…
yo sé que hay treinta mil ríos
en un brillo de ceguera…
y el docke incierto,
donde se comen los pibes la desgracia,
donde una moneda es fieltro de la urgencia
de un dios sin perdón ni rama…
barquito en el Riachuelo
como un poema maldito de belleza
en la canción de morirse lentamente
como mueren las promesas de la gente
en un plato bien servido…
pobre vientre,
pobre juego…
en una miga de pan duele el misterio
de tantos que fueron libres…
me abrazo al puente
igual me caigo,
precisamente,
porque soy palo del pueblo…
para no morir de adiós
suelto el insomnio
en el mezquino silencio de los ojos
que lloran la despedida,
pero no mueren de amor
en la partida…
se queman,
como la luna en tu blusa,
como una llaga en la nieve…
no todos tenemos precio,
algunos seguimos siendo flor de esquina
aunque el barrio sea una trampa,
auque la vida se entregue a sus bisagras
queriendo explicar la suerte de un otario
en unas cartas mal dichas…
qué te explico, corazón?...
me enlazo al puente
aunque abajo corre el río,
y sobre todo por eso…
soy tu barro…
la maldición es un beso en la pupilas
que se parece al amor
y como dios pega adentro de la fragua,
pero se queda latiendo en el silencio
como una canción bendita…
la historia no oficial
algún viento nos devolverá la urgencia,
esa de mirar lo cierto de la vida
entre las manos quebradas…
ya nos quemaron los libros,
ya nos clavaron la muerte al pecho…
y ahora qué?...
todo este invento infeliz de nuevos tiempos
quiere robarnos la única memoria?...
la vida viene de atrás,
zanjando el alma con dientes de nostalgia
y un empellón del amor que nos habita
como se ocupa una casa sin saberlo…
de cara al río, la luna, se vuelve agua
y es llanto,
igual que entre la llovizna es resistencia,
y en los ojos de las viudas es silencio,
ese silencio que canta…
entonces qué?...
quieren ensuciar los sueños con fantasmas
de los viejos homicidas
que siempre fueron vencidos?
ya nos quemaron los libros, compañera,
pero todo está guardado en la mirada,
cada poema de amor,
cada rumor de bandadas,
cada “te quiero”…
la voz de Eva,
las palabras de Jauretche,
las cartas del Che a sus hijos…
algún viento nos devolverá la escena
donde cruzaban los pájaros,
volviendo a besar las almas
de los nuestros
que caminan por la plaza,
desteñidos,
desmarañados de sueños,
desasidos,
descamisados, en cueros,
desmentidos
en esa misma palabra de los libros
que nos quemaron…
la historia no esconde quejas,
y no olvida…
la urgencia,
aquella de amar la vida
es una puerta
que nunca queda cerrada,
que siempre espera la vuelta de sus hijos
para levantar su casa…
los ojos de la mariposa
ramos de luz
quiebran la piel
de una penumbra vieja…
voces de adiós
marcan la luz
de una caricia inquieta…
lleno de vos,
largo de amor,
hijo de noches bellas
vuelvo a vivir
rengo de dios,
lleno de cosas buenas…
me mira una mariposa
desde el farol que se apaga,
esperando una sonrisa
que apenas marca mis babas…
me espera una resolana
desde tus ojos abiertos,
vislumbrando una sonrisa
que nunca sopla la llama…
…
labios de luz
mojan la sed…
(alguna dulzura queda)…
paños de amor
rozan la piel
de una ternura lenta…
vago de ser,
ancho de amor,
lija de uñas secas
vuelvo a creer,
viejo de dios
dueño de historias buenas…
me mira una mariposa
desde el farol que se apaga,
esperando una sonrisa
que apenas marca mis babas…
me espera una resolana
desde tus ojos abiertos,
vislumbrando una sonrisa
que nunca sopla la llama…
cada vez que calla el alma
perro flaco,
la llovizna perforándote la espalda,
el barrio lejos,
la pata dura saltando un charco
y…
las calles
que terminan al final del cementerio
donde no hay flores,
sino suspiros perdidos en el viento,
como versos que nadie escucha…
te espero,
al pie de la soledad,
al costado de la cama,
envuelto en temblor y lágrimas…
te espero
para mirarte a los ojos…
vos, que te llevas a todos sin espera,
vos que no sabes sumar uno más uno…
el silencio
masca tu pasta de adiós
en la tristeza pesada de las viudas
y en el dolor de las manos…
sangro adentro,
desde que te vi los ojos en la sombra,
durmiendo sueños…
te espero,
con el pecho abierto,
con la piel desnuda,
con el nombre inquieto
entre los huesos sin voz de mis hermanos,
entre las tumbas benditas de mis muertos…
adondequiera que vayas
yo te espero
porque me sobra palabra para hablarte
cada vez que calla el alma
en un deseo
de hacerse nunca…
atrás del alma
delicias de la nostalgia,
apura el verso la luna
entre las calles mojadas,
como la muerte…
me planto en flor
y me olvido de la suerte…
(no habrá ninguna igual,
no habrá ni una
con esa llama de lobos en los ojos)…
amanecido en las borras de un recuerdo
caigo a tus pies,
como la hoja maldita del invierno,
como un poema en desgracia…
igual no puedo
simplemente descartar que es bello
el amanecer mojando las terrazas
o el rocío en el umbral,
queriendo oler a llovizna
como tu pelo…
delicias de la nostalgia,
me apura el verso, me apura
entre las calles mojadas,
como la muerte…
y después
sólo la lluvia me alcanza
hasta romper el doblez
de los silencios
que guardan una idiotez
y otra
atrás del alma,
queriendo…
piel de ortiga
remedios viejos,
remiendos flacos,
rezagos gruesos de viento
en la ternura…
preludios suaves,
domingos mansos,
permisos hijos del tiempo
en la locura…
una lechuza
derrama historias
sobre los techos callados
de una casa…
cuenta de un hada
que se hizo lluvia
en la mirada de un viejo
sin mañana…
(…)
remiendos flacos,
remedios, curdas,
borrachos, ojos de fuego
en la locura…
permisos dulces,
enanos altos,
preludios dueños de un beso
en la ternura…
una cigarra
chillando ahora
sabe los nombres callados
en el alma…
cuentan que un hada
se hizo lluvia
entre las manos de un viejo
sin mañana…
desnudez, paloma herida… y Oliverio cantando lo del alma
(al maestro Walter Hidalgo)
pega en las nalgas del sueño
la poesía del barrio,
la del perro,
la de Oliverio cantando
lo del alma…
eso que queda latiendo,
lo del alma
que no está muerta…
viejo deslabio amarrando
un beso ingenuo,
despiojando la idiotez
en la mirada del pobre,
donde se pudren los sueños,
donde se empiojan las ganas…
padre nuestro que estás en las soledades,
no estés en las agachadas…
otro infierno
viene a besarnos las alas
con las mieles del encanto
que arrastra amor y venganza…
ni sé pa’ qué,
pero me ensueño,
hasta dormir el dolor
entre los labios…
ni tanto sé,
y me entrego
mejor que a un dios de cincel,
a la negrura
que me blanquea los pasos
cayendo en la realidad
de las veredas…
y apenas tengo
este par de necedades…:
vos, tu mano endulzando el pecho…
y los puñales
que se animan al silencio
como el hambre
de los que mueren de hambre
mirando un cielo mezquino
entre las calles
que no terminan…
mi cuerpo
duerme con la sudestada que se viene
cuando ya no viene nada más que el miedo
a herir las manos
abiertas
como las llagas abiertas
ante el milagro…
las manos de Juan (amor bendito)
entre los truenos y un canto de sirenas,
los mismos ángeles dueños de la muerte,
hijos de la soledad entre las piernas…
entre las borras y un manto de tristeza,
los mismos curdas bordeando la vereda
donde se juega el oficio con la suerte…
y a poca luz de caer, una mirada,
ennegrecida de hollín por las basuras
viene a regalarme un alma…
puro vientre...
bendito amor que desnuda la parada
donde se venden las glorias mal ganadas
y las putas nos levantan de la fiebre…
si a poca fe de morir, una sonrisa,
empecinada en creer que aún hay vida
viene a levantarme el alma de la tumba…
maldito adiós que me pela la ternura
donde se duele estar solo, como cardo,
y las manos me devuelven la cordura…
(…)
entre los miedos y el rastro de la culpa,
los mismos ángeles dueños de la muerte
cruzan de la soledad hasta la luna…
entre la rabia y un llanto de pobreza,
los mismos sueños rozando la mollera
vienen a rastras pidiéndome locura…
y a poca luz de caer, una mirada,
ennegrecida de hollín por las basuras
viene a regalarme un alma…
pura rabia...
bendito amor que desnuda la parada
donde se venden las glorias, como brujas,
y las putas me levantan de la cama…
si a poca luz de caer, una sonrisa,
empecinada en creer que aún hay vida
viene a reclamarme vela pa’ la cuna…
bendito amor que me pela la ternura
donde se duele estar solo, como viejo,
y las manos me devuelven la cordura…
flores para María
cata de pobres,
vino de cepas marrones
como las ganas y el nombre…
lija en el cuore,
labia de viejos poemas
que van rompiendo rumores…
y una tristeza,
dulce y precoz como el pulso
manda amores,
como suspiros…
mata rencores,
pide limosna en la puerta
de la iglesia
y compra flores…
…
hada del puerto
dame tus ojos marrones
como la lluvia y el viento…
niña de niebla,
dame tus manos de ceda
que van rozando secretos…
pues la tristeza,
besa sin voz cada verso
para el tiempo,
como un suspiro…
vive en la sangre,
manda bravura en la muerte,
escupe al cielo
y compra flores…
la plebe y las palomas
pega el vino trasnochado,
y la ceguera del alma, pega,
como perdonando al sueño…
ni el vicio de la verdad
clava pecas en los hombros
como la luna, llorando,
en la tristeza de un cuento sin regreso,
de esos que ensucian la fe
con la mirada de un viejo
en la distancia…
quizá me anime a creer de nuevo en algo,
la voz gangosa de dios entre las vías,
una linterna sin fuego que se apaga,
el juicio aquel que te ajusta la belleza,
levantándote el corpiño, por las dudas,
cuando llegan las palomas, compañera,
como cuando llueven balas…
si a pocas horas del sol me quebré en llanto,
si a pocos pasos de acá cerré los ojos
pa’ que la vida me lleve…
y no por miedo,
ni por cansancio,
mucho menos por olvidos…
sino por guardar la suerte en una tumba
que no se vende,
ni se regala entre restos de basura…
soy lo que duerme
cuando llegan las palomas
y te levantan las alas, compañera…
soy la plebe
de ese ensueño sin razón
que escupe al cielo
mientras escribe un poema
en las paredes…
el acertijo caliente de la muerte
pega con vino
en la ceguera del alma que no puede…
ni el vicio de la verdad,
ni el fleco de una ilusión
saben que tejen
cuentos de vida y…
…me duermo
en la misma ingenuidad que me despierta
mirando el cielo en tus ojos
para verte…
la hora el diablo
es la hora del diablo…
a esta hora llora el tango,
compañera,
y duerme el alma,
se duerme,
en el largo lagrimón
de la nostalgia,
que nunca afloja
ni puede…
es la boca del poema…
a esta hora muerde el tango,
compañera,
y chilla el cuore,
se quiebra,
en el triste rechinar
de las bisagras,
que nunca aceita
la suerte…
si puedo,
trepo a la luz
de tu palabra…
si puedo…
si no te sigo escribiendo
este poema...
mis manos,
viejas de necesidad
contra los días,
mis manos,
apenas saben el juego
de la vida…
y otra mañana es urgente,
compañera…
otra mañana es el día…
es la hora del diablo…
a esta hora quema el tango,
compañera,
y purga el alma,
se purga,
en el alto confesor
de la mirada,
que nunca afloja
ni miente…
es la boca del poema…
a esta hora duele el tango,
compañera,
y pide el pecho,
te pide,
en el álgido dolor
de los latidos,
que nunca calla
la suerte…
si puedo,
trepo a la luz
de tu palabra…
si puedo…
si no te sigo escribiendo
este poema...
mis manos,
viejas de necesidad
contra los días,
mis manos,
apenas saben el juego
de la vida…
y otra mañana es urgente,
compañera…
otra mañana es el día…
aunque no pueda,
aunque me ciegue…
sonámbulo
mariposa que se va por la llovizna
como un pañuelo sin dueño…
por la seda de tu piel cae una pena
con un capullo de fuego…
el mal, tus ojos,
tus ojos y el mal volviéndome ciruja
entre unos libros perdidos
y la luna,
y nos cuentos mal contados
por la hambruna
que se desarma en los dedos…
…
mariposa que se siente con la arritmia
como un puñal de fantasmas…
por la idea de la sed ronda el misterio
con un sonámbulo en llagas…
amor, tus ojos,
tus ojos de amor matándome cicutas
entre aprendices de grillos
y la luna,
y unas camas destrozadas
por la lluvia
que se hace barro en los dedos…
lastra el miedo
la cicatriz besa el nombre de nombrarte,
y lastra el bien a los dedos,
y la ternura no duerme,
ni en la locura,
ni en el silencio…
…
mariposa que se arrastra por la bruma
como un cualquiera en la calle…
por la furia de querer cae una pena
con un infierno de sangre…
amor, tus manos,
tus manos de amor volviéndome sereno
entre unos libros malditos
y la luna,
y nos cuentos mal robados
por la inmunda
desesperanza del pecho…
…
mariposa que se va por la llovizna
como un pañuelo sin dueño…
por la seda de tu piel cae una pena
con un capullo de fuego…
el mal, tus ojos,
tus ojos y el mal volviéndome la yuta
entre unos libros perdidos
y la luna,
y nos cuentos mal contados
por la hambruna
que se desarma en los dedos…
salto al miedo,
la cicatriz besa el nombre de nombrarte,
y salto a besar tus dedos…
pues la ternura no duerme
ni en la locura,
ni en el silencio…
hijo de sueños
y si hay que ver morir,
me muero ciego…
harto de mascar pan,
brujo de pecho,
querido como me quieren…
y si hay que vivir al fin,
me trago el beso…
dulce de tragar miel,
hijo de sueños,
querido como los quiero…
el frasco no tiene flores,
ni cicuta…
el frasco es una ilusión
y la mentira se esconde
donde no lloran las venas…
igual se muere, Julieta,
igual se vive mugriento…
algunas ropas de ayer
huelen a viejo
y todavía me calzan…
y si hay que morir de amor,
me muero de alma…
y si hay que vivir de adiós,
me trago un beso
como una trampa de luz,
en el reflejo del pozo
sin destino,
que no es espejo,
que marca como una zanja
una vieja cicatriz
de olores buenos
mordiendo la rebeldía
en la carne,
como animales sangrientos,
como poesía herida,
como lloviznas del alba…
y… tanto tiempo…
un gorrión cortando el cielo,
tanto tiempo
abrazándose a la vida
con deseos
y esta tristeza en el aire…
otro intento
será otro gorrión volviendo a la mañana…
y si hay que verlo morir,
me muero ciego y enfermo…
y si hay que vivir al fin,
me trago el beso de miel
con otro rezo
que pide vivir sus llagas…
grasita
y otra vez a caminar…
crujen los pasos
que apenas estaban blandos por la lluvia…
y otra vez a caminar…
duerme la luna
que apenas moqueaba miel en las barandas…
y otra vez a desnudar
la fe maldita
bajo un hermoso aguacero…
y de nuevo a caminar
con la ternura
bajo la lluvia de un sueño…
viene el tiempo a mendigar…
tuve un destino
que nunca dobló la esquina con holgura…
viene el tiempo a mendigar…
duerme la luna
que apenas buscaba el lomo de las casas…
y de nuevo a desnudar
la piel sebosa
bajo un sensible despecho…
y de nuevo a caminar
con la ternura
como el amor y el silencio…
flores del viento
algunas risas de invierno siguen raspando las casas,
otras son brujas del sueño que no olvidaron la historia…
la canción que no durmió y retumba lejos, sin muerte,
como griterío de almas en un cordón destrozado…
labio urgente,
para el beso, para el verso, para el agua…
la misma sed, una sola madrugada
y tatas calles abiertas que terminan en la nada,
cruzando vías sin dios, rompiendo sombras,
pisando vidrios de punta como espinas en la cama,
marcando el pulso y la luna en los desagües
como el que anda en silencio,
hilando lluvias y hablando con los recuerdos…
algunos huelen a pan,
otros a flores del viento
que van de siempre hasta nunca
en una misma canción
que aún retumba sin muerte,
como el tiempo…
del tango al fondo
faldón del río,
secreto de la nostalgia
abriendo sombras
hasta sangrar el olvido…
perdón… te extraño,
revuelvo roña… y las cartas
sacuden sombras
hasta calmar los latidos…
mi largo sueño
se colgó de una veleta…
barrio al fondo,
Centenera y Tabaré,
faldón del frío…
no es simplemente silencio…
si nunca es cierto
regresar y estar de vuelta…
tango adentro,
la ternura y la pasión…
perdón… te quiero…
no es simplemente un poema…
…
lunar de novia,
secreto de la belleza
hundiendo luces
en el carbón de los dedos…
canción… los pasos,
tacones lejos… y un paria
desnuda el alma
para que entibie los huesos…
ningún delirio
madrugó con el deseo…
barrio adentro,
la flojera y el amor
descosen venas…
no es simplemente veneno…
si nunca es cierto
regresar y estar de vuelta…
tango al fondo,
me descose la emoción…
perdón… te quiero…
no es simplemente un decir
como el adiós…
una canción de amor sin calma
repetí el rezo en los dientes,
mordiendo el fuego,
pulseando el alma
por donde iba a caer
un llanto viejo,
una profecía de amor
sin calma…
y metí el beso entre lluvias
mojando el tiempo,
pateando el alba…
jamás podría perder
un canto tierno,
una rebeldía de piel
con alas…
de abajo viene un temblor
que gana el pecho…
la tierra duele, querida,
y se hace buena
donde nos duele el silencio…
de a ratos vuelve ese olor
que llama el hambre…
la tierra late, querida,
y nos despierta
donde nos sueña el desastre…
deslicé un dedo en tu blusa,
rozando el viento,
gozando el barro
por donde iba a caer
la luz, el eco,
una profecía con voz,
volando…
prometí el rastro a las huellas,
besando el surco,
mordiendo tu alma…
jamás podría perder
lo que me tiene,
una poesía de amor
sin calma…
de abajo viene el color
que da el deseo…
la tierra canta, querida,
y se hace trueno
donde nos duele el silencio…
de a ratos vuelve ese olor
que arrastra muerte…
la tierra late, querida,
y nos despierta
donde nos pega la suerte…
madrecita quemera
durmiendo la piedra atrás del cuello,
como ese brazo de frío que te secuestra las ganas
y te desgarra los sueños mientras canta con la brisa,
esas voces de sirenas que te arrastran río adentro
hasta el olvido de todo…
madre inquieta, padre nuestro que no alcanza…
y machadita de hollín vende la luna su sexo
en las barrancas perdidas del Riachuelo
con el olor de la muerte en cada beso,
como un mordisco de rabia y…
tanto adentro, tanto amor para abrir venas
como flores en la noche de los cuentos
que van empujando un tango hasta la esquina
pa’ que no olvide la piel,
pa’ que no muera también de rengo…
y entonces quema
como la rabia en un beso y…
tanto adentro,
como tus ojos que llevan el destino
hasta mis manos
y en un suspiro de se duermen
junto a mi cuello,
llorando…
los treinta mil nombres que faltan
la luna azul del quebracho en el espejo
y un charco roto de pasos que no vuelven,
buscando la necedad de seguir vivos y ajenos
como pájaros que alcanzan a ser vierto
y siguen…
siguen cortando la historia con un beso
que nace desde las tripas, gritando,
como la necesidad de un niño nuevo,
llorando,
como se llora la sangre
en el misterio del alma…
apenas tuve el color de tu mirada
y el sudor de tu sonrisa…
cada cielo trae una noche más honda,
y la mañana
es una canción de cuna que se duerme,
como la luna, en tu cama, azul de infiernos
que reflejan las corridas en los charcos
donde corriste la vida, compañera,
entre la piel y las llagas…
un falso perdón de luz quiere matarte
porque encendiste una vela…
que se mueran los que matan,
yo me acuesto con los nuestros,
esos que mueren cantando a las estrellas
como poetas grillos que recuerdan
a nuestros hijos
entre los nombres que faltan…
atrás del hambre
cosita,
yuyito bueno
y esos ojitos de búho
en la neblina,
ese quemarme la piel
con la mirada…
alguna lluvia sabrá
lo que se queda
atrás del hambre,
pidiendo guerra…
te quiero,
poema largo,
y… esos ojitos de niña
en el descuido,
ese incendio de la fe
con la tristeza…
alguna bruja tendrá
la tibia seda
y más,
sangre en la voz,
pidiendo guerra,
donde se pide a los sauces
una estrella…
si poco puede tener
la primavera,
entreverada de historias
en la calle,
pidiendo aún que sea buena
la mirada
entre el amor y la espera…
…
ramita,
furor del viento
y esos capullos de frío,
esa llovizna,
ese morir en la piel
con la ternura…
alguna lluvia sabrá
lo que se queda
atrás del hambre,
pidiendo luna…
te quiero,
puñal, deslabio,
y… esos trapitos de lilas
y el cansancio,
ese incendio de la fe
con la dulzura…
alguna siembra tendrá
la mansa quiebra
de paz,
sangre en tu voz,
pidiendo guerra,
donde se pide a los sauces
un deseo…
si poco puede tener
la primavera,
entreverada de historias
en la calle,
pidiendo aún que sea buena
la mirada
entre el amor y el misterio…
como tierra
entre los pasos…
…y fui hasta la idiotez,
hasta la dulzura misma de seguirte…
fui hasta los ojos del tiempo…
el pensamiento es igual que la palabra…:
segura porque se siente…
otras calles me llevarán a otros barrios
y cada muerte a una cruz del cementerio,
todas con las mismas flores…
sin embargo no hay jazmín que huela a humo…
vivo al lado de las vías,
soy hermano del recuerdo y ciruja del rocío,
huelo a pucho, a casa pobre,
a estación de madrugada,
a novia vieja…
jazmín que sacude lustros en la esquina
y llovizna en la solapa de un cualquiera…
si te interesa saber,
soy de Pompeya…
no me preguntes pavadas
ni quieras saber mi nombre…
si ya fui hasta la idiotez de tu belleza
y no encontré ni siquiera una desgracia
que se animara a llamar hombre a un poema
o mujer a un barrio pobre…
casita de luna
dos manos, dos ojos, dos piernas
y un sueño…
un vientre, un pecho, una espera,
dos manos…
me desespera el recuerdo,
así te espero,
desesperado,
contando de a dos los pasos,
restando de a dos los miedos,
perdiendo un dolor de atajo
y una luna de paciencia…
gorda, llena,
casita de leche y miel,
la luna…
un perro
viene a cuidarme la piel
mientras te espera...
atrás de Eva
doblado atrás del pincel,
atrás del ladrillo dulce de la obra,
atrás del labial,
atrás del hambre…
el verso aquel
de paloma fabriquera,
de animal enamorado
que se animó a tu mirada
y al escabio de querer,
y a las barandas de viento,
como un sauce
que se arrima a la llovizna
y sólo llora,
sólo besa las veredas,
como un preso
que se entrega a su bandera
para pagar el desastre de la usura,
para confinar la sangre a una promesa…
(volveré y seré millones)…
y en tu mesa,
quizá apenas el destino no se embale
purgando cenas,
purgando penas…
recuerdo
que fuimos guerra
y después fuimos millones,
pero antes fuimos siembra…
un sueño
puede lo que no pudo la carne,
quizá apenas el destino de una pena
en tu mesa…
y que hable,
doblado atrás del pincel,
atrás del ladrillo crudo de la obra,
atrás del rímel,
que hable,
atrás del hambre,
el amor,
como la carne
de los que dieron la tierra
en un suspiro
gritando guerra
pa’ morir antes que bien,
pa’ ser amantes…
quemando ramas
la furia de una flor quemando sombras,
el peso del amor en la solapa…
y blanca, la locura del silencio,
purgándole el infierno a la resaca
en una copa de vino, o en un beso…
a tiros canta
la negrura del dolor pechando el alba,
el juego de vivir en la cornisa…
y mansa, la locura de querer,
le pide agua y aún más a la mañana
en el ritual del rocío,
o en el llanto…
me tira penas la luna en los jardines,
y una poesía de amor…
tu voz doblando la esquina
de una calle que no dobla,
ni termina
como terminan los cuentos…
y apenas tira, me tira la luna en pena,
en el hocico de un bien
que no se entrega
y se parece a tus hijos caminando
por la furia de las flores,
en verano,
quemando ramitas secas…
patria y sangre
ya plantamos la bandera,
hermano…
y si no hay viento
pues salgamos a soplar,
pa’ que se extienda,
pa’ que se le vea el sol
a puro vuelo…
le dicen guerra,
yo le digo patria y sangre
a ese murmullo en la plaza,
a ese corazón de madres
que nombraron la belleza,
a esa flor de fuego y hambre
que se enreda con la tela
de una camisa rasgada
o una bandera en la calle…
si el cerdo la llama mierda
y el cantor la llama poema,
no hay más que ver su simpleza
en la ternura y el odio,
en el amor y la carne…
algunos tristes se vencen,
algunos hombres se mueren
y algunas trampas se caen…
ya plantamos la bandera,
hermano…
y si no hay viento
pues salgamos a soplar,
pa’ que se extienda,
pa’ que se le vea el sol
a puro vuelo…
le dicen guerra,
yo le digo patria y sangre…
susurros
I
te vi tan linda…
ni atrás del viento
se huele tanto
el perfume de una flor
como en tu cuello…
te vi tan lejos…
ni atrás del alma
me duele tanto
el embrujo de la miel
como en tus labios…
II
la noche explica
mil razones de entender
lo que soñamos…
y nunca alcanza
la sencillez de saber
que pasa el viento
y el perfume de una flor
queda en las manos…
III
te vi tan dulce…
ni a medio pecho
se suelta tanto
el hachazo de la fe
pa’ un condenado…
te vi tan linda…
ni atrás del alma
me duele tanto
el susurro de querer
como en tu cuerpo…
IV
la noche explica
mil razones de entender
lo que soñamos…
y nunca alcanza
la sencillez de saber
que pasa el viento
y el perfume de una flor
queda en las manos…
bichos del alma
como besa el campo,
como reza
a medianoche en el campo
un grillo
o la inmediata tersura
del rocío
a media altura de un beso…
hilando bichos,
tu boca
hilando bichos del alma
en un suspiro
que apenas tiene el ahogo
de una gota,
y nunca pierde el sentido…
como llama el manto,
como besa
atrás del tiempo, llorando,
un niño,
que todavía susurra
por tu vientre,
a media cuna del cielo
oliendo tilos
y rosas,
soñando nidos del alma
en un suspiro
que apenas tiene el color
en la mirada
y nunca pierde el destino…
y llora mansa…
tu boca
rozando miedos del alma
en un suspiro
que siempre enciende la llama
sin permiso,
y nunca entrega las llagas,
ni los tilos,
ni las rosas…
con la foto de María
la piel del ángel,
la luna nueva,
canción que abraza la villa…
llora el sauce
que se inclina hasta la orilla del Riachuelo,
tocando la piel sebosa de la noche
en el caserío viejo
por la costa y Erezcano…
casi inmundo, mi linaje,
grasita punguiando a dios la billetera
por un milagro y un beso
con la foto de María…
y un cencerro
dueño de la muerte helada,
una sirena,
que nada dice, que nada paga,
que nada tiene, ni espera…
en el ombligo del hambre
canta el miedo
igual que la piel del ángel
en la iglesia…
en unos pájaros secos
se abre el cielo de mi barrio
como un capullo de mugre y savia
que sólo puede querer,
que apenas puede soñar,
y siempre va a responder
sin inocencia
a las balas…
quisiste matar ovejas
y despertaste a los perros…
la rabia es sólo un poema
que enciende el alma
en la fe de una jauría
que cuida al pueblo…
la noche que nos canta
decir la vida,
besar tus manos…
es impreciso el recuerdo,
apenas habla
de esos pájaros en vuelo
que regresan a la plaza
y purgan flores de miel
en la mañana…
me sobra suerte,
me falta tierra…
es tan hermoso un descuido
en la mirada
que anda rápido en el tiempo
despiojando una esperanza
que duda toda la fe,
pero la arrastra…
manojos de yuyo y piel
brotan del barro
como el poema dormido
en la distancia...
alguna vez llegará
a llorar el sueño
donde lloramos desnudos,
esperando
que sea el alba
y de nuevo sea el beso
de la noche que nos canta…
perdón amor,
gracias cielo,
te quiero
y eso no alcanza…
madejas de rouge y luz
brotan del barro
como el poema querido
que se sangra...
alguna vez llegará
a llorar el sueño
donde quisimos desnudos,
esperando
que sea el alba
y de nuevo sea el beso
de la noche que nos canta…
perdón mi amor,
gracias mi cielo,
te quiero
y apenas calma…
libros quemados
después de besar tus ojos todo es sombra,
el olvido y la razón,
la complacencia del pecho
sobre una calle mojada y borroneada
como tus ojos llorando,
como la lluvia…
sube el viento a la estación
y algunos pobres al tren
suben cansados,
pero no importa…
sube el viento a la estación
y parte el cuore…
veo esa luna maldita
en los durmientes,
oliendo a aceite quemado,
a mal de amores,
a tiempo…
pero no importa…
después de besar tus manos todo huye,
el cinismo y el perdón,
la displicencia del tiempo
sobre una cama sin luna y arrugada
como tus manos temblando,
como la nada…
sube el viento al espolón
y muere el gallo después,
días cansados,
pero no importa…
sube el rezo a la canción
y llora un tango…
siento esa prosa maldita
entre los dientes,
mordiendo libros quemados,
tantos nombres,
silencio
lleno de sombras…
cerco de luna
saben tus labios dormirme
como el gesto de los ángeles cayendo
en paz, livianos,
sobre las flores de agosto
que a gritos tientan al viento…
me llama un trueno,
me calma
como el aullido de un perro
en las terrazas,
cuidando el nido,
cuidando un cerco de luna
bajo la obra desnuda
y sin abrigo
que a dulce tienta al mendigo
con un sueño
que huele a vida
y quizá sea, no sé,
quizá lo tenga
entre los labios dormidos…
como Eva en la plaza
permisos viejos,
la piel del alma en la cruz del cementerio
se ganó la luna a gritos de ternura,
como la lluvia en los techos,
como un ángel escapando a la curtiembre
pa’ no morirse de fe así nomás,
pa’ no irse como el viento
lastimado,
de ala rota y pies descalzos,
mimoseando con la suerte…
beso tierno, calle larga…
pasa el cuento del jazmín
y nunca pasa el misterio de morir…
sólo tus ojos
y unas monedas de luz que paga el pecho
por la ginebra del alma
mal servida,
como el coraje de ser un perro inmundo
babeándose por la rabia…
primavera,
cosas de poetas viejos,
mundos vagos…
la luna besa la niebla del insomnio
como una monja los hábitos del tiempo
esperado a que amanezca…
de cada infierno me traje una memoria,
al menos una canción…
(que escriba Silvio,
yo espero al trueno)…
la limosna del amor es un engaño que mata
como una bala entra al pecho
y mata,
sabiendo que sabe el miedo…
te quiero,
y no espero primaveras…
amo a los viejos poetas
que salieron
a lastimar la mentira con un verso,
como Manzi, como Lorca,
como Eva
sobre una plaza mojada de deseo
que nunca alcanza la muerte,
porque se arrima a los pájaros
y vuela…
como alma por las vías
miro atrás…
last tango… no entiendo el duelo…
por una rosa me arranco el cuero
como el hocico sereno de la lluvia…
lo otro es pura idiotez,
me duele el pecho de amor,
no de lisura…
y miro atrás,
digo bien… invito al fiero
a perdonarme una prosa,
a negociar un dolor
en la llovizna…
mejor que negarle el agua a la locura
o regalarle al olvido las promesas…
como la boca sin dueño de la luna,
beso y quiero…
el entredicho con dios es cosa mía…
igual soy negro como alma por las vías,
o el acertijo del puerto
aunque lo vendan
como a un estrella barata…
y miro atrás,
pura sombra de los pasos
en una calle vacía…
quizá tus manos, no sé,
quizá tus ojos, quizá,
tal vez tus sueños
vengan a esperar los pasos…
el revoltijo de historias en la casa
y tu vestido de novia… cosa linda…
no puedo negar mi herencia
ni mis manos,
no quiero dejar de ser
lo que persigo…
si en cada esquina, mi amor,
me cruza el siglo
como un carro de impotencias
y milagros…
a media calle de acá
me espera el barro
que todavía me pesa
en un suspiro…
kollita
yo espero un trueno,
tus ojos buenos cantando…
yo espero un llanto…
y atrás del canto,
yo espero un sueño,
tus manos blandas volando…
de azul y tierra,
tus ojos lindos sonriendo,
de luz del cielo…
y atrás del zanco,
tus pasos ciertos,
tus ojos negros volando…
y huele a lluvia
tu madrecita de ajuar,
tu piel de luna,
mi niña…
endulza y quema
la misma luna al caer
como una estrella
que ardió hasta el fuego…
yo espero un trueno…
tu risa linda llegando…
yo espero un llanto…
y atrás del manto
me arrimo al fuego…
tus manos blandas quemando…
y duele amargo
tu madrecita de luz,
su luz de luna,
llamando…
endulza y quema
la misma luna al caer
como una estrella
que ardió hasta el barro…
enormes ojos de lluvia y vidrios rotos
(una historia de amor peronista)
quebrado el brillo infernal,
y el eco
quebrado en la sonoridad
de la última palabra…
y la memoria engarzada
contra el hueso
de aquellos gritos de amor,
de aquellos gritos
que no se callan…
amantes de una pasión…
y el pueblo abierto en el pecho
como una zanja
donde se escapa la vida…
también los grillos volvieron
como los pájaros…
y abajo,
por cuenta mía,
tu rastro
manda espolones de luna
y vidrios rotos
por donde bajo a vibrar
el viejo engendro
de vivir enamorado
junto al hueso descarriado,
junto al alma
que brilla a gritos,
quebrada,
con la memoria abrazada
a su misterio…
enormes ojos de lluvia,
ay, compañera,
porque te amo
y en el desvelo animal
de la distancia
todavía corre sangre
como en la pólvora el fuego…
también los grillos corrieron
como los pájaros…
y abajo,
por cuenta mía,
y yo sé por qué lo pago,
tu rastro
manda canciones de luna
y hojas secas
por donde bajo a vibrar
el viejo engendro
de vivir enamorado
junto al hueso,
junto al alma…
como si hubiera nacido
salto al renglón desnudo del poema,
donde ya no queda nada…
sólo el misterio sencillo de una lágrima
y esa tersura del barro…
amor sin reglas,
el origen del dolor y la costilla,
el delicado capullo de una idea
que se abre en tules de rabia…
y lo que queda,
es haber tenido vida
donde se desnuda el poema…
y era calma,
como una flor en el surco del invierno
abriendo llagas sin voz,
besando la tierra buena
donde sangraron los nidos,
donde sangraré muy pronto,
pidiendo guerra a la piel
e inteligencia al rencor
pa’ que se pueda volver
a amar un sueño…
mi dulce herencia
besa el hocico infeliz de los marranos
que se olvidaron de aquello…
mi dulce herencia…
aún somos libres,
tu corazón es un viento
que me arrastra
hasta donde se terminan los caminos
y se despiertan las huellas…
hombre y mujer,
cuna, hijo,
tata dios, perdón…
…me lleva
este perfume dulzón de la llovizna
y estoy llegando a tu cuerpo
tan desnudo
como si hubiera nacido…
a los que no se fueron
luz…
se pierde el brillo en la seda,
y atrás me pierdo,
borracho como un maldito,
pagando tecas por cal,
mudando alivios
en el silencio del alma...
atrás me olvido, mujer,
que fuimos niños y luz
puliendo el hambre
como jugando a ser lindos
en una luna sin mar,
en una calle de fábricas calladas…
igual recuerdo,
que cuando niño,
contaba estrellas
que encendían tu vestido
porque bailabas…
recuerdo
que la muerte era una banda de ladrones
saltando por las terrazas…
ya no hay libros,
ya casi no hay luz, ni sedas…
se pierde el brillo en la cal
y aún huele a río
esa furia de los nuestros,
ese querer hasta el alma
que no es pena,
ni es olvido…
ni un paso atrás
(canción de amor para la resistencia)
la sensible recalada de secretos
en la sombra de un porrón medio vacío…
agua de ginebra usada en tantas razias
con temblores de dolor por lo perdido
en el perdón de la boca que se sangra…
hojas de ayer, puertas rotas,
barrio obrero,
quién sabe si amor y furia se quedaron
en las mordazas de un golpe mal sufrido
sobre las casas del pueblo desvelado
que se abrieron en tus manos como flores
descarnadas por vivir lo que han sentido…
sueños de bien, hojas rotas,
versos viejos…
quién sabe si amor y furia se enredaron
en las resacas amargas de un destino,
bajo las sábanas dulces de los cuerpos
que se abrieron en sus manos como flores
descarnadas por vivir lo que murieron…
la sensible recalada de deseos
en la historia de un amor nuca vencido…
alma de poema escrito en tantos muros
con temblores en el pulso desteñido
por el sudor de la historia sin consuelo…
el misterio de la luna en los bañados
apenas descubro un brillo en la tristeza
y salta un grillo…
un brillo pobre, un cencerro,
una mirada…
como una canción de cuna
o el misterio de la luna en los bañados,
embarrándose de ser la que te alumbra
en el medio de la nada…
me arrimo al dolor el alma pa’ quererla,
me encimo al cuervo que raspa mis sentidos…
y apenas descubro un brillo en la tristeza
salta un grillo,
un golpe de hambre, un recuerdo,
una aspereza
que se alcanza con sí misma pa’ quererte
y se basta con dormirse pa’ llamarte
en un lugar sin olvido,
en un recuerdo sin dios,
en un abismo
que mide lo que una cama
y pesa como el destino
en una carta de amor
que rasga el alma…
y salta un grillo…
muriendo de frío
una gota gris en la ventana,
una rama azul atrás del vidrio…
triste monigote de cicutas
que desguaza el viento en la mirada
como el trueno al nido,
como la distancia,
o soplar la niebla…
manda la nostalgia,
prende un hilo al cuero
y es como una bolsa de piedras
o sueños
en el cuerpo muerto que tiran al río…
dulce madrugada,
manda la belleza,
entre unos papeles que olvidan los juicios
y tiran la sangre como flores buenas
desde un precipicio…
dulce medianera de no saber nada,
de no tener nada,
de besarle el filo a una luna gorda
que pesa y no corta,
que resume el tiempo en canciones mansas,
muriendo de frío
sobre la corteza…
manda la nostalgia,
clava un poste al pecho
y es como la vida corriendo
sin alas
en el mal recuerdo de perder un hijo
bajo la sentencia
de una luna helada…
camisas blancas
pregunto el beso, querida,
porque lo otro no es nada…
si duele a uva tu boca,
si duele,
si muerde lavas
quemándose en un deseo...
otra mañana
puede parecerse al resto de los días,
o ser vaga
como la brisa de enero…
poca cosa…
o huele a lluvia,
como el mordisco sin paz de la ignorancia
que me bendice con rabia la ternura
de ver caer una gota entre las manos…
huele a tiempo,
a simetrías exactas de la sangre,
a uno y otro en la calle,
a lagrimear, compañera,
a verle el alma al malvón
que apenas perfuma y cae,
con la lluvia, con las balas…
y otra vez
pregunto el beso, querida,
porque lo demás es nada,
porque somos criaturas
que no se venden,
porque somos cicatrices
que se aman…
todo el cuento
mis manos, tus manos,
blancura vieja en el atril,
canciones largas que arañan
sin descanso
el descarriado jazmín de un sueño…
tus manos, mis manos,
ternura nuestra en el hollín,
amores mansos que encarnan
los costados
del desfasado trajín del viento…
quisiera verlo
quisiera recordarlo…
alguna vez sonreíste
en la ceguera del hambre
como un beso…
quisiera serlo,
quisiera regalarme…
alguna vez me contaste
en la miseria del hambre
todo el cuento…
mis manos, tus manos,
encanto dulce en el carbón.
ración de vida que alcanza
poco y tanto
el desmadrado jazmín de un sueño…
tus manos, mis manos,
ternura nuestra en el horror,
amores mansos que encarnan
los costados
del desgarrado sudor del viento…
quisiera verlo,
quisiera defenderlo…
alguna vez sonreíste
en la ceguera del hambre
como un beso…
quisiera serlo,
quisiera regalarme…
alguna vez me contaste
en la miseria del hambre
todo el cuento…
por la canción de las hojas que han caído
desde un paraíso abierto
y pura madre de historias
canta aquello que cantamos,
niña boca de misterios
que anda loca todavía
por el rumor de las gotas
del rocío…
puede que haya sido sueño
y dura sangre de urgencias
desde aquello que quisimos,
linda trova con cenizas
de alas sucias y mojadas
por el furor de la herencia
que llovimos…
en cada ramo de luz,
cada manojo de barro,
cada muerto sin sentido
atravesando la piel
con la mirada,
como un ángel sin perdón
loco de labia y dolor
que todavía anda en vilo…
atrás del rastro,
atrás del frío…
desde un lagrimal sediento
y crudo lastre de estrellas
brilla aquello que callamos,
brilla boca de tristeza
que anda loca de semilla
por la canción de las hojas
que han caído…
puede que haya sido tanto
y tanta luna imperfecta
sobre el cielo que tuvimos,
turbia boca de secretos
de alas sucias y pesadas
con la canción de los hijos
que han caído…
en cada ramo de luz,
cada manojo de barro
cada muerto sin sentido
atravesando la piel
con la mirada
como un ángel sin perdón
loco de labia y dolor
que todavía nos canta
atrás del frío…
esos ojos que no duermen
algunas sombras
y el gesto aquel de tus ojos
largo, quieto,
hasta los fondos del barrio
que se duerme…
ni un soplo atrás,
todo regresa despacio
hasta el silencio,
hasta caer en mis manos
sin romperse…
el rastro,
la ingenuidad de hacer amores
con pintadas de volver
en las paredes gastadas…
y el encanto
de la querida emoción de entonces
cuando escribíamos cartas
perfumadas de temores…
sólo vos
y algunas sombras atrás
siguiendo el hambre en mis pasos
como un perro sin jauría,
como un infeliz buscando
en esas cartas perdidas
tu mirada,
esos ojos, compañera,
que no duermen…
casi siempre luna
…y el desgarro sin dolor del viento
es una ausencia que recorre el alma
por las calles…
pocas veces te recuerdo triste,
casi siempre amada,
casi nunca sola…
como un gesto que la vida me permite
antes de echarme a llorar
por la tersura del cuento mal escrito,
mal contado…
de medianeras con olor a lluvia
salto a las veredas secas de la noche
y al silencio de los pasos en la esquina
que nunca dobla el olvido…
pocas veces te recuerdo oscura,
casi siempre luna,
casi nunca triste…
pero el retrato es el mismo en el espejo
y el desgarro sin color del viento
rasga una ausencia que me clava el alma
por la espalda,
antes de perder la sombra
atrás del tiempo,
casi siempre sorda,
casi siempre absurda …
escrito como el amor de un pueblo entero
camino, camino, vuelo…
de un paso a vos
y a ras del suelo,
carbonilla entre los charcos
de un pueblo entero…
y un salto desde el cordón
hasta el vacío de una luna extraña
que se arrastra de costado
sin permiso,
y casi que sin perdón se arrastra,
y baila
como ese olor a malvón
de las veredas
entrando el viento del sur
hasta las chapas,
como una copla perdida…
camino, camino, huelo…
si acaso vos
o algún misterio
humanizara los pasos
de un pueblo entero…
ni un mago borra el carbón
donde escribimos con el pulso inquieto
de apretarse en las paredes
sin testigos,
y casi que sin borrar las marcas
estalla
como ese “viva Perón”
pintado en greda,
escrito como el amor
hasta las venas,
como las cosas queridas…
camino, camino, quiero…
de un paso a vos
y a ras del suelo,
carbonilla entre los charcos,
compañera…: vuelo,
como un pájaro infinito…
las profecías maltrechas
rendijas en la tormenta…
pega el rebenque de un trueno sobre el río
y las persianas abiertas de Pompeya
chillan de nuevo…
y llora un niño,
sangra el puerto…
avemaríapurísima, otro tango
que resbala por las hojas hasta el suelo
y sabe amargo,
a miel sin beso,
a embrujo largo…
te quiero…
y pasa un ángel…
las profecías maltrechas por los años
traban basura sin paz en los desagües
y joden porque no matan…
igual la suerte…
de un lado u otro del puente
la vida canta lo mismo que el deseo
y la muerte sabe igual a flores viejas
de un lado u otro del alma…
y raspa el viento…
como si fuera a soltarme el cuero,
como si fuera a decir tu nombre en vuelo,
como si fuera a llevarme…
la bruja del rocío
clavos de azahar,
nudos de estrella en tu pelo,
vagos suspiros del tiempo,
gotas brujas de rocío…
…y en tu talle,
clavos de azahar,
mudan mi tierra de cielo…
vagos suspiros del viento,
gotas lindas de tus ojos
que me traen…
cardos que al hablar,
mudos de estrella en la noche,
largan remedios del alma
con las nanas de la lluvia…
…y en tu blusa,
flores que al hablar
llenan mi tierra de brotes,
largan remedios de amores
gotas brujas del rocío
que me endulza…
y esa luna pedigüeña
pelando a cuero el deseo
como pitonisa agüera
de tus manos, de las mías,
y la amorosa sentencia
de mirarte…
clavos de azahar
mudan mi tierra de cielo,
vagos suspiros del viento,
gotas lindas de tus ojos
que me traen…
y esa lámpara de luna
quemando a leña el misterio
como romería austera
de tus ansias, de las mías,
y la impiadosa creencia
de los males…
cardos que al hablar,
mudos de estrella en la noche,
largan los gritos del alma
gotas brujas del rocío
que me arde…
piedra y fuego
el aprendiz de tus ojos
rasca el barro en mis pupilas
y se suicida en mis ojos…
como un tapiz desgarrado,
clava un gesto entre los hilos
y se deshace a pedazos…
lejano me vuelve el sueño
que se llovía en mis manos
y me arrancaba tu vuelo…
como un pájaro endiablado
que va rompiendo el manojo
para ser agua en el viento…
viento y polvo,
flor y barro…
el ajedrez de mi pueblo
mata al rey con los peones
y se rebela al desprecio…
como un secreto guardado,
clava un grito en los suspiros
y sale a darse a pedazos…
cansando me vuelve el genio
que se encendía en mis manos
y me arengaba tu sexo…
como un verso enamorado
que va escribiendo el deseo
para ser flor en el barro…
leche y sangre,
piedra y fuego…
el aprendiz de tus ojos
rasca el barro en mis pupilas
y se suicida en mis ojos…
como un secreto guardado,
clava un grito en los suspiros
y sale a darse a pedazos…
hermoso me vuelve el miedo
que me pedía en las manos
no dar por muerto tu vuelo…
como un pájaro encantado
se va soltando el manojo
para ser agua en el viento…
fuego y polvo,
leche y barro…
agua del cielo
trabo y destrabo una brújula en mis piernas,
como una antigua veleta que desprecia su mandato
y anda peleándole al óxido una estrella
clavada al pecho del sur, desde un espejo
que mira al fondo del barrio y sus fantasmas
asombrosamente ciertos…
varias veces
se derrumbaron las vigas del tinglado…
varios trenes
atropellaron al curda de las vías…
y todavía se tienen las paredes,
las cicatrices, los huesos,
la mirada
que se me va con los trenes a la luna
algunas veces…
en el desprecio más alto de la historia
guardo tus cartas
que ya no tienen preguntas, ni perfume…
pero huelen a tus manos todavía,
preguntándome de nuevo tantas cosas…
muchas noches
se destrabaron las brújulas del alma
y la veleta oxidada me trabó el sur en la carne
desmadrando otros embrujos,
despiojando los secretos con la lluvia…
agua bendita, mujer, agua del cielo
que me recuerda a tus lágrimas…
soy viejo,
tanto como la verdad que traigo…
varias veces
se me trabaron las piernas en el tiempo,
pero sigo caminando…
cae al atardecer, discreta,
lluviecita de secretos imposibles,
risa de nena jugando con las hojas…
roña de miel y carbón,
como retina de un sueño desarmado
que apenas canta
y se muere,
desnudo al atardecer,
se muere y llama a una rosa,
a su razón, a su fiebre,
a su bandada…
cae al atardecer, serena,
noviecita de los ojos incurables,
prosa de amores que llevan las palomas…
quiero también desnudar,
caer despacio de un sueño hasta tus manos
como un poema
que muere
gritando al atardecer,
y quema y llama a una rosa,
a tu dulzor, a tu risa,
a tu vestido de novia…
la luna de nuevo
llanto
por el camino de la piel,
rancios
olores vagos del perdón…
quema
la realidad de la emoción,
yendo
por un espejo sin adiós…
…y atrás
pregunto…
cuánto,
por el ladrido de un amor?,
cuándo
se vende abajo la ilusión?…
duele
la soledad de una pared
vieja,
como los locos de volver
sin más,
sin rumbo…
rastros de una mirada que voló,
carros de carros viejos en el riel,
dulce de un empedrado a palo y luz,
ciego, de ciegos hechos sin saber
la luna
de nuevo…
fango
por el camino del perdón,
simples
olores largos de la piel…
quema
la pobre huella de la sed,
yendo
por un descenso sin adiós…
…y atrás
pregunto…
cuándo
regresa al nido el viejo amor?,
cuánto
por la idiotez de creer en dios?...
tiembla
la erudición de hacerlo bien…
muero
por el milagro de querer
sin más,
sin juicio…
rastros de una mirada que voló,
carros de carros viejos en el riel,
dulce de un empedrado a palo y luz,
ciego, de ciegos hechos sin saber
la luna
de nuevo…
un beso que no se muere
trapitos viejos…
una bandera en el culo de la tierra
azul de cielo…
me trepa un alma,
bicho mañoso de andar,
no cree en nadie,
pero te espera…
en la liviana intuición de la perrera
se escapa un pájaro hambriento…
escupe rabia y…
no sé…
ni sé el misterio
que reivindica a las hadas en el bosque
o incendia brujas subidas a una estrella
que enciende el campo…
no sé…
igual te quiero,
mientras los pobres, los nadies, los cualquiera,
se dan un beso…
graznan su sueño,
bicho mañoso de darse,
sólo un beso
que no se muere…
porque la humana sentencia de morirse
no entiende al pájaro hambriento
que escupe savia y…
ya ves…
ni sé el secreto
que recrudece a la muerte entre las gradas
mientras desnuda poesías en el viento
que cruza el campo
queriendo
como un amigo lejano,
atrás del tiempo,
llorando
la vieja fe del devoto que se rinde,
la inmunda luz de la estrella que se apaga…
y entonces grito
sin ver que muero…
y no importa…
trapitos viejos…
una bandera en el culo de la tierra
azul de cielo…
me trepa un alma,
bicho mañoso de andar,
no cree en nadie,
no quiere nada,
pero te espera…
Dilma (en una tierra de flores)
ninguna igual a quererla…
vena abierta,
labios rotos en un beso,
luna inquieta en el adiós,
casa de pájaros…
era
como el que nunca soñó,
era un gusano en la seda
reviviendo…
quedan las mañas,
y me quedan los pedazos
de una promesa…
aún somos barro…
de la América del Sur
como soldados
que todavía creemos en los soles
y en los capullos que sueñan…
linda guerra
para nacerse a pedazos por la siembra
como si fuéramos flores…
huele a hembra,
y quien quiera oír se aguante la poesía…:
somos soldados
igual que somos amores descarriados
en una tierra de flores…
la poesía de querer
lagrimal,
sudor del viento perdido…
si escuchás
temblar un rezo partido…
no esperés
doblarle el brazo a la urgencia
cada vez
que desde abajo se piensa
la alegría
de querer…
no hay perdón,
será mejor que un resero
de verdad
se arrime al ras del olvido…
si querés
doblarle el brazo a la suerte
vas a ver
que desde abajo se quiebra
la poesía
de querer…
y otra vez
se miente el mal porque duele
sin querer,
se duele el viento que viene
a llover…
corazón,
rumor de pájaros vivos…
tu lugar
está queriendo ser nido…
no esperés
a que la luna despierte
cada vez
que desde el alma se duerme
como niña,
sin la piel…
no hay razón,
para perder el misterio
de llorar,
si apenas vas de camino…
por volver
atando el lazo a una estrella…
vas a ver
que desde abajo se siembra
la poesía
de querer…
y otra vez
se miente el mal porque duele
sin querer,
se duele el viento que viene
a llover…
en la mirada… y después
llama encinta,
mariposa en el farol,
chispa de pobres
prendiendo fuego el dolor
como un poema…
ni atrás, ni antes,
ni mucho menos sin luz,
la última estrella
viene a besar los perdones
de la espera
en una noche sin fe,
que apenas toca el brasero
con los ojos que se queman
en la mirada… y después
sólo la sombra recuerda…
luna viva,
perra en celo…
tu niñez es flor de yuyos
apaciguando el furor
de tanta hambruna…
siempre y nunca,
la esbeltez del condenado
se hace canción en las manos
de un enano
que pudo saltar los charcos
de la lluvia…
no me miente tu tristeza,
no me obliga la ignorancia
de mis manos,
sólo la lluvia…
ni atrás, ni antes,
ni mucho menos sin luz,
la última estrella
viene a besar los perdones
de la espera…
sólo viene a recordarme
quiénes somos
para entender quiénes fuimos
recordando
en la mirada… y después
toda la tierra…
en dos pasos
tentá a la fe, compañera,
hundile el hueso al deslabio…
afuera duele la noche
y duele verse las manos
en una esquina cualquiera,
bajo un farol sin presagios…
robale el alma a la histeria,
doblá la fe, compañera…
hundile el beso al cansancio…
adentro quedan los miedos
y quiero verlos gritando
en una camisa vieja
que huele a pólvora y barro…
si igual se muere de a poco,
como los libros dormidos,
como el amor sin descanso…
igual se vive jugando
redoblando la niñez
en una hamaca torcida
que toca el cielo y el barro…
soltá el dulzor, compañera,
prendele fuego a tus labios…
afuera pesa la trova
y en dos pasos despintados
puedo sentir tu belleza
haciendo un surco en la noche,
como un pájaro en el viento,
regresando…
sin dios
del patio sin farol hasta la piel,
corriendo la esperanza como al sol,
purgando verso atrás, mi dulce amor,
las ganas de gritar y no caer
igual que cae el tiempo en el cordón,
o el precio de la luna en la idiotez…
de negro se hace manso el corazón
que arrastra la locura de querer…
sin más que la liturgia del dolor
la lluvia va quemando la pared,
marcando profecías sin doblez
entre la realidad y la ilusión…
sin más que la cultura de tu voz
el viento va tirando hasta ceder
igual que cae el beso en el adiós
y el peso de la vida en un tal vez
sin dios…
de lunfa voy pa’ atrás hasta entender
que el juicio de la vida no es perdón,
ni tanto me hace falta una razón
si nada puede darse porque sí…
igual me trae el cuerpo en un temblor
el filo de la historia en la idiotez…
por ir se me hace perro el corazón
ladrando como loco en un atril…
sin más que la ternura del sudor
la lluvia va besando el nido aquel,
marcando poesías sin papel
entre la realidad y la ilusión…
sin más que la belleza de tu voz
el viento va tirando hasta ceder
igual que cae el beso en el adiós
y el peso de la vida en un tal vez
sin dios…
sin colirios para el alma,
luna floja en las persianas,
desnudando la penumbra sobre el suelo…
sin proclama,
apenas una,
perdición de estrella en celo
rescatando las pisadas solitarias
de un cualquiera…
y un amor, como veneno,
sin colirios para el alma,
mete en los ojos silencio,
clava el tiempo en la mirada…
si amaneciera después,
si después llegara el alba,
si se rompiera el engaño del espejo
y la maldición hermosa de seguirte
con la flojera en el pecho
y estas ganas de llorar sin calma,
lejos,
quizá podría explicarme los recuerdos
ennegrecidos de polvo por las vías
con la lluvia en la garganta
apenas viva,
apenas luna
clavada sobre los techos…
paso a tango
pasillos de luz gastada
que por la noche mueren de amor
buscando el cielo que los bañaba…
y apenas florece el canto de los zorzales,
de nuevo lloran
las condenadas estrofas
de una cajita de música encantada…
paso a desprecio,
reniego hasta de volver a ser mis ganas,
pero en tu boca me quedo
sin saber adónde ir…
no sé, no importa…
se muere más de olvidar que de la muerte
en una esquina fatal
o en una rosa…
pasillos de luz gastada
que de noche hablan de amor
buscando el cielo que los mojaba…
y apenas se endulza el viento en los desagües,
de nuevo cantan
las poesías dormidas
de una música encantada…
paso a tango,
desguazo hasta no entender tanta tristeza,
porque en tus ojos me quedo
sin saber adónde ir…
no sé, no importa…
se muere más de olvidar que de estar ciego
en una esquina fatal
o en una rosa…
María Eva
derrito el verso,
sólo quedan parafinas en las manos
y una historia mal contada…
un día cualquiera,
ella volaba en la plaza enamorada
y todo el pueblo bailaba…
acá me quedo,
en su perfume de novia sin mentira,
en la razón de soñarla…
un día cualquiera…
ella volaba en la plaza enamorada
y todo el pueblo la amaba…
ni atrás, ni entonces,
las mimas balas nos zumban la memoria
como culebras…
acá me quedo,
en su destino de luna descarriada,
en su silencio de tierra…
entonces quiero…
sólo quedan parafinas en las manos
y una historia mal contada…
un día cualquiera…
ella volaba en la plaza enamorada
y todo el pueblo la amaba…
si los gorriones se caen
murmullos
como gorriones partiendo
por los orujos del viento
hasta otra tarde…
si callan,
si vuelve a dormirse el aire,
si los murmullos se callan,
si los gorriones se caen,
toda la serenidad del barrio humilde
será apenas un harapo de poesías
que se calla la verdad,
que cae de las cornisas
sin remedio…
por eso salgo a gritar
con los gorriones,
si se me enmohece el pan,
si me descarnan las calles,
si una perra llora en celo…
porque me basta gritar
para cantarte,
así como canta el frío,
medio temblando en las patas,
medio herido y sin disfraces,
entre resacas de olvido
y un ardor que huele a sangre,
como el olor de los lirios en la puerta,
como los pasos que van por las veredas,
regresando de otra parte
sin respuestas…
sólo la razón del viaje…
por eso salgo a cantarte, compañera,
porque a los libros los abre la memoria
y la canción es un grito de la carne
que lee dulces estrofas…
cantan las balas
esta llovizna golpea la ventana,
parecen dedos de bruja,
parecen balas
buscando a otro inocente,
a un dios maldito, no sé,
o a otro rebelde
que quiso creer en dios
sin entender que el amor
muere en la feria…
amo mirarte en la sombra…
tus medias en el sillón
y un arlequín en tu espalda
confundiendo la distancia…
así de sencillo es dios,
y así de humilde el deseo,
aunque me mate
volver a creer en algo
que se sostiene en silencio…
los dedos de un serafín punteando el pecho,
las uñas de Saraceni entre las cuerdas,
las palabras de Perón entre los barros del pueblo,
tus medias en el sillón, como bandera de guerra…
amo adorarte en la luz de la mirada…
me debe menos que horror este destino,
todavía tengo ganas de quererte
y pagar un par de balas…
sabe el cielo
que no soy un ruiseñor,
ni siquiera un pescador de amaneceres…
apenas pago el honor de ser quien quiero…
amo tocarte en la rosa y en la espina…
y creer que la llovizna es una bruja
que viene a robarme el alma…
en el mar de la pasión,
o en los pliegues de las sábanas gastadas,
igual que un empellón de la memoria,
cantan las balas…
donde ya no queda nada
benditas horas de siembra,
hermosa holgura del alma
que se quema
como un bicho en los faroles…
todo o nada,
luz o niebla,
patria o mierda,
piel o chapa…
…miel del lazo de tu blusa
(cuánto besé tu perfume,
cuánto amo tu sentencia)…
…o hiel del hambre que queda
donde se quedan las ganas
esperando a que amanezca
y dios nos cambie el recado…
serás lo que debas ser…
ya sé, mi reina, ya sé
que seré un cuento de amor
por tu esbeltez, por tu cama...
…o seré nada,
la nada inmunda
después del estrago mismo...
entonces pido,
entonces creo en volver,
entonces sigo creyendo
que hay un día…
por eso trepo al andamio,
por eso muerdo tu cuello,
porque estoy vivo, por eso,
y porque me quema el alma
en las palmas de las manos,
como las tripas de un muerto,
como una estrella incendiándose en la tierra…
luna o niebla,
paz o guerra,
yunque o cama…
miel del beso de tu boca
(cuánto besé tu perfume,
cuánto amo tu sentencia)…
…o hiel del hambre que queda
donde ya no queda nada…
volveré y seré millones,
ya sé, mi amor, ya te vi
por las veredas, corriendo,
como la canción del pueblo…
y a veces me falta el sol para seguirte,
pero jamás te abandono…
jamás se me escapa el aire,
porque no me sé morir
ni, muchos menos, faltarte…
que sea mierda si es mal,
que sea tierra si es fe,
que sea guerra si falta una sonrisa,
si nos roban la sonrisa…
sólo vena,
sólo savia,
entregándose a la tierra
como una estrella quemándose en las manos
sin permiso…
ni me arrepiento de ser,
ni me complica el dolor en las entrañas…
sólo savia,
sólo vena,
sólo alma…
siempre amanece, querida,
siempre se tiene la llama
que iluminó noches frías
donde ya no queda nada…
antes de secar la piel
ya no me importa si huele a rosa
o persigue a las luciérnagas…
tu ropa tiene el olor de la noche,
como la lluvia en las calles de Pompeya,
como mis manos…
si clava un muerto en el vaso de ginebra
o quema aliento de tango…
no me importa....
me habla el viento
con el hocico mojado de silencio,
como los sueños de Homero en la ventana
viendo carretear la vida…
me enturbia el cielo…
los ojos negros de verte…
tus ojos claros…
te quiero
hasta no saber decirlo en un poema…
todas las necesidades son absurdas
y tan humanas…
tanto que ya no me importa si me matan
o me acarician el lomo…
tu ropa huele al perdón de mil olvidos
que intento no perdonar.
ni hacer harapos o escombros…
sólo espero un verso más,
y que amanezca
antes de secar la piel
con los despojos…
Una calle sin olvido
Gritaba amor,
sangraba vida y quería todo,
todo eso que se quiere...
Una luna en la ventana,
una calle sin olvido,
un espejismo de flores
cayendo por la barranca
como la pregunta mansa de los ojos
que ni los sabios conocen
y se nos cae entre lágrimas...
La noche gritaba amor
como novia sin vestido,
como amante al pie del alba
enredado entre tu pelo
como viento...
como un perro en la terraza de la obra
mirando al cielo con sangre en los colmillos
y ternura entre las patas...
Otro invierno pasa y queda...
cada noche es más hermosa entre tus ojos,
sólo tengo que mirarla...
En las garras del hambre
Lastima la piel del viento,
lastima, bandoneón tu corazón, despacio,
la piel del viento
como silencio de puente a medianoche. ..
Bajo al barro como siempre
y siempre me corre un perro
como siempre...
la rabia vieja, mi amor,
de pulso de oro y barrio pobre,
aquella rabia del cuerpo, compañera...
Prendo fuego a las maderas de la cama
y le hablo al mundo... te quiero...
siento el frío de una aguja en la garganta...
Y canta el viento, me canta...
Y siempre me aúlla un perro,
de rengo nomás, de cumpa,
de JP que me ladra en el espejo
y me pide que resista...
le prende fuego a los huesos de la tumba
y abraza al tiempo...
me ladra...
Una palabra de amor no explica el alma,
pero el poema coagula en la mirada
del que te habla de amor sin otro poema
que esa palabra...
Nunca llega la razón a ser bandada...
me vuelo el sueño de un tiro,
me pierdo sólo
en las garras...
los fantasmas de la básica (labios feroces)
un vaso y un papel,
un punto oscuro en la mesa,
un grito en falso en la sombra…
cascabeles…
y una música como aire de algodones
entrecortando rencores y ternuras…
de paso y por volver,
un beso grueso en la espera,
crujido helado en la boca…
confesiones…
y una sátira como alma de gorriones
entre los labios feroces de la angustia…
sólo vida,
sólo sueños,
desbaratando un sin fin de realidades
ennegrecidas de olor a lluvia y miedo
atrás del beso,
en el filo de la copa,
al pie del verso
que se respira con calma
y se traduce en sollozos,
como el cuerpo…
de paso y por volver,
un trazo dulce en la historia,
destino en manos del pueblo…
soledades…
y una música como hambre de poetas
desparramando reliquias y bravuras…
los labios y un querer,
un punto triste en la mesa,
un rezo muerto en las sobras…
renaceres…
y en la básica, como alma de gorriones,
entreverados, los sueños, van de punga…
sólo vida,
sólo cuentos,
desbaratando un sin fin de soledades
enternecidas de olor a luna y fuego
atrás del alma,
en el filo de la copa,
al pie del verso
que se respira con calma
y se traduce en sollozos,
como el cuerpo…
mes a mes
blancos de callar,
algunos pájaros viejos no se olvidan
de lo que llevan adentro…
apenas luces,
silencio apenas… y el cielo
que no conoce la paz, ni la mentira…
de nuevo en la realidad
los santos caen a gritos
sobre una tierra de pájaros en celo,
que zamarrean las ramas como estopa,
penachos que huelen savia
y sudores de ese viento…
y abajo sangran,
los pájaros, las bellezas,
por donde caen los santos sin regreso,
de nuevo en la realidad,
blancos de callar la tierra
entre los ojos,
negros de medir el pecho contra el hambre,
hijos del hombre que nace…
primavera,
dame una sola excursión a tu secreto,
y que no sea una flor de dulce ingenio,
sino más bien una piedra en la mirada…
una verdad que atraviese la distancia
y regrese igual de firme…
como el sueño que abajo sangra
mes a mes y piel a piel
sin extinguirse…
compañera Eva…: presente
si amamantara a mis ojos esta luna,
si la palabra de amor fuera en el viento,
si amarte quemara un sueño y no una llaga,
si me costara los ojos esta luna…
tal vez me fui, no lo sé, acá no existo,
había una casa de barrio,
había un deseo en los huesos sin medida,
tal vez me fui, no lo sé, pero no creo...
de pulso a cal mide un hombre esta plegaria,
mide lo que mide un pobre en una llaga,
de pulso a cal grita el pueblo…
la soledad espantosa de las manos
dobladas en treinta mil que son bandada…
la soledad espantosa del silencio…
volveremos a tenernos tras la razia,
luego de la expropiación, si aún somos sangre,
volveremos, compañera, a ser la rabia…
el origen de la ternura
igual tus manos…
igual se llora en la mesa
como en las tumbas…
la vida alumbra
igual que un rastro de agua
bajo la lluvia…
un secreto
enmudece ante las fauces
desgarradas
de la ternura…
y tus manos
igual lloran en la mesa
como en las tumbas abiertas,
laja a laja…
igual la lluvia…
así se lavan las calles
como esos labios…
la vida es barro
igual que un niño naciendo
sobre tus manos…
un misterio
resplandece entre las flores
siempre abiertas
en su desgarro…
y la lluvia
igual besa la belleza
como en las manos que tiemblan
luna a luna…
nunca más… (en las sombras de un libro)
lejos de morir
abro los ojos y quiero…
vivo con la soledad
de este costado del pueblo,
igual que el hambre en la cama enamorada,
el paso enfermo del paria,
por donde corren las ratas de regreso,
por donde llora un secreto que no escapa,
por donde se pierde el alma en un silencio…
un ángel canta
y su razón desafina contra el pecho
porque no sabe morir,
porque no sabe
que los ángeles quedaron en el río
sin encontrar esa paz que los desnuda…
apenas un par de vasos
y otras balas
cruzan el cuerpo desnudo
de los amantes dormidos…
lejos de morir me mata
el mismo poema de amor,
la misma estrella en la frente de un maldito
que solamente fue un hombre entre bandadas…
por eso quiero llorar,
por eso quiero…
abro los ojos y quiero ser un padre,
ser un hijo…
un ángel canta
y no sé por qué lo sigo…
si apenas puedo con mi alma
parado al borde del río
como al filo de la cama…
porque en tu boca de llagas
canta un ángel,
canta un niño
que todavía no escapa de las balas
ni de las sombras de un libro…
miel niña
tal vez no quiera más noches, ni haya otras…
el espejismo sangriento de la historia todavía trae flores…
anoche soñé tu mano,
que me rozabas la frente, anoche…
es un misterio, mi amor,
tanta miel niña en la cuna de los pobres,
tantos sueños y… no sé…
quizá no quiero más noches sin respuesta,
pero cómo mato al cuore?...
la luna besa los charcos…
puta vieja…
tengo un dolor en el pecho, compañera,
y esta necedad de tango que no muere…
pago el precio de la fiebre
y vale el miedo...
tal vez no quiera más noches, ni haya otras…
el espejismo sangriento de la historia todavía trae flores…
anoche creí volver sobre mi tumba…
pero era el viento cantando en los adioses
de treinta mil almas buenas…
es un misterio, mi amor,
esa ternura
que le anda pechando el celo a la tristeza…
en los charcos va la luna hecha piedra
y sabe que no es estrella, sino lluvia…
te quiero hasta no saber,
tal vez no quiera más dudas,
tal vez soy esto que ves,
la noche inquieta en la cuna,
como un niño
que se prende de la teta hasta dormirse
sabiendo que mama más el que la busca
que el que mamando se duerme
hasta rendirse…
al pie del alma
lluvita linda…
el que no sabe decir
dice lluvita
a esas gotitas de luz en la ventana…
penita dulce…
el que no sabe morir
dice penita
a esas gotitas de miel en la mirada…
si mata el día,
quizá regrese en la noche la ternura,
si el día mata…
ya ves,
atrás del alba
es de noche todavía,
y vos, lluvita,
penita dulce,
agua limpia,
andás descalza
como un beso en las pupilas…
la mañana
me huele limpia y…
ya ves,
al pie del alma
es de noche todavía…
penita linda…
el que no sabe mentir
dice penita
a esos temblores de grillos en la cama…
lluvita siempre…
el que se atreve a vivir
dice lluvita
a esa tormenta que esconde la resaca…
si rasga el día,
quizá regrese en la noche la tersura
que el día olvida…
ya ves,
atrás del alba
hay un mundo todavía,
y vos, chiquita,
penita quieta,
agua linda,
andás descalza
como un beso en las pupilas…
la mañana
me huele limpia y…
ya ves,
al pie del alma
es de noche todavía…
malditos
si atrás del paño,
la bandera de Belgrano
o tu vestido…
si atrás del paño no hay tierra…
pa’ qué, me digo en silencio,
pa’ qué es el viento
arrastrando tu pollera
o un trapito en una escuela de frontera?...
muerdo un hueso, corazón,
y soy mi vida
en la intuición de mi sangre desconfiada,
en el olor de tus manos traicionadas
por una chusma de piel gruesa y maldita
que desoye a sus hermanos…
no hay destino en el ayer,
pero algo más…: no hay olvido…
si atrás del paño mañoso de la entrega
sigue latiendo el orgullo de la tela,
habrá que empezar de nuevo…
tu piel me tiñe,
tus hijos me hicieron padre de un sueño,
y no sé… no sé si es negro
el dolor de mis entrañas…
otro poema
espera palabras dulces…
la quimera de la poesía hermosa en la garganta,
como si fuéramos bestias del cariño…
pa’ qué, me digo en silencio,
pa’ qué es el viento
arrastrando tu pollera
o un trapito en una escuela de frontera?...
si atrás del paño hay silencios
imperdonables, mezquinos,
intratables,
pero nunca tan salvajes como el alma…
en esta luna de hollín
vuelan plegarias
que hasta tu dios olvidó
bajo la cama
donde durmió con la muerte…
el amor y la tristeza
perdí la paz hace tiempo,
un par de sueños que guardan la plegaria,
y esos amores malditos…
dios te cuide!... dulces ojos…
mal de pobres…
igual que un beso de Eva en la mejilla,
el amor y la distancia…
grita el alma,
se desnuda la mirada
y huele a flores la cama de los hijos,
como una tumba , o un campo…
…o sólo viento
entrando al barrio despacio,
relamiendo
la luz de la sudestada,
el relámpago,
la ausencia…
te quiero…
…perdí el honor hace tiempo
en un domingo sin pascuas,
en una boleta de hambre contra el pueblo…
(yo nunca voté a esta rata!)...
y es que nadie es inocente, compañera,
ni el animal que se relame las llagas,
ni el infeliz que se vale de ser ciego
sobre una cuna de llamas…
dios te cuide!... dulce niña…
bien del alma…
igual que un beso de Eva en la mejilla,
el amor y la belleza…
grita el alma,
mimosea la desgracia
y huele a flores la cama de los hijos,
como tu pecho, o un rezo…
…o sólo viento
entrando al barrio despacio,
relamiendo
la luz de la sudestada,
el relámpago,
la ausencia…
una mirada, un beso y un jazmín
hay, que no sé, por otros huecos,
un recuerdo similar a estas veredas,
quizá entiendas que el oficio de un poema
no se va a ninguna parte, sino yendo…
vago, y por que sí, vago y espero otro sueño,
luces, que quizá, porque la piel de las manos
rozan de la miel las mismas trampas que el llanto,
vuelven desde atrás de la mirada y un beso…
y aún después… o más atrás
desde el indulto de un cuento,
hijas de un candil desbaratado en la noche…
pido a la verdad saber al menos un nombre,
uno en treinta mil,
una mirada, un beso
y un jazmín…
vos, que te vas, mirando cielos
renaciendo la mitad de tus tristezas,
quizá aceptes que el descuido de una pena
no se va a ningún olvido, ni queriendo…
todo, y porque sí, todo me trae tu vuelo,
roces, que quizá, porque te traigo me tocan,
raspan de la fe la lluvia sobre mi boca,
duelen desde atrás de la distancia y el beso…
y aún después… o más atrás
mordiendo el último tango,
muerden desde atrás, desesperando en la noche…
siempre a la verdad podré saberle tu nombre,
uno en un jazmín,
una mirada y los restos
de carmín…
donde canta el corazón
ni remedio…
la sortija la maneja un pobre viejo
que odia a la cancioncita de la tarde…
sólo en recuerdos me trepo a esas historias
que me quedaron abajo, entre los huesos…
aún me atonta, me desvela esa parodia,
me destroza la desgracia contra un puño…
así… sereno… picoteando la ventana por la siesta,
descreyendo de sortijas y venenos
que igual me vienen matando y…
dulce hambruna,
ese perfume barato de Pompeya
devolviéndome la paz de un día nublado
donde canta el corazón
apenas quieto en la brisa…
…la mañana
es algo que no conozco,
ni me importa,
porque… no sé…
quizá porque queda lejos,
tan lejos que no me tiene,
tanto más allá del alba,
y se sostiene girando…
otra vuelta… y la sortija
la maneja un pobre viejo
que ya no tiene milagros…
quemando velas
demonios de alquitrán cubren tus pasos
y el duro mascarón de la tormenta
arrastra su nariz cortando niebla,
y oliéndole el aliento a los borrachos…
qué forma de decir, dicen las viejas,
y abierto, cascarón, duelen las manos
castradas de medir los viejos tajos
y haciéndose de hollín en las estrellas…
si nada es porque sí, aunque sea en vano,
el resto de piedad me lo reservo
para entender los ojos de los ciegos
atrás de la ternura y el desgarro
que no recuerdan
si al fin
todo era un sueño…
andamios de ilusión tiran del viento
y el fuego del amor quema las velas,
parábola de luz pitando yerba
y entrando por la vida a los sopapos…
qué forma de morir quieren mis manos,
y en celo, el espolón, clava la idea
anclada de seguir mordiendo tierra
y haciéndole el amor a los harapos…
si nada es porque dios, ni porque un tango,
ni quiero resignar lo que conservo
para entender las púas de tus sueños
atrás de la ternura y el desgarro
que no comprenden
si al fin
todo fue en vano…
para los enamorados
con tantas voces,
la sombra se entrega inquieta en las esquinas…
huele a lluvia en la solapa
y vende flores para los enamorados…
arde el pueblo y…
cruza un pájaro sin miedo entre las casas…
la poesía es extraña, compañera,
huele a sangre y vende balas para el miedo,
y se refugia en tus piernas…
ya ni sé qué más hacer con tantas voces…
sólo escribir en silencio…
tu sombra moja el afán de mi mirada
y le da flores al viento…
eso es poesía…
eso es el tiempo…
manzanilla
desde los fondos del barrio llega el grito,
y lentamente se calla…
madre luna, vieja tierra, piel de bruja,
viene temblando la daga de la parca,
arrimándose al farol, por otro trago,
para entender lo que mata…
y no hay condenas…
sólo canciones de cuna y ollas secas
apabullándole el llanto a Magdalena
que tenía un vestido rosa
con cardos en las enaguas…
nena linda,
cuánta historia…
la belleza
es una arruga en el pan,
una lágrima en las niñas parturientas,
una piedra en la garganta…
y llega el grito,
desde los fondos del pecho,
desde una fábrica muerta,
desde el pueblo
que desgració su belleza
cuando se quedó sin alma…
algunos cantan… y…
bien… algunos roban sus besos
y otros cantan sin recuerdo,
creyendo que el viento canta…
luna o sereno
cuando me quedé sin voz,
cuando me quedé sin vos,
cuando el aire se clavó en mi pecho,
cuando regalé el insomnio a tu secreto…
mil años, vida,
no sé… quizá unos menos…
y a quién le importa!...
son viejos los recuerdos de hace un gesto
y las palomas de siempre son tan niñas
como el temblor de tu pecho…
duerme el día
en una canción de cuna
y ya estoy viejo de sueños
en la misma realidad que incendia flores
como hace fila en la iglesia…
pura feria…
igual te quiero,
porque me sobran derrotas pa’ olvidarte,
parque me falta carisma pa’ ser cuervo…
dios quiera, cielo,
dejar de joder con dios y hacerse niño
para empezar a ser hombre en una escuela
y aprender un par de juegos…
mas, quien sea,
pendenciero o serafín,
luna o sereno… cualquiera,
no olvide lo que no fui
ni lo que quiero…
monigote
será de dios esta noche,
no me importa…
del dios o de un perro enfermo,
no le creo, ni me alcanza…
falta juicio pa’l ombligo
y sobra piel pa’l fantasma…
será de amor esta noche,
apenas si escribe el alma
entre dos versos…
será por vos
o la nada
entre desdichos poetas
o entre malditos mediocres…
y una chispa
prende en los brotes del alma
como un grillo
esa súplica del pobre…
madre tierra,
no me cures tus dolores
ni me salves de la suerte,
no levantes mis ojeras del silencio…
que apenas si escribe el alma
su deseo
entre llantos y lagañas
que no entiendo,
pero dibujan mi cara…
a pesar de lo PROmiscuo
(poesía barrial y enamorada)
entre los burros y el cielo
hay un desvelo de grillos…
no me cruces la mirada cuando lloro,
si no te dejo de hablar,
si no me pierdo en la sombra…
no me cruces la mirada cuando muero…
entre los burros y el cielo
hay un misterio de locos…
apenas roza la brisa,
moja apenas la distancia…
y duerme en horas
sobre las manos
que esperan ser otro día,
emulando al colibrí,
rompiendo huesos gastados
contra el tiempo…
manos, besos… pajarito,
grillo en alma…
entre los burros y el cielo
hay un secreto de amores…:
es el pueblo…
y cuando ya no haya más,
y cuando florezca el miedo
sobre el precio de ser libres,
todavía será cierta la mañana,
todavía habrá un dolor, y…
nada, amor,
todo, amor mío…
se vuelve
como Eva en llamas…
la mañana llevará las pobres balas
que se quedaron sangrando en el silencio
de una mueca que no olvida…
apenas brisa…
entre los burros y el cielo
hay una vida
que no depende de vos,
y en vos confía…
igual que tango
cascajos de un tango viejo,
Homero y más allá la estupidez…
versos de fonda,
apostillas de falopa
que no se llevan ni un sueño a la solapa…
pobres nenes…
cantan los perros…
sólo hay harina en la napia del viajero,
la luna asoma los morros por los techos…
cantan los perros y sangran sus ladridos
porque se mueren de amor en una esquina
soñando el mismo verdín en las paredes
donde se quedó la piel, gastando el alma,
donde se quedó el amor sin poesía…
y atrás las vías,
negociándole importancia a la memoria…
si igual no importa creer,
si igual la vida es barata en la agonía…
por eso miro al infierno,
porque el cielo es una trapa de perdones
mal comprados…
porque me duele entender cada pedazo de vida
que se vende
en un asunto de bueyes o pecados
que le da igual a los buitres bajo un puente…
no perdí mi soledad,
ni entregué el cuero a la leche…
cascajos de un tango viejo me sostienen
en la misma adversidad
que me hizo hijo y borracho,
igual que pierna,
igual que amante,
igual que tango…
como dice amar la luna
no me es extraño el cielo en llagas…
quizá sólo otra tormenta, o un dragón,
quizá el silencio guardándose en la tierra
como el deseo de un dios sin juicio,
que apenas muerde sus manos
y hace sangrar a las flores, compañera,
casi mordiendo el olvido…
viejos brillos de un amor con luz y trinos
clavan tu nombre en la capa de la noche…
no me es extraño el viento en brasas…
quizá sólo tu ternura, o esa voz
que va arrastrando la música de un sueño
entre virutas de un tiempo inquieto
que nos hizo remendar flores,
como sangrando en las manos, mi querida,
cada remiendo del cuerpo…
pero, y como dice amar, la luna te ama
igual que la soledad ama a este río
y mi corazón te ama…
no me es extraño llorar las horas,
ni atarle el nombre al faldón de una plegaria
dulces trinos de un amor con alma y guerra
posan tu boca en el borde de mi copa…
y cantan, como dice amar la luna, cantan
porque te aman…
camisas llenas de flores
pagaron ojos, pagaron manos…
el miedo y el no saber
pagaron manos y ojos en la niebla,
una cornisa de piel no más lejana que un beso
y empinada como el alma en Puente Alsina…
nadie pagó la niñez,
nadie compró más que aquello que engañaba…
algunas manos quedaron en el viento, sin destino,
algunos ojos se fueron calle abajo
y algunas almas no están…
brindo,
entre rezos y broncas,
por los nuestros…
camisas llenas de flores,
cunitas mansas,
pasos ciertos…
igual me los trae el viento,
como una carta de Manzi en la llovizna,
o un capullo de piedad sin más misterios,
en el recuerdo impagable de las manos,
en la llama impredecible de esos ojos
que me miran desde lejos
sabiendo que no están solos,
que hay una plaza y un pueblo…
15 y 17
arrancaría el perfume de la brisa
si con manos, si con gritos, lo tuviera
como enredado en tu pelo…
cae el cielo y pasa el tiempo por mis ojos,
otra noche se despide de los sueños
y canta tu corazón con las bocas de tormenta,
tan debajo de la piel que duele el llanto,
tan adentro de morir que engendra vida
como la carne entregándose a la tierra,
como la fe saludando a los marranos…
y otro beso arranca lluvia a la tristeza,
como el perfume del viento en la nostalgia,
como el velo de una viuda entre las cruces…
pasa el tiempo y cae el cielo por tus ojos…
otra noche se despide de la vida
y aún te siento
como al hambre que se arrima
a saludar al amigo que regresa,
o despedir al amor que se hace fuego
en una luna cualquiera de Pompeya…
cunas de barro (entre el perdón y la urgencia)
la sangre no seca… nunca…
la piel no olvida al manojo
y los hijos tienen hambre…
leche, teta, luna, sangre…
entre el perdón y la urgencia
hay dos paradas…
y la primera te pierde…
quizá no sea terrible hablar de guerras…
a lo mejor un mal sueño te lo explique
comiendo mierda en la calle…
yo no sé, no sé… no creo…
donde se duerme el amor despierta el odio,
y donde el odio se mece te convence
de un amor que nunca existe…
quizá no sea de dios hablar de hombres…
a lo mejor un mal gesto te devuelva
esa sonrisa perdida en la conciencia…
mis manos son treinta mil pares de manos
que apenas tocan la historia
y no se entregan
ni se venden por un trago…
adondequiera que exista tu quimera
estaré juntando barro
pa’ la guerra
o lo que pidan tus manos…
por donde cae la luna
la estúpida desnudez de las cornisas
en una noche sin trampas…
por donde trepan los gatos,
por donde cae la luna,
por donde lloran las horas que desnudan
esa pobre infinidad de tener frío…
amor de esperas… el viento
acariciando la tela de la ropa
igual que hojas y ramas…
más te quiero y más lo intento,
atragantarme de nada,
mascar despacio el veneno del aliento
que sabe a morir en casa…
mientras la historia repite sus suspiros
en el silencio profundo de la noche
que cae desnuda al barrio,
boba como la niñez de la belleza
en una cama sin fuego…
por donde tiemblan los perros,
por donde cae la luna,
por donde lloran las hora que desnudan
esa pobre desnudez de las cornisas
en una noche callada…